Sin embargo, ateniéndonos a sus antecedentes, observamos a personajes como el senador chuchista Graco Ramírez Garrido guardar silencio frente a tanto suceso desafortunado que en otros tiempos utilizó con creces para beneficiarse de diversas maneras.
Aquellas marchas de protesta denominadas "del silencio" que promovió durante la administración de Jorge Carrillo Olea fueron con base en el asesinato de un delincuente conocido como "el moles" que fuera “levantado” por la Policía Ministerial en Yautepec y trasladado al estado de Guerrero.
Claro, se hacía énfasis en el delito del secuestro que desde el centro del país le promovieron al general con la decisión de quitarlo de en medio, pero Graco fue protagonista central de todo aquello.
Hoy, sólo en lo que va del año nos aproximamos a 100 ejecuciones y el señor senador brilla por su ausencia, ¿en dónde está el compromiso de luchar por los derechos humanos, la paz y la tranquilidad que le caracterizó en el pasado? Por el contrario, actualmente mantiene actitudes de complicidad y complacencia ante la incapacidad de autoridades competentes en la materia para intentar por lo menos resolver este crucigrama.
Esas actitudes sólo nos llevan a confirmar sendos acuerdos no siempre bien intencionados con la administración gubernamental en turno, llámese estatal o federal, con lo que muestra que por encima de cualquier cosa, están sus intereses muy personales.
Pero mientras esconde la cabeza para no hablar del tema de inseguridad, mantiene una campaña abierta en sus añejas ambiciones de contender por la gubernatura estatal el año entrante, a pesar de que cuenta con mucha animadversión al interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el estado.
Viene "apadrinado" por los chuchos que siguen trabajando un proyecto político-electoral dictado desde la presidencia de la república, aunque ello esté poniendo en riesgo a buena parte de la izquierda en el país, que no comparte tales complicidades.
Y como no descartan seguir siendo aliados de la derecha, el señor mantiene esa posición complaciente con la esperanza de ser él quien encabece el frente común panista y perredista.
Aunque hay muchas voces que, conociendo el antepasado de Graco, sostienen que al final buscará negociar el espacio con la condición de que le repongan todo lo que ha gastado en su promoción.
Por cierto, hablando de ello, en el Congreso local tienen información en el sentido de que esa precampaña que desarrolla en toda la entidad a través de spots radiofónicos y espectaculares, está siendo financiada por una institución de educación superior a la que afirma haberle gestionado fondos de la federación.
¿Sería posible tanta maldad y perversidad? Desde luego. Le conocemos y sabemos de qué es capaz. Aquí lo criticable y enjuiciable será que desde este espacio educativo se presten a tales marrullerías, dilapidando dinero que es tan necesario para cubrir parte del rezago histórico que en materia presupuestal se tiene.
Pero imagínese señor lector, esta clase de personajes son los que nos quieren gobernar. El problema no son ellos, sino los electores que quizás por desconocimiento de su pasado les den su voto.
Pero volviendo a los comentarios del principio, el tabasqueño no ha hecho alusión alguna al asunto de la inseguridad, y mire que hay personajes muy conocidos entre los sacrificados, es decir, hay mucha tela de donde cortar para quien en su oportunidad hizo gala de escándalo.
Sólo que en aquel entonces desde el despacho de quien fungía como presidente de la república, Ernesto Zedillo Ponce de León, salían sendos apoyos para financiar el movimiento en contra de JCO por conflictos insuperables entre los grupos de éste y los del antecesor, Carlos Salinas de Gortari.
Bueno, la Secretaría de Gobernación dispuso de una flotilla de autos a favor de esos personajes mercenarios que ofrecieron realizar el trabajo sucio para que Zedillo concretara el objetivo.