Adicional al apoyo espontáneo de la sociedad, como que las instituciones comienzan a orientar la mayor parte de sus esfuerzos a contribuir a fin de llevar apoyo y ánimo a quienes perdieron gran parte de su patrimonio familiar, construido a través de décadas de sacrificio, pero que el sismo del pasado 19 de septiembre les despojó en unos cuantos segundos.
Y se observa que ya los propios damnificados comienzan a levantar la cabeza, a comprender que lo más prudente en situaciones como ésta, es darle vuelta a la página y reiniciar las labores cotidianas porque el tiempo no se detiene y seguramente que para la mayoría de aquellos que se vieron damnificados, representará mucho más trabajo recuperar parte de lo logrado hasta ahora.
Ojalá que las instituciones gubernamentales hagan lo que tienen que hacer; que en verdad ejerzan con toda transparencia el dinero que a partir del erario público o de donaciones se viene acumulando para bien de esos mexicanos en desagracia y no aprovechemos el dolor ajeno para continuar sacando ventajas personales.
Lo decimos porque ya se manejan imágenes en redes sociales de personajes de la política entregando despensas de origen ciudadano con la finalidad de quedar bien frente al electorado. Eso debe ser objeto de condena pública; si alguien quiere lucirse, que lo haga a partir de fondos propios, lo demás es adornarse con sombrero ajeno.
Pero decíamos que tanto la Federación como el gobierno del estado, a través de algunas de sus dependencias vienen anunciando ayudas en distintas vertientes; la delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y sus distintas áreas de atención al pueblo ofrecieron números ayer, haciendo hincapié –en un acto que tristemente parecía de promoción electoral del delegado- en que se cuenta ya con instrumentos para llevar comida, insumos para preparar alimentos, incluso dinero para la adquisición de materiales de construcción que en una tercera etapa del plan de rescate se van a requerir.
Paralelamente, la Secretaría de Desarrollo Económico anunciaba dinero en efectivo; a decir, 10 mil pesos a fondo perdido para negocios pequeños que tienen algunos problemas en su construcción; créditos desde dos mil 500 hasta 30 mil para establecimiento medianos y a partir de gestiones con la Federación ayudas vía préstamos que van de 150 mil a 500 mil pesos, con réditos simbólicos para empresas de mayor rango.
Asociaciones, tanto locales como nacionales, de parques acuáticos y balnearios anunciaron la realización del XX congreso nacional en esa materia y ahí nos pareció que se dijo algo bastante importante. Tiene que pasarse de las lamentaciones a las acciones; no se pueden seguir esperando milagros. El estado necesita reactivarse en todos los sentidos y uno de ellos es el turístico a partir de la existencia de 44 parques acuáticos que son un atractivo para miles de visitantes, particularmente de la Ciudad de México, ya sea los fines de semana o en temporada de calor.
Los comentarios se hicieron debido a que había algunos empresarios del ramo que consideraban inapropiado participar del congreso nacional, a partir del desastre causado por el sismo, que también alcanzó a muchos balnearios. La posición mayoritaria fue que por el contrario, se tiene que mandar una señal al exterior de que las instalaciones e infraestructura de prestación de servicios en Morelos están funcionando, a fin de que el flujo turístico continúe porque el descenso en esa materia ha sido magno.
A la rueda de prensa acudieron, entre otros, el representante de Jardines de México, Daniel Altafi; Fernando Álvarez, quien ha sido ya presidente de la asociación nacional de balnearios; Donaciano Hernández, presidente de la asociación de hoteles del estado, y Mario García, actual presidente de la Asociación de Parques Acuáticos y Balnearios en Morelos (Apabam).
No obstante, ahí se habló de la necesidad de que se trabaje a marchas forzadas para arreglar los accesos a la entidad para poder pensar en la mejora turística y el comentario obligado fue que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) tendría que mostrar algo de responsabilidad en lo que le corresponde y hacer las correcciones en el paso exprés.
Hemos insistido mucho en lo anterior, como que el incumplimiento continúa; no se aprecian mayores avances en la mejora de la vialidad y los cuatro carriles centrales siguen cerrados a la circulación, cuando se supone que había fechas y plazos muy concretos para hacerlo funcional al cien por ciento.
Y es que se trata de un acceso fundamental para quienes vienen de estados aledaños, para acelerar el arribo a sus respectivos destinos. El reclamo es porque como decíamos, frente al tamaño del fenómeno y el daño causado, se necesita de un trabajo armónico de todas las instituciones oficiales; no se vale que algunas sigan mostrando nula responsabilidad y seriedad en las áreas de su competencia.
En lo particular, Cuernavaca vive en estos momentos un caos en lo que a vías internas de comunicación se refiere; ya sea por el desarrollo de algunas obras o por daños estructurales en ciertos edificios céntricos, el primer cuadro de la ciudad está intransitable, además de que algunas arterias cambiaron de sentido en su tránsito.
No está mal la estrategia, a fin de medio resolver el problema, sólo que quienes conocemos la metrópoli sabemos cómo están las cosas, sin embargo quienes vienen de fuera tienen serios problemas para llegar a sus destinos previstos, porque además tampoco hay un buen esfuerzo de orientación por parte de los agentes de tránsito.
Un tramo de mucho flujo es el de la avenida Morelos, en el primer cuadro; sigue cerrado y eso genera toda clase de problemas a los turistas. Se tendría que hacer algo para evitar molestias, porque lo que requerimos de urgencia es reactivar la economía, pero de manera integral.
Incluso por encima de lo anterior la capital del estado muestra signos graves de deterioro en la mayoría de su red vial; calles, avenidas y callejones exhiben daños enormes en la carpeta asfáltica que reclaman un intenso esfuerzo de recuperación y no sabemos que se tenga programado algo así en el corto plazo.
Todo eso inhibe la llegada de visitantes y nuestro territorio se alimenta en mucho del dinero del turista, por eso se requiere aplicar una cirugía mayor para recuperar su vitalidad e imagen, que igualmente se antoja algo deteriorada, de algún modo, por los estragos causados por las fuertes lluvias del temporal.