Las administraciones gubernamentales, en sus tres niveles, federal, estatal y municipal han comenzado la cuenta regresiva, luego de casi cinco años de ejercicio al frente de las diversas instituciones; ya a nivel estatal, la disposición es iniciar el cierre paulatino de la mayoría de aquellas actividades, cuya solución demanda de tiempos prolongados y se puede ver ya claramente cual podrá ser el saldo a heredar a los siguientes gobiernos.
Pudiera considerarse que a pesar de tanto inconveniente que se ha presentado en acciones como la del Paso Exprés, a Morelos le fue bien durante este periodo, se vienen logrando aterrizar proyectos que habían quedado pendientes desde hace décadas y que, seguramente por insuficiencia de recursos, se quedaron inconclusos; caso específico, la autopista Siglo XXI, que todo parece indicar, quedará concluida en sus primeros 68 kilómetros, antes de que termine este año.
Ése, que se ha presentado como un ambicioso lazo de conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico, estaba suspendido desde hace más de dos décadas; ya la obra física actual tiene un avance del 95%, conforme a lo que afirma el director general de carreteras y caminos de cuota Rigoberto Vázquez Morales y se estima que para octubre o noviembre la vialidad podría ser inaugurada para conectar directamente la parte sur de Morelos con la ciudad de Puebla.
El diseño original contempla otro tramo para conectarse con el Estado de México por el rumbo de Palpan, al norte del municipio de Miacatlán, sin embargo seguramente volverá a tener que aguantar otros lustros más, porque al gobierno de Enrique Peña Nieto ya no le alcanzó el tiempo para llevar la obra a su conclusión total, no obstante, con esos 68 kilómetros que le dejen al estado, revolucionarán gran parte de la zona oriente de la entidad y es una ventaja.
Como parte de los compromisos centrales con los morelenses, se incluyó al Paso Exprés, que más que satisfacciones ha dejado hasta ahora sólo dolores de cabeza a los morelenses, pero con todo lo ocurrido, tiene que llegar a un punto en el que se le deba sacar utilidad completa. Ello sería posible si la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) lo abre totalmente a la circulación local, retirando las barreras centrales.
Otra inversión, más o menos interesante es el puente Apatlaco, al sur de Cuernavaca, que abrirá una vía de comunicación directa de la capital del estado hacia el aeropuerto Mariano Matamoros, localizado en terrenos de la comunidad indígena de Tetlama en el municipio de Temixco. Pudiera decirse que esta base aérea no ha podido ofrecer los beneficios previstos, precisamente por carecer de accesos adecuados; para quienes requieren viajar o comercializar les resulta más fácil recurrir al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) que al Matamoros, por las vueltas que hay que dar, además del mal estado de las carreteras, incluyendo zonas de alta inseguridad.
Una vez abierto ese puente, podrían cambiar mucho las cosas y a lo mejor sí puede llegar a ser una puerta rentable hacia el resto de la república y al mundo, de ahí que cobre cierta importancia, sólo que los trabajos siguen a paso de tortuga y, como decíamos, los tiempos finales ya están encima. Esta inversión se inició a mediados de la administración anterior, tenía que haberse concluido el sexenio pasado y ya vamos para cinco del presente.
Donde no se tiene claridad respecto a lo que pueda pasar, es en lo relacionado a la ampliación a cuatro carriles de la autopista La Pera-Cuautla, que en realidad, sólo requiere de esa mejora hasta Oacalco, porque de ahí hacia la Heroica ya está terminada. Pero los gobiernos estatal y federal dispusieron de los recursos financieros suficientes como para que aquello estuviera funcionando hace buen rato, sólo que la oposición de algunos sectores en la cabecera municipal de Tepoztlán lo ha impedido.
La lucha se viene dando a nivel de tribunales, mientras esté en litigio poco o nada se puede hacer; sería lamentable que aquello quedara a medias, porque es un trayecto bastante transitable, buena parte del traslado de productos agropecuarios e industriales del oriente del estado e incluso de una región del estado de Puebla hacia los centros de comercialización y distribución en la capital del país y entidades conurbadas, se da por aquí.
De manera conjunta, el capital de inversión orientado a todos esos desarrollos viales sí es significativo, no se había presentado hace muchos años y la conexión es algo indispensable en estos tiempos, en los que hay que salir de nuestros límites locales para generar intercambios de progreso al interior del país o en el extranjero. En ese sentido, se podría considerar que el último gran proyecto con visión de futuro, se dio con la construcción del aeropuerto, cuya primera etapa se inauguró por ahí por el año 1986, a finales del mandato de Lauro Ortega Martínez, artífice de la obra, pero ya han pasado más de 30 años. Desde entonces, se le vienen haciendo mejoras permanentes en un esfuerzo compartido estado-Federación, pero la falta de conectividad no le da margen de crecer.
Por eso se tiene que admitir que en una acción de reciprocidad y apoyo mutuo entre los gobiernos de Morelos y de la República, se pudieron desatorar compromisos largamente hechos con los morelenses y que permanecían en el tintero y a nivel de simple proyección. No obstante, administrativamente ha comenzado el cierre y eso significa que no habrá acciones nuevas en lo que corresponde a ambas administraciones.
A nivel de vías de comunicación, Morelos siempre ha estado por encima de la media del resto de sus entidades hermanas, en parte porque somos un territorio pequeño. Pero todo lo anterior le da un empujón bastante importante en esa materia, sólo que sí se debe pensar en completar la parte que queda del proyecto de la autopista Siglo XXI, para acercarnos con Toluca, la capital del Estado de México. Lamentablemente se tendrá que esperar que gobiernos entrantes, del estado y de la Federación, coloquen esa inversión como prioritaria, de otra forma pasara una o más décadas para que el sueño se haga realidad, dado que el tramo pendiente demandará de otros tres mil o cuatro mil millones de pesos, cifras difíciles en tiempos de escaso desarrollo.