Los desencuentros que vienen dándose al interior del Partido Acción Nacional (PAN) se asemejan mucho a los conflictos que llevaron al Partido Revolucionario Institucional (PRI) a perder el ejercicio superior del poder en el año 2000. La disputa de las posiciones más importantes entre “compañeros” de partido los está hundiendo.
La queja de Margarita Zavala, esposa del ex presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa, si es que toma distancia, acabaría partiendo en dos a esa institución que por sí sola traía buena tendencia en las posibilidades de regresar a Los Pinos en la justa del año que viene.
La realidad es que bajo esas circunstancias, los números se reducirán dramáticamente, porque si bien es cierto que se reconoce una mejor puntuación del dirigente partidista Ricardo Anaya –que aparece como el malo de la película- la señora les significaría una pérdida igual o mayor que la que sumarían con los otros partidos del famoso Frente Amplio Opositor.
Y decimos que no aprenden de los errores del vecino, porque el tricolor perdió el control institucional, no porque la oposición realmente creció de tal manera que lo echó fuera de Palacio Nacional, sino debido a sus problemas entre ellos mismos. Si bien la masacre estudiantil de 1968 alimentó la animadversión popular, no fue suficiente como para acabar con un sistema que se perpetuó por más de 71 años.
Los asesinatos de Estado –visto bajo la óptica popular- de José Francisco Ruiz Massieu, que había sido gobernador de Guerrero y era en ese momento secretario general del CEN; del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo de Guadalajara y que había pasado por la catedral de Cuernavaca en calidad de obispo, así como el crimen del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, dieron la puntilla para que en el 2000 los azules se instalaran en la casa presidencial del país.
Eso es todo, no le demos más vueltas; los grupos monopólicos en el priismo fueron al extremo en una batalla del todo por el todo y se hundieron por 12 años; ahora vemos a una parte importante de Acción Nacional a punto de salir, con las consecuencias que todo eso representa.
El origen es el mismo: el líder nacional Ricardo Anaya, como lo hiciera Roberto Madrazo en el 2000, precisamente se convirtió en juez y parte; aprovechando su posición en el CEN, busca quedarse con la candidatura presidencial pateando a quien se le oponga. Zavala se siente agredida en sus derechos, más aún que como panista tiene más merecimientos y tampoco quiere dar un paso atrás.
Ya hemos reiterado hasta el cansancio que eso del frente, más que buscar sacar de nuevo de Los Pinos al tricolor, va pensado en cómo impedir la llegada a la presidencia de la república de Andrés Manuel López Obrador; sólo que así como andan, de muy poco le servirán al sistema priista que regresó y pudiera quedarse mucho tiempo más después del 2018 al frente del Poder Ejecutivo federal.
Todo eso tendrá repercusiones en Morelos, en donde el PAN trae muy perfilado como aspirante al gobierno local al legislador federal Javier Bolaños Aguilar. Éste, sabemos, se sentía casi desplazado luego de los acuerdos contemplados en el Frente Amplio Opositor, porque en uno de los puntos, se especificaba que donde gobernara el partido en turno, le correspondería decidir sobre el candidato.
Pero ahora parecen haber cambiado las cosas y hasta donde se sabe, Bolaños vuelve a tomar ventaja, debido a que acá el panismo ha condicionado secundar el Frente si son ellos los que deciden quién va a la gubernatura; de otra manera preferirían ir solitos.
Incluso, hará cuestión de tres o cuatro días, el propio Bolaños se reunió en Cuernavaca con el ex gobernador Marco Adame Castillo y la postura fue precisamente ésa; van en la alianza, pero con candidato suyo y se van acaso en acuerdo, pero con algunos partidos menores.
MOVIMIENTO DE FIGURAS
Y en el mismo tema político, desde otras trincheras se observan muchos movimientos y persiste la versión de que el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), mantiene tendencias positivas a nivel local, pero eso dependerá mucho del método que apliquen en la selección de cuadros.
Las posibilidades de ganar alcaldías y diputaciones en las elecciones del 2015 se vinieron abajo precisamente cuando cundió la decepción por la imposición burda que se registró, llegando al ridículo de sacar algunas candidaturas vía tómbola. Lo malo es que ya el líder moral y casi candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador puso el mal ejemplo, sacando de la jugada en la búsqueda de la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, a Ricardo Monreal, que traía la mayor fuerza.
En algunas zonas o distritos y alcaldías, Morena trae personajes que garantizan alta rentabilidad electoral.
En Cuernavaca, sin duda que el mejor cuadro es el ya ex candidato a la presidencia en la justa del 2012, José Luis Urióstegui Salgado; sólo que las señales van en el sentido de que la dirigencia estatal en manos de Miguel Lucia Espejó quiere imponer a costa de lo que sea al empresario Alejandro Mojica Toledo.
Si eso resulta cierto, pues comienzan a tropezarse con las mismas piedras. Tenemos entendido que algunas de estas decisiones las está tomando el senador Rabindranath Salazar Solorio, a quien se le considera ya virtual candidato de ese instituto a la gubernatura. Habría que ver cuáles son sus razones, pero el hecho es que son errores que le pueden costar la diferencia entre ganar y perder la elección estatal.
La capital significa mucho en el caudal de sufragios que requiere un partido para ganar el gobierno. Es aquí donde se tiene que calcular muy bien el terreno, a fin de fortalecer tendencias, sin embargo la condición humana de favorecer a amigos, compadres o cómplices, puede desvanecer el buen ánimo que traían y mandarlos otra vez a una tercera o cuarta posición, como pasó en el 2015, cuando ya sentían tener en la bolsa la comuna de Jiutepec y se les escapó.