Hace algunos días señalábamos que la designación de Fernando Charleston Hernández como encargado de despacho del CDE del Partido Revolucionario institucional (PRI) había sido un error, ya que su relación con el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, perseguido por la justicia, le había traído una andanada de críticas.
También se mencionaba que conforme al pensamiento de algunos priistas, era urgente que desde el centro se tomaran nuevas decisiones a fin de que llegara alguien más con menos cuestionamientos, a dirigir la institución y parece que por ahí va la jugada.
Charleston Hernández, quizás consciente de su situación, viene ya orientando el proceso hacia la dirigencia nacional, para que sea ésta la que decida de manera directa, a quien deja el trabajo de dirigir localmente el proceso electoral del 2018.
Tienen tres opciones, llamar a las distintas corrientes a buscar un candidato de unidad, que francamente es imposible; ir a una elección directa, que más bien los colocaría en un ambiente de enfrentamiento de todos contra todos o dejar que el CEN, conforme a una de sus facultades, virtualmente imponga al relevo de Rodolfo Becerril Straffon y se advierte que esa es la intención, porque se trata de la menos costosa.
Los grupos deberán disciplinarse a una determinación vertical, les guste o no, dado que el tiempo para aplicar otra forma de elección está agotado y si quieren mantener la escasa unidad con la que cuentan, pues hay que acogerse a la imposición superior. Como quiera que sea, vienen perfilando el camino para darle forma a un comité directivo que hace años padece de una representación deficiente. Esta improvisación sólo refleja el escaso interés que la cúpula priista tiene en lo que le ocurra a su partido en Morelos, porque a nivel nacional no significamos nada en el terreno electoral.
PARTIDOS, SIN CUADROS PARA COMPETIR
Y en el mismo asunto electoral, pero a nivel de los partidos políticos, seguimos apreciando una ausencia preocupante de valores y elementos para la integración de un equipo que ofrezca competencia y garantía de triunfo para las elecciones del año que viene.
Cual equipo de futbol, todas las instituciones en esa materia disponen de tres o cuatro jugadores con un nivel de representación aceptable, cuando tendrán la responsabilidad de designar cientos de candidaturas, algunas de ellas de cierta relevancia, como la gubernatura, las senadurías o las diputaciones federales, así como alcaldías como la de Cuernavaca.
Es por eso que a la hora del desempeño los resultados son igualmente medianos, si no es que mediocres, porque falta formación y experiencia en el manejo de la política o del trabajo administrativo. Bajo esas circunstancias, queda claro que una mayoría de quienes irán a la contienda, de parte de las diversas opciones electorales, llevarán la experiencia de haber sido regidores, alcaldes o diputados locales, con un criterio muy corto y una visión incompleta para tareas de mayor alcance.
Pero independientemente de esa escasa escuela, tampoco serán un atractivo para los electores, lo que asegura un mayor abstencionismo que termina por dar escasa legitimidad a los representantes populares o gobernantes, en el caso de los que ganen.
Si analizamos lo que pasa en el Partido Acción Nacional (PAN), son quizás tres los personajes que tendrán que llevar a cuestas a sus fórmulas, virtualmente arrastrándoles para poder sacar triunfos y ellos son el ex sacerdote Antonio Sandoval Tajonar, al que presentan como un cuadro valioso, con carisma, liderazgo y compromiso moral, pero que tiene objetores.
El diputado federal Javier Bolaños Aguilar, que sigue trabajando para poder buscar una candidatura de privilegio y que viene acompañado de respaldos de la cúpula panista, con poder de decisión; y también el legislador local Víctor Manuel Caballero Solano, que se nos antoja, hace honor a su apellido; en efecto es un caballero, bien visto por el desempeño en actividades anteriores, como la Secretaría de Salud.
Pero luego de ellos, encontramos enormes vacíos que difícilmente podrán ser ocupados por políticos adecuados, porque una buena parte de cuadros están ya desgastados hasta el cansancio y la nueva generación de azules no pinta mucho que digamos. Así pues que en el equipo que saldrá a las canchas para la elección entrante, sólo hay tres jugadores con capacidad, los antes mencionados.
Claro, su consuelo es que tampoco en el resto de los vestidores hay gran cosa, ahí está el Partido Revolucionario Institucional en la indefinición y ha tenido a algunos aspirantes, que son los que vienen desarrollando trabajo cerca de la gente, por ausencia estructural funcional del tricolor.
En el PRD hay muchas voces que se levantan y piden participación en lo que se refiere a la gubernatura, entre otros, el secretario de Gobierno Matías Quiroz Medina, una figura suave pero con algo de desgaste; el alcalde de Jiutepec, Manuel Agüero Tovar; la diputada federal Lucía Meza Guzmán, por citar algunos.
No obstante, al igual que en otras trincheras, no son garantía de victoria, aunque con menos rentabilidad electoral, quizás por lo menos conformen un equipo más completo de mediana estatura. Habrá que ver de qué manera, algunas figuras emblemáticas del pasado reciente, como el ex gobernador Sergio Estrada Cajigal, contribuyen a incrementar activos a alguna de esas plataformas. En Morena son igualmente dos o tres los que representan la diferencia, como el senador Rabindranath Salazar Solorio.
CONGRESO, ENTRE FORCEJEOS
En otro tema, por fin y luego de más de un mes de parálisis, los legisladores locales medio lograron acuerdos y destrabaron momentáneamente el conflicto que los llevó al cierre de las instalaciones legislativas y ayer reiniciaron el periodo ordinario de sesiones, que concluye el próximo 15 de julio.
Tras una reunión en el salón de comisiones por más de dos horas, donde se dieron choques verbales entre diputados, decidieron volver al pleno y retomar las actividades legislativas, sin embargo nada es seguro y como decía uno de los trabajadores que clausuraron el recinto por falta de pago, todo depende de lo que pase este viernes, que es quincena.
Destacaba que si no se da cabal cumplimiento al pago, las cosas volverán a descomponerse, porque si bien se aceptó recibir en parcialidades las quincenas anteriores, en lo sucesivo se deben cubrir puntualmente y al 100 por ciento. Lo bueno es que por ahora se encontró una salida, porque la situación era francamente lamentable.