Interesante resultó el panel “México, la transición posible”, en torno a los esfuerzos que hacen algunos partidos políticos por constituirse en un frente amplio con miras a las elecciones presidenciales del año que viene, porque contó con la presencia de analistas y comentaristas con una visión bastante plural.
Desde luego que los institutos políticos impulsores de esa estrategia, Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD) estaban ahí representados, uno en la figura del gobernador anfitrión, Graco Ramírez, y los azules por Santiago Creel Miranda; pero igualmente fue invitado el mandatario de Nuevo León, Jaime Rodríguez, “el bronco” y otros rostros con pensamientos diferentes.
Los primeros empujaron constantemente y mediante razonamientos, la trascendencia de alcanzar un acuerdo que para ellos sería histórico y que lleva como fin principal acabar con el modelo de gobierno bajo el cual ha caminado la nación durante casi toda su existencia moderna y que está identificado con el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El reiterado concepto aplicado para dicho modelo fue el de un presidencialismo que concentra todo el poder en una sola figura y que impide la apertura democrática y las decisiones colegiadas en función de los intereses nacionales, para centrarse en un objetivo anclado a grupos de poder.
Tanto Creel como Graco y Jesús Ortega Martínez, un experimentado político de parlamento, que igualmente acudió al foro, debieron sin embargo, confrontar sus ideas con el resto de los ponentes, sobre todo del gobernador de Nuevo León y del rector de la Universidad Americana de Puebla, Luis Ernesto del Rincón, un académico y conocedor del tema, que cuestionaron incluso los procedimientos que se vienen dando en ese intento de darle vida a una coalición pensada especialmente en derrotar al PRI y al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Bueno, Jaime Rodríguez hizo en dos ocasiones una pregunta que no tuvo respuesta del resto de los presentes, consistente en que si estarían dispuestos a dar el primer ejemplo de cambio y voluntad política, rechazando las prerrogativas a los partidos y a los candidatos.
El académico de la UAP les dijo que lo más importante tendría que ser, primero, comenzar con una propuesta de gobierno, una plataforma política y un compromiso a desarrollar a fin de modificar las políticas públicas y trabajar para erradicar la pobreza y miseria en la que vive la mayor parte de los mexicanos y ya después, en el candidato.
Hasta le recordó a más de uno que “ustedes hablan de cambiar al sistema, de acabar con el presidencialismo, pero han sido parte del mismo gobierno que critican. Cómo podemos creer que una vez logrado el propósito cumplan sus ofertas”.
Más aún, les recordó que ejemplos de acciones fallidas en acuerdos más o menos similares. Se refirió al “pacto por México”, que fue conformado por panistas, priistas y perredistas y del que, se decía, trabajaría colegiadamente para la toma de decisiones conjuntas en bien del país, “pero una vez que se desarrollaron las reformas estructurales, fue desintegrado”.
Ortega Martínez, como parlamentario, fue incluso poco claro y más discursivo, evadió responder al bronco de manera directa la pregunta respecto a las prerrogativas e insistió en que primero hay que ganar la presidencia de la república para poder pensar en cambios políticos, económicos y sociales profundos.
De todos, fue el único que mostró una clara posición en contra del proyecto de Andrés Manuel López Obrador, por considerar que sería una administración igual o más centrada en una sola persona, que ni con el PRI, por lo tanto, ambos proyectos deben ser descarrilados.
Jaime Rodríguez diría que “el país está muy enojado, ustedes saben por qué, el trabajo de los políticos tradicionales ha sido siempre en función de unos cuantos, el pueblo está relegado, es ofensivo que para las elecciones del 2018 se autorizara el ejercicio de seis mil 700 millones de pesos, cuando la pobreza avanza por todos lados” y fue ahí cuando les preguntó si aceptarían no recibir ese dinero en lo sucesivo.
Dijo ser el primer gobierno estatal donde “no se tiene a un congreso local palero, todos son opositores, pero trabajamos en armonía, porque el interés es el mismo, gobernar para la sociedad”. E insistió en que el pueblo detesta a los partidos políticos, porque son el origen de todos sus males.
Conducido por Adriana Pérez Cañedo, el programa concluyó con un pequeño debate entre ellos; Graco insistió en que los partidos son males necesarios y sostuvo que aún en medio de un sistema centralista, sí se han logrado avances en materia de democracia y señaló que, producto del empeño de los opositores al PRI, desde 1997, el presidente en turno dejó de tener control absoluto en el Congreso de la Unión y a partir de este sexenio, tampoco a nivel de gubernaturas, porque hay 17 mandatarios surgidos de partidos distintos al tricolor.
Santiago Creel y José Antonio Crespo, otro invitado, coincidieron en que el actual sistema de partidos está pensado para fragmentar en lugar de generar unidad, reiterando que “éste país ya no puede ser gobernado por un solo hombre, se tienen que cambiar reglas y condiciones”.
Pero aún con todas esas explicaciones y visiones en busca de convencer a los ideológicamente contrarios, el rector de la UAP pidió entonces mostraran los mecanismos mediante los cuales se trabajaría con apego a la Constitución General de la República en lo que toca al federalismo.
Porque en todo caso, antes de pensar en un cambio de sistemas y formas de gobierno, se debería trabajar sobre reformas constitucionales actuales, aspecto no tan sencillo por resolver. Bajo su punto de vista, el frente amplio pareciera llevar como primer fin, vencer a dos oponentes, al PRI y a Morena.
El “bronco” concluiría aceptando que buena parte de su vida fue un empedernido alcohólico y que antes de pensar en cambiar el destino de los demás, debió cambiarse a sí mismo y por lo tanto, estimó que eso es lo primero que tienen que hacer aquellos que dicen, transformarán los cimientos políticos bajo los cuales ha caminado la nación durante siglos. Las exposiciones resultaron interesantes, porque en algunos términos, se exigió llegar a profundidad en la propuesta del frente amplio.