Sin embargo, en medio de todo eso también se dan ciertos razonamientos que vale la pena analizar, porque sugieren acciones y cambios drásticos a las leyes, buscando sobre todo mecanismos o candados a fin de irle amarrando las manos a quienes han hecho de la política un lujoso modo de vivir y una vía para lograr fortunas mal habidas haciendo lo que quieren con el dinero público.
Entre muchas opiniones, que ya circulan en redes sociales, hay una que se nos antoja viable, porque propone empezar acotándoles los espacios a los representantes populares, ya sean los diputados federales, locales o senadores de la república.
Igualmente parece muy lógico, porque finalmente se trata de un poder que tendría que cumplir con la responsabilidad de vigilar lo que los otros dos Poderes hagan en la cosa pública, y como se puede apreciar, acontece todo lo contrario, finalmente acaban en tratos de complicidad y mutuo beneficio, atropellando el interés general.
Lo que entendemos es que la propuesta inicial viene de alguna figura de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y entre otras cosas considera que los diputados deberán ser asalariados solamente durante su periodo, es decir, los tres años de representación. Sin derecho a jubilación, porque para alcanzar este beneficio ya sabemos que hay que laborar en promedio 30 años o tener una edad superior a los 60 años, para poder reclamar la cesantía.
Y que en todo caso, se acojan al régimen vigente de pensiones de seguridad social. O sea, que de ninguna manera deben tener privilegios más allá del resto de los mexicanos, como aquello de que disponen de una bolsa de miles de millones de pesos para ser atendidos médicamente en consultorios privados. Claro, no sólo son ellos, se incluye a sus familiares y aquello termina en un auténtico derroche que al pueblo le cuesta. Es decir, como todos nosotros, el señor representante popular debería pagar su plan de jubilación.
Otro punto propuesto es hacer los cambios legales a fin de que los diputados dejen de votar su propio aumento salarial y cuando se dé, no deberá exceder del doble del que se concede a nivel generalizado. Qué decir de los famosos bonos de compensación, tendrían que eliminarse.
Para acabar pronto, en materia de salud tampoco tienen porqué disponer de una atención de privilegio y dadas las condiciones nacionales, tendrán que acogerse a los sistemas existentes. Se hace hincapié en que algunas prestaciones, como el aguinaldo, son un logro sindical propio de la clase obrera y trabajadora del país y tendrán que derogarse los decretos o acuerdos mediante los cuales los legisladores lo cobran, porque son representantes populares de elección y no les corresponde.
Algo que ya toma fuerza, pero que aquí se reitera, es que en cuestión de justicia y seguridad ellos no pueden ser tratados de forma diferente que todos nosotros, por lo tanto tiene que derogarse el fuero, que es origen de impunidad y omisión en faltas graves que cometen. Por lo tanto, deberán ser tratados como cualquier otro mexicano.
Pero además, como ocurre en algunas actividades, tendrían que ser objeto de exámenes de conocimientos, de aptitudes, psicológicos y toxicológicos. Ser personas de probada calidad moral sería un requisito ineludible para poder ser elegible. Finalmente también se opina que los candidatos deberían en campaña firmar cartas compromiso ante el electorado, a fin de que si ya en su desempeño no cumplen, puedan ser objeto de revocación en su responsabilidad.
Lo anterior nos parece algo bastante sensato, porque de unos años a la fecha el honor, la ética y el compromiso de quienes ejercen el poder no son precisamente algo que los distinga, han perdido las formas y los valores, se vienen burlando del elector que confió en ellos, terminan dándole la espalda y actuando contra todo principio de rectitud y decencia. Cual delincuentes, no dudan en lo más mínimo en tomar decisiones que van contra toda lógica si a sus intereses muy personales o de grupo así conviene.
Lamentablemente estamos en sus manos, porque tendrían que ser ellos mismos quienes llevaran a la más alta tribuna este tipo de propuestas de carácter social y desde luego que no lo van a hacer, es atentar contra una vida de lujos, riquezas y placeres que sólo en el ejercicio político inmoral se pueden obtener.
El pueblo es noble y cuando ve reciprocidad de sus autoridades corresponde en el mismo sentido. Alguien recordaba cómo en tiempos del gobierno de Lázaro Cárdenas del Río, por ahí en la década de los treinta del siglo anterior, cuando México entró en dificultades con el país vecino, aún en medio de la pobreza y el sacrificio, la población respondió con aportaciones al tamaño de lo que tenía, llevando guajolotes, gallinas u otros animalitos para coadyuvar en la lucha del gobierno para salvaguardar los intereses nacionales.
Eso mismo podría estar pasando hoy si se observara que hay entrega, amor y nacionalismo de los gobernantes para con sus gobernados, sólo que sucede todo lo contrario, vía impuestos, seguimos aportando más de lo que podemos sin recibir nada a cambio.
Nuestras contribuciones no son suficientes para satisfacer las desbordadas ambiciones de políticos aventureros, cazafortunas y mercenarios que tras venir de vivir en la honrosa medianía, en dos o tres años se encumbran y sin recato exhiben cómo mejoran sus bienes, carros de lujo, propiedades, viajes permanentes al extranjero y cuentas bancarias que en su vida llegaron a soñar, mientras abajo, la gente muere de hambre, ¿no es esto acaso inhumano?
Sabemos que jamás van a aceptar que son los responsables directos de todo lo que está pasando, que siempre encontrarán argumentos para excusarse e intentar seguir engañándonos como a niños, pero han llegado muy lejos, el enojo es bastante alto como para seguir despreciando el sentir de un pueblo que en verdad tiene mucho aguante y ha preferido sufrir las consecuencias antes de ir con todo en contra de los que han llevado a la quiebra a esta nación tan hermosa.