Es más, quienes hemos buscado profundizar en las causas de aquellos tiempos aciagos tenemos la certeza de que mucho de lo ocurrido en relación a secuestros era parte de la estrategia del entonces presidente Ernesto Zedillo para reventar al general y por cierto, uno de los que hoy aspiran a la gubernatura, Graco Ramírez, sabe muy bien de ello, resultó ampliamente beneficiado, en materia económica. Sobre todo, se trató de una coyuntura desafortunada que tampoco duró tanto, fue en promedio un año y medio de altos grados de inseguridad, pero ahora llevamos más de cinco años y no le vemos el final, con connotaciones mucho más complicadas, porque ya no se trata únicamente de secuestro, de robo en todas sus modalidades, violaciones, tráfico de drogas, homicidios sin límite y ya en el extremo, la dominación del delito organizado sobre la propia autoridad constitucional que viene cediendo espacios de gobernabilidad.
Bueno, el pasado nueve de los corrientes, mientras se anunciaba la puesta en marcha del operativo especial “Morelos Seguro”, se perpetraron tres o cuatro robos a instituciones bancarias, en una especie de desafío al orden constitucional y a las leyes. Ojalá que aquí no ocurra lo mismo que en otras entidades, que la presencia de los militares provoque la reacción de los delincuentes, elevando el índice de criminalidad por lo menos mientras se recupera el control. La sola presencia de la milicia puede inducir a la huida de muchos hampones, eso es lo que se espera en primera instancia, es decir, generar el efecto cucaracha, porque por el momento ha sido lo contrario, es de otros estados de donde se vienen filtrando gavillas de cuatreros a la entidad por la falta de fuerzas del orden público.
Pero de todos modos, luego de más de cinco años de zozobra vemos bastante difícil que se logren apaciguar los ánimos, el cáncer de la maldad se ha extendido a todos los rincones de nuestro territorio, aún en las comunidades más pequeñas se aprecia la presencia de grupos de vándalos y jóvenes sin destino ni rumbo que deambulan por todas partes, especialmente al caer la noche que es cuando cometen todo tipo de fechorías. Pero ¿Cómo es que comenzamos a perder los valores y a permitir tanta arbitrariedad?, el propio régimen comenzó a dar el ejemplo, como gobernados empezamos a enterarnos de todo tipo de actos de corrupción que daban muestra de acciones inmorales de quienes debían pregonar con el ejemplo.
Hará cosa de 25 o 30 años, la sociedad tenía un respeto y aprecio por los que gobernaban un municipio, el estado o la nación, que llegaba a casos extremos, poder saludar de mano a un personaje de los altos niveles políticos era un orgullo y formaba parte de las buenas anécdotas que se platicaban a los hijos, nietos y demás descendientes. Pero cuando comenzamos a ser testigos de la descomposición, ambiciones y perversión del gobierno en todos sus niveles, la pérdida de valores se generalizó al interior de la población y si a ello le agregamos falta de oportunidades de empleo, insuficiencia de espacios para atender a jóvenes y a niños en materia educativa, una desintegración familiar que ya alcanza estadísticas alarmantes, podemos entender un poco porque estamos tan mal.
Los grupos delincuenciales empezaron a encontrar un campo fértil para hacer florecer la estructura de sus organizaciones, miles, millones de muchachos sin una orientación o proyecto de vida buscan refugio fácil en la delincuencia porque les da buenos dividendos económicos así sea a costa de su propia vida, porque la absoluta mayoría de esos cerca de 70 mil muertos producto del delito organizado, son seres menores a los 30 años. El operativo “Morelos Seguro” por supuesto que no es el remedio a nuestros males, lo único que hará será disminuir un poco el fenómeno de inseguridad, pero sin resolver las causas de fondo, es la mejoría de la economía popular lo que nos llevaría a un escenario distinto y permanente.
Cuando toda familia tenga cubiertas sus mínimas necesidades, los hijos puedan acudir sin mayores problemas a recibir su preparación para la vida, tengan garantizado un espacio laboral acorde a su preparación, entonces estaríamos en la antesala de la recuperación de la tranquilidad y del estado de derecho. No observamos hoy ningún esfuerzo serio que nos lleve resolver estos conceptos, por lo tanto el instrumento de la fuerza vía las armas será parcial e incompleto, sin embargo, no hay peor lucha que la que no se hace y habrá que conceder el beneficio de la duda. Viene una renovación de estructuras de gobierno, desde la presidencia de la república, la esperanza de la mayoría del pueblo mexicano es que la transición de poderes sea el primer instrumento para recuperar el control mediante un cambio de estrategias en el combate a la delincuencia, el puesto en marcha hoy no funcionó y así terminaremos el mandato, es decir, casi todo este año.