La Barra de Abogados del Estado de Morelos ha instalado un módulo en la Plaza de Armas Emiliano Zapata del Centro Histórico de Cuernavaca para recibir la firma de todo aquel ciudadano que se sienta agraviado e inconforme por lo que ocurrió en el Paso Exprés, pero, sobre todo, para exigir a las instancias correspondientes y competentes abrirlo a toda la ciudadanía, retirando las barreras que limitan el uso de cuatro carriles.
El propósito también es, diría el presidente Miguel Ángel Rosete Flores, que esa obra sea revisada en su totalidad para que los desperfectos, que son demasiados, sean subsanados y se pueda circular con confianza, sin el temor de ser también víctimas de una desgracia como la que ocurrió el pasado 12 de julio, por el asunto del socavón, que sigue siendo materia de polémica local y nacional.
Nos parece un buen gesto de los profesionales del derecho aglutinados en esa organización, porque los abogados tienen la responsabilidad de velar por el respeto a las garantías y los derechos del pueblo, sobre todo, cuando son las propias autoridades las que los transgreden, como en el caso que nos ocupa. Lamentablemente, la mayoría de esos profesionales no cumplen con sus compromisos morales y de solidaridad con la población, por eso somos atropellados permanentemente, sin que nadie levante la mano para reclamar, con fundamento en la ley, el buen comportamiento de aquellos que se han significado por el abuso permanente en lo que toca a las garantías individuales.
Cuando ocurren sucesos como éste, se puede apreciar la falta de compromiso de quienes tuvieron el privilegio de alcanzar el sueño de una profesión y que, en buena medida, les fue posible con base en el disfrute de una formación gratuita a partir de la escuela pública o la universidad, en nuestro caso, la Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). En concreto, dichos profesionistas tienen una deuda con la comunidad, porque, a partir del pago de impuestos y del erario público, es que se mantienen dichas instituciones y, por lo tanto, en momentos como éste, tendrían que sumarse, como lo hace la Barra, a los reclamos de los que están siendo afectados en ese proyecto, que es prácticamente el estado de Morelos en sí, de ahí que tengamos que reconocerle el valor y la voluntad para iniciar la defensa.
Vencer la inercia, soberbia y desprecio de los funcionarios involucrados en el fraude que representa el Paso Exprés no es nada fácil, pero la presión sí genera efectos y entre mayor sea ésta, más pronto habrá respuestas. Ya hay indicios de que se busca a una empresa constructora –que no es Aldesa- para que se haga cargo de los trabajos pendientes; ésta es la que desarrolla la construcción del puente Apatlaco, al sur de Cuernavaca, y lo que se sabe es que está analizando si le conviene entrarle o no, pero eso indica que ya la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) viene doblando las manos frente al creciente malestar popular.
Los morelenses tenemos que hacer valer nuestros derechos, también somos mexicanos y pedimos igual trato en el disfrute de desarrollo de vialidades como esa, cuya intención ha sido favorecer a otros sectores y tratarnos como ciudadanos de tercera. Pero, para lograr la meta, requerimos jalar parejo y sumar voluntades en todos lados. Si no nos hacemos respetar, continuaremos siendo ninguneados por siempre y estamos seguros que a nadie le gustaría.
Ante tantas irregularidades, abusos y actos de corrupción de quienes nos gobiernan y representan, se hace cada vez más frecuente aquella frase de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, y como que ya es tiempo de sacar el coraje y la dignidad que llevamos dentro para impedir que las cosas continúen por ese camino, sin embargo, para tal efecto, se va a requerir de todo un ejército popular, porque el monstruo que hay que derribar es gigantesco, más no invencible.
PRI: TOMA PROTESTA CDE
Y en lo que corresponde al ámbito político-electoral, hoy por la tarde, Alberto Martínez González y Maricela Velázquez Sánchez toman la protesta de rigor en su calidad de presidente y secretaria del CDE del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Morelos, abriendo una nueva etapa, luego de que Rodolfo Becerril Straffon cumpliera con el ciclo que le tocó encabezar al frente de la dirigencia.
Salvo algunas expresiones de disidencia, podría decirse que los acuerdos internos lograron ahuyentar los fantasmas de la inestabilidad, como se advertía, dadas las experiencias del pasado en lo que toca a renovación de mandos. Finalmente pudieron planchar bien el traje y parecieran llegar con condiciones a fin de intentar un trabajo que le dé mayores posibilidades al PRI de pelear posiciones y espacios relevantes en las elecciones entrantes.
Pero también, tanto Martínez como Velázquez, deberán estar conscientes de que su nueva responsabilidad los pone fuera de la competencia por candidaturas de elección, ya que esas fueron las condiciones que estableció el CEN del tricolor y, por lo tanto, deberán dedicarle tiempo completo a su representación. Claro, Martínez González es diputado local, no obstante, se habla de que podría llamar al suplente para poder entregarse de lleno a la presidencia.
Por encima de los intereses que cada uno de ellos representan, por su pertenencia a grupos y corrientes priistas, se trata de un comité conformado, en su mayoría, por cuadros jóvenes, sobre todo las cabezas, algo que reclamaban muchos desde hace tiempo. Y ambos van a tener que aprender en el camino, porque no cuentan con una carrera partidista muy amplia.
Martínez González viene de ser alcalde en un municipio de la región poniente de la entidad, de donde brincó a la diputación local, la que ganó por la vía del sufragio, lo que le da cierta legitimidad. Y en lo que se refiere a Velázquez Sánchez, pues ha sido diputada federal y aspiró a la presidencia municipal de Cuernavaca en el 2015, contienda que perdió ante Cuauhtémoc Blanco Bravo. Ahora les tocará conducir el proceso electoral del 2018 y no es nada fácil, porque se van a desbordar las pasiones; muchas “vacas sagradas” del tricolor se sienten con el derecho de reclamar candidaturas y en sus ambiciones no miden sus actos, lo que reclama una posición de tolerancia, paciencia y frialdad de los dirigentes.