La permanente crítica, tanto en lo local como a nivel nacional a través de los medios de información, ha obligado a algunas autoridades a darle seguimiento al conflicto derivado de la mala construcción del Paso Exprés de Cuernavaca y ahora se habla ya de ir en contra de los responsables.
Aquí se deberá actuar en dos o tres vertientes, para que la sociedad agraviada logre tranquilizarse un poco y entre otras cosas se tendrá que obligar a los responsables de ese mega fraude a devolver la copa, algo así como unos 700 millones de pesos que son los sobreprecios y facturas pagadas sin ninguna justificación.
En segundo término, hay que corregir todos los desperfectos ya detectados por la Secretaría de la Función Pública y que son demasiados; y, tercero, iniciar las denuncias legales que correspondan contra los presuntos involucrados. Esa sería la forma de resarcir algo de daño, aunque existen consecuencias irreparables, como en lo que se refiere a la pérdida de la vida de los Mena, padre e hijo.
Resulta medio extraño que sea el propio titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, quien advierta que se aplicará el castigo que en ley corresponda, porque a juicio de muchos observadores, él mismo se encuentra en la línea de fuego.
Si en verdad el señor no tuvo participación en los beneficios del desvío de recursos, en la ausencia de planeación y desarrollo de los trabajos, así como en la asignación de los contratos a las empresas participantes, entonces significaría que alguien le picó los ojos, se lo llevó al baile sin darle a conocer lo que pasaba.
Eso suena extraño, porque jerárquicamente Ruiz Esparza tenía el deber y obligación de darle seguimiento y vigilancia al proyecto. Igual y puede defenderse con aquello de que hay muchas inversiones en desarrollo a nivel nacional y que no le da tiempo de ver de cerca a cada una de ellas, algo que no es una justificación, porque su obligación es estar en todos lados, por lo menos a través de sus colaboradores. Y además, como dice la ley, el desconocimiento de las cosas no lo hace inocente.
Sin embargo, habrá que darle el beneficio de la duda y esperar si efectivamente va en serio. Incluso habla de un plazo de 45 días para entregar resultados en ese sentido y no sólo a “servidores públicos” de su dependencia; incluye a empresarios y a funcionarios estatales, en este caso de Morelos.
Claro, es de advertir que sus declaraciones han sido prácticamente obligadas, porque ha tenido que dar la cara ante los medios de información a partir de los resultados que ofreció la SFP. Especialmente porque uno de los rotativos nacionales le dio primera plana al tema durante dos días seguidos y eso forzó una posición; de todas maneras, en algo se deberá terminar a fin de bajarle nivel a un asunto que continúa siendo del interés más allá de los límites de Morelos, aún en medio de temas obligados como el del terremoto o el efecto de los huracanes en el sureste mexicano.
El Paso Exprés es una “piedra en el zapato” para el mismo presidente de la república Enrique Peña Nieto y por lo tanto las instancias gubernamentales no tienen otra salida que enfrentar la crítica con acciones contundentes y si Esparza quiere salvar el cuero, pues sacrificará a muchos de sus subalternos y llamará a cuentas a los constructores que actuaron con deshonestidad.
Sin embargo, a pesar de que el escándalo lleva ya semanas, no vemos acciones efectivas de corrección en la vialidad. Sí se observa a vehículos, algunas máquinas y trabajadores en ciertos tramos, desarrollando supuestos trabajo de mejora, pero son casi invisibles; siguen cerrados a la circulación los cuatros carriles centrales, que por reclamo popular, deberán ser abiertos a todo tipo de tránsito.
Y en donde se registró el socavón se aprecia más movimiento, pero tampoco se ve avance, a menos que todo lo que se hace sea subterráneo, porque hacia afuera no hay nada. Los constructores salieron con que en esa zona levantarían un puente elevado que quedaría terminado en un plazo de tres meses.
La desgracia ocurrió el 12 de julio, de ahí a la fecha llevamos ya dos meses y tres días, les quedan 27 días para cumplir su palabra, por eso llama la atención que no se comiencen a ver los soportes del puente ¿o acaso ha sido otro engaño para salir del paso? No lo dudamos.
Son demasiados los millones de pesos que están bailando; ya lo decíamos, tendrán que reintegrarlos a las arcas públicas porque se trata de dinero del erario. La cosa es que seguramente ya se lo gastaron, aunque ese es problema de ellos. Y si esos fondos ya fueron liberados ¿qué uso se les va a dar en caso de su reintegro? Ojalá que se destinen para alguna inversión más en bien de nuestra entidad.
Decíamos que no será nada sencillo para los empresarios resarcir el desfalco económico, porque Aldesem y Epccor subarrendaron la mayor parte de los trabajos, entonces alguna parte del dinero se lo llevaron esos subcontratos y habrá que corretear a los encargados de las constructoras más pequeñas para las devoluciones.
Bueno, ha quedado claro que los consorcios no poseen ni maquinaria suficiente ni del tamaño que demandan acciones como la del Paso Exprés, porque ellos únicamente amarran contratos y negocian con las instancias gubernamentales. Luego distribuyen la carga con una serie de constructores de menor rango que son los que realmente hacen las obras.
Desde luego que sólo se necesita de algo de voluntad de los defraudadores para intentar recuperar la credibilidad perdida; debe tratarse de acaudalados personajes que siguen haciendo fortunas con millonarios contratos como el referido, en donde lavan dinero a lo bruto. Mire que llevarse –adicionalmente a las ganancias ya previstas- cerca de 700 millones de pesos, no es para nada una cosa menor.
Esta película que se antoja de fantasía, nos da más o menos una idea del manejo que oficialmente se le da al pago de nuestros impuestos y nos hace entender un poco porqué estamos como sociedad, tan amolados, sin obra pública o pésima calidad de servicios. Lo que llega vía recaudación, se queda en unas cuantas manos privilegiadas, hacia abajo sólo caen migajas, como en la mesa del rico.