Allá y entonces, Tello Peón advirtió que el gobierno seguiría “descabezando” a los cárteles. Comentamos al respecto: “Esto pudiera ser encomiable cuando se ofrezcan resultados positivos a la sociedad y se justifique el clima de violencia latente en algunas ciudades. Empero, cabe recordar que la problemática ha sido recurrente, acentuándose en países productores y consumidores de drogas”.
Efectivamente. Mucho se ha cacareado el “éxito” de Alvaro Uribe, presidente de Colombia, en su lucha contra el crimen organizado. Empero, tanto en aquel país centroamericano, como fuera de él, empieza a trascender la realidad que deberá enfrentar el relevo de Uribe, Juan Manuel Santos, caracterizada por el surgimiento de “bandas emergentes” al servicio del narcotráfico, las cuales constituyen una fuerza semejante a las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). La situación es tan crítica que hace dos semanas el presidente Uribe pensó declarar el “estado de conmoción interior” para evitar que los miembros de estos grupos pudieran ser liberados por los jueces, aun cuando se les imputan cargos por delitos excarcelables. Aunque no se llegó al extremo, Uribe ordenó el nombramiento de 30 jueces itinerantes que recorrerán el país para evitar que se repitan casos como el de Oscar Galvis (“El Pantera”, jefe de sicarios de una banda), liberado el 19 de junio por un juez de Caucasia (departamento de Antioquía), por una falla técnica en la captura.
¿Pero de dónde salieron estos grupos que preocupan tanto al gobierno y nos ponen a reflexionar a los mexicanos respecto al éxito o fracaso de la actual guerra de Felipe Calderón contra el crimen organizado? Su existencia no es nueva, porque las bandas de Los Comba y Los Rastrojos son brazos armados de facciones del cártel del Norte del Valle, de las que se habla desde 2004. A ellos se suman las que provienen de estructuras paramilitares que no se desmovilizaron completamente o que se rearmaron parcialmente: Los Paisas, Los Urabaeños, ERPAC (Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista Colombiano) y Las Aguilas Negras. Según la policía tienen unos 2 mil 600 integrantes y operan en 190 municipios de 15 departamentos. Sin embargo, la situación sería más crítica en 54 localidades consideradas de alto riesgo y en las cuales van a operar los jueces itinerantes. Etcétera.
Para comprender la prevalencia del crimen organizado en Colombia es necesario transcribir parte del libro “Aspectos Sociopolíticos del Narcotráfico”, del doctor Marcos Kaplan, editado en 1989 por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe). La obra es una investigación sobre el surgimiento y el ascenso del narcotráfico latinoamericano, pero llama la atención la conceptualización que hace el doctor Kaplan sobre la “economía criminal”. Indica: “Los diferentes núcleos y redes criminales (en dicha ‘economía’) se entrelazan y combinan en sus aparatos, personales, capitales, tráficos, protecciones, recursos (financieros, organizativos, de violencia defensiva y ofensiva), conexiones socioeconómicas y políticas; crecen y avanzan en sus diferentes aspectos y niveles, y se refuerzan mutuamente. Esto tiene múltiples y crecientes implicaciones para los países latinoamericanos, para sus economías, sus sociedades, sus culturas y sistemas políticos, para las posibilidades de existencia y progreso de los regímenes democráticos, para el Estadio nacional en su espacio interno y en sus relaciones internacionales”. Hasta aquí el libro de Marcos Kaplan.
Recientemente, Morelos volvió a ubicarse dentro de las zonas más atacadas por el crimen organizado. Y en este contexto, el gobierno federal estrenó ayer nuevo secretario de Gobernación, en la figura de José Francisco Blake Mora, responsabilizado por el presidente Felipe Calderón para continuar la lucha contra la delincuencia organizada nacional. Esperemos para ver y luego diremos.