Bueno, las cosas llegaron a tal extremo, que a diferencia de todos aquellos que fueron presidentes, Miguel Ángel supo que no tenía ninguna posibilidad de buscar la reelección y se hizo a un lado para que no le pasaran por encima, porque de todos modos ya estaba fuera de la jugada.
En mal momento fue promovido al cargo, en realidad nunca le vimos nivel para esta responsabilidad y en la práctica lo demostró, utilizó el golpeteo interno en contra de su antecesor Ricardo Rosas Pérez para lograr sustituirlo, lo acusó de una serie de irregularidades que nunca pudo probar, pero finalmente lo que quería era hacerle un boquete para debilitarlo.
Claro, para ello contó con aliados a los que tempranamente defraudó, porque arribó apoderándose de muchos espacios para su propia familia, utilizó la Presidencia para beneficiarse económicamente sin mucho recato, porque todo mundo se dio cuenta y comenzó a remar contra corriente.
Su caída era inevitable, pero más a estas alturas de un periodo sexenal, cuando ya las fuerzas políticas emergentes están tocando la puerta para la sustitución de poderes, así que por lo que sabemos Lara Chávez es ya producto de una negociación entre quienes vienen preparando la entrega recepción desde Palacio de Gobierno y aquellos que llevan la certeza de que a partir del primero de octubre, comenzarán a ejercer el poder público.
Y se nos antoja una acción incluso congruente del gobernador Marco Adame Castillo, porque intentar imponer a alguien a cuatro meses del final se antojaría imprudente y llevaría a una lucha de desgaste sin sentido, mejor sentarse a la mesa, negociar y llevar las cosas en paz.
Una cosa queda clara, el TSJ es un espacio partidizado, difícilmente se podría negar que Gobierno y partidos políticos, desde sus representaciones en el Congreso local, operan la entrada o salida de magistrados, aquello de poder autónomo es sólo de dicho, en la práctica las cosas no son así, cada instituto político cuenta con un grupo de afines que defienden sus posturas e intereses cuando se hace necesario.
Ahora bien, ¿es esto sano? Consideramos que no, porque ya viene ocurriendo en el Congreso del estado, desde ese reducto de poder, se esconden y protegen muchos intereses, no siempre legales y sanos, en esencia no hay autonomía y libre determinación y esto opera en contra de los gobernados.
Pero en este caso se tiene que conceder el beneficio de la duda, habrá que ver como se desempeña la ahora magistrada presidenta, sí consideramos que por lo menos encabezará una gestión mejor y en mucho que Miguel Ángel, difícilmente puede haber alguien peor.
Y en estos detalles que parecen insignificantes -en relación a una posible negociación entre quienes se van y los que llegan-, pareciera irse consolidando la visión de que los resultados de la elección del primero de julio andan prácticamente definidos y sólo es cuestión de tiempo.
Estos enroques anticipados o avanzadas, como usted les quiera llamar, los percibimos previas las elecciones de aquel julio del 2000, cuando era inminente que el Partido Acción Nacional (PAN) se instalaba en Palacio con Sergio Estrada Cajigal.
Gobernaba los últimos dos años que le correspondían al sexenio de Jorge Carrillo Olea, su tocayo y actual candidato del PRI a la comuna de Cuernavaca, Jorge Morales Barud, y poco más de un año antes, es decir por ahí a mediados de 1999, se cedió la entonces Oficialía Mayor a Julio César Díaz Díaz, a quien ubicamos meses después como un prominente panista.
En este momento, el señor es el titular del Consejo Estatal de Población Morelos y también en la Dirección Estatal de Protección Civil se otorgó la titularidad a otro panista, es decir se dieron acuerdos mucho antes de la llegada de la alternancia y lo que estamos observando es algo similar a lo acontecido hace 12 años, pero hoy en sentido contrario. La política es así, quienes en este momento tocan el cielo al paso de los años tocan fondo y es una especie de historia sin fin, sí por lo menos desde que la sociedad aprendió a entregar y quitar el poder y decidió acabar con el partido hegemónico.
Bien por Adame Castillo, a esos niveles políticos se sabe con certeza por donde van las cosas, nosotros desde abajo muchas veces damos palos de ciego, pero ellos que toman las decisiones tienen la información precisa y difícilmente se equivocan, así que lo más sensato es ir generando acuerdos para una entrega-recepción correcta y con ello además lograr una salida sin grandes contra tiempos.
Es decir, conforme a lo que hemos podido advertir, el cambio de mando en el TSJ obedece ya a un escenario a futuro, la actual administración de Gobierno con madurez ha tomado las cosas y aceptado que su tiempo se acabó, estos son ciclos con fecha fatal, aquí no hay mañana, el primero de octubre Morelos estrenará nuevo gobernador, todo indica que ya no será azul y que se dará una nueva alternancia, pero es parte de la evolución político-electoral.