Hay bastantes elementos que llevan a considerar una reacción colectiva contraria a quienes ejercen poder, sobre todo a nivel de presidencias municipales, gubernatura y también gobierno federal, porque no hay recompensa alguna por el pago de impuestos.
Hemos dicho muchas veces que quedaron atrás aquellos años en los que desempeñar un cargo público o de elección ofrecía prestigio, liderazgo y desde luego ventajas económicas inherentes al ejercicio del poder. Hoy la estrecha disponibilidad de recursos públicos para satisfacer demandas ciudadanas, genera efectos contrarios, se van sumando enojos y repudio.
Ya en las elecciones del 2009 se apreció un comportamiento electoral bastante claro, en esa justa el panismo, que todavía gobernaba Morelos en la mayoría de las posiciones, incluyendo la gubernatura, perdió casi todos los ayuntamientos que conservaba hasta esa fecha y desde el 2000.
Nadie pensaba el alcance que llegaría a tener de nueva cuenta el priismo local, se adueñó del 90 por ciento de los espacios a nivel de alcaldías, diputaciones locales y federales, a los opositores sólo les dejó las plurinominales, en el caso de los diputados.
¿Y por qué se dio algo así?, pues el Partido Revolucionario Institucional (PRI) había dejado de ejercer poder desde el 2000, logró recuperar imagen, fuerza y pudo regresar como en sus mejores tiempos, pero poco les duró el gusto, en tres años volvieron a ser castigados porque no supieron capitalizar la oportunidad. Aquella legislatura local sigue siendo el mal ejemplo histórico, los mismos tricolores se disputaron las posiciones en la cámara, exhibiendo ambiciones desbordadas.
Pero hoy tienen otra vez la oportunidad de mejorar su presencia, precisamente porque no están gobernando, acaso en unas cuantas presidencias municipales, la mayor, Cuernavaca, que es de trascendental importancia en el contexto de esa elección.
Es el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y las fuerzas de izquierda las que se encuentran en riesgo para el año entrante, sin importar que llegaran con ciertas ventajas frente a los adversarios, porque al menos disponen del manejo institucional para poder usar todo tipo de recursos en pro de sus cuadros, pero igual y eso tampoco es suficiente.
Podemos referirnos a ejemplos bastante claros en donde el elector no tendrá ninguna razón para ratificar su apoyo a candidatos del partido que gobierna, comencemos por Temixco. Hoy en día el edil Miguel Ángel Colín es objeto de todo tipo de comentarios adversos por el grado de perversión en que ha metido al Ayuntamiento, no hay obra, la inseguridad cabalga por todos lados a pesar del Mando Único. Al interior hay media docena de posiciones clave en manos del “Grupo Taxco” que va a dar mucho de qué hablar en su oportunidad, el señor no es quien manda ahí porque entregó la plaza.
Jiutepec es otro mal ejemplo, a la alcaldesa Silvia Salazar le quedó grande la silla, como dice la canción, muy tempranamente cayó de la gracia de las mayorías, sobre todo porque hizo hasta lo imposible para cubrirle las espaldas a sus antecesores que salieron por piernas, especialmente Miguel Ángel Rabadán Calderón, había elementos suficientes como para que estuviera tras las rejas, no pasó nada.
Bueno, más bien quien se ha venido defendiendo un poco y por lo menos dejó atrás los escándalos que llegaron a protagonizar sus antecesores, es el de Cuautla, Jesús González Otero, como que viene sorteando el vendaval, sin embargo financieramente tiene problemas.
Pero a nivel estado el ambiente tampoco es de bonanza, el área de obra pública está muerta, sólo acciones mínimas a nivel colonia o barrio, pero la infraestructura de desarrollo no aparece, el sector privado mantiene un silencio que va a hacerse visible el día de la elección, llevan demasiados reclamos callados, una buena parte de esa planta productiva ha tenido que cerrar cortinas por la dificultad para continuar vigentes, la cosa no es nada fácil para ellos, pero han optado por aguantar y esperar el momento adecuado para cobrar facturas.
En torno al gobierno federal tampoco es distinto. Si bien es cierto que las acciones mayores a desarrollar en Morelos vienen de esas esferas, por las razones que sean, tampoco han logrado significativos avances como en el caso de inversiones de ampliación carretera La Pera-Oacalco, igual que la autopista Siglo XXI, siguen detenidas, sólo se hicieron anuncios. El distribuidor vial Palmira en el Polvorín camina a paso lento, pero en contra parte la mayoría de las reformas no cayeron bien, no se diga la fiscal, a ello se deben buena parte del cierre de establecimientos comerciales, por ejemplo.
A los tres niveles de gobierno les queda un año por delante para poder justificarse ante los gobernados, si no cambian las cosas y el ambiente continúa como ahora, el voto de castigo orientará el resultado electoral, ahí pudiera incluso darse una sensible recuperación del Partido Acción Nacional (PAN) que a pesar de haber perdido casi todo en la justa anterior, el no estar gobernando lo puede hacer atractivo para muchos.
Habría que ver cuál es la tendencia a nivel nacional, pero en nuestra entidad el pueblo no está contento con los resultados que sus autoridades les están dando, simplemente porque no hay resultados, pero sí gasto corriente excesivo. Todo el presupuesto se lo están llevando en salarios y necesidades internas, hacia afuera no hay más que miserias.
Por eso podemos anticipar que el pueblo volverá a recurrir al poder de su sufragio para mandar mensajes y en diversas direcciones, porque a nivel de presidencias municipales estamos observando un trienio perdido. Si a través de los años las alcaldías han sido desmanteladas no es problema de la sociedad, sino muestra de la deshonestidad desbordada, por cierto, tampoco sancionada.