El documento lo dirige al presidente de la república, Enrique Peña Nieto, a los representantes de las dos cámaras, senadores y diputados federales, así como a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el que comienza a razonar el porqué de su posición al respecto.
Refiere que de acuerdo a datos de instituciones competentes en la materia, se trata de la droga más consumida en el mundo, algo así como unos 180 millones de personas y estima que legalizar el consumo -estimamos que en dosis muy específicas, no en exceso- contribuiría a disminuir el negocio de la compra-venta del producto en el mercado negro y que además de quitarle el negocio a los grupos de delincuencia organizada, se reflejaría en la disminución de los índices de criminalidad.
Habrá que ver de entrada, si su petición tiene algún eco y respuesta de los actores a los que él se dirige, sí anticipamos que es un tema muy sensible y que pudiera provocar reacciones bastante encontradas y generar una polémica amplia a nivel nacional, el asunto sería recibido con cierto escepticismo de parte de sectores conservadores.
Como que en las grandes urbes, donde la cultura ha venido sufriendo cambios drásticos e incluso se ha generalizado el consumo de enervantes, no sólo de ese producto, sino de otros mucho más fuertes y con efectos mayúsculos, igual y hasta se aplaude, pero en provincia, en entidades menos penetradas por el pensamiento anglosajón, la cosa pudiera ser muy diferente.
De cualquier manera, de que se trata de algo bastante complicado para su análisis y valoración a fin de llevarlo al debate abierto, ni qué decir, pero el gobernador se ha distinguido por meterse en este tipo de controversias y aquí está la muestra, ya a partir de que, en la rueda de prensa del lunes pasado habló sobre el caso, está en boca de casi todos, por lo menos de aquellos que se enteraron de eso.
Pero ahora lo lleva a las alturas y eso es otra cosa, necesariamente tendría que haber repercusiones, pero existen sectores muy concretos que mostrarán un posicionamiento contrario, se nos antoja que la Iglesia católica lo recibiría hasta con enojo, algo parecido a lo que ocurre con la intención de legalizar el aborto.
Y es que se trata de un tema bastante fuerte, ya lo decíamos, seguramente que a nuestros ancestros les habría causado náuseas el solo hecho de escuchar algo así. En fin, son asuntos que de tener alguna incidencia en lo que viene pasando en el país, a fin de poder enfrentar el fenómeno de la delincuencia, tendrían que valorarse.
En los Estados Unidos, en buena parte, si no es que la mayoría de los estados, ya permiten el consumo no sólo de la mariguana, sino de otras drogas, pero con medida, ese pudiera ser el camino que se pretende, pero reiteramos, una parte considerable de la sociedad mexicana todavía no está en condiciones de aceptarlo.
Complicado escenario
Y precisamente es ese escenario de la producción, venta y consumo de drogas lo que nos tiene inmersos en una complicada situación, la violencia que se genera a partir de ello ha detenido la marcha del país, el peso se deprecia frente al dólar y hasta el petróleo sufre un descalabro en su precio internacional, o sea, los grandes males se nos acumulan y vemos cómo el eco de dichos fenómenos tienen impactos negativos en la economía.
Hay enojo popular, cualquier problema puede ser motivo para que aquellos grupos más o menos organizados tengan materia de protesta y salgan a las calles a gritar, insultar y protestar, alimentando con ello el desorden, la anarquía y hasta la ingobernabilidad.
Son tiempos de mucha agitación, pero todo tiene que ver con el insuficiente desarrollo que pega a la población en aspectos como el desempleo, los bajos ingresos, la insuficiencia de satisfactores y consecuentemente, marginación y pobreza que es propicia para que el crimen crezca.
Las estadísticas no mienten, un alto porcentaje de jóvenes que por falta de recursos económicos no estudia, tampoco trabaja, porque nadie les da empleo, acaban sumándose a las filas de la delincuencia donde se les ofrecen algunos apoyos que les dan para medio vivir, es un círculo vicioso que se tiene que romper por algún lado, de otra manera, seguiríamos en picada.
A Peña Nieto le ha tocado conducir a una nación con problemas verdaderamente gigantescos, el panismo que gobernó 12 años sólo le heredó dificultades, lo vemos en lo que se refiere a Morelos, a pesar de la supuesta guerra declarada al narcotráfico, los cárteles de la droga se multiplicaron hasta situarse por encima de las instituciones.
Ya para que ni con el Ejército y la Marina se pueda doblegar a la fiera, es porque su tamaño es enorme, y los delincuentes, claro, no todos, están tan preparados en el manejo de las armas, que no les piden nada a los de enfrente, no se diga en lo que toca al uso de tecnología, comunicación y armamento, están en primerísima línea ¿y de dónde cree usted que logran esos avances?, pues de nuestro vecino del norte, ellos son los que están suministrando de insumos a los enemigos sociales en México.
Sin embargo, no podemos bajar la guardia, aún con todas esas inconveniencias el gobierno en sus tres niveles tiene la obligación constitucional de ofrecer seguridad a sus gobernados y eso es lo que demandamos, si hubo quienes entraron en complicidad con la maña, no es problema de la ciudadanía, algo tendrán que hacer para revertir el fenómeno, que ya nos ha golpeado en lo que se refiere a nuestra imagen a nivel internacional. Claro, el caso Ayotzinapa es el pretexto mayor para que los antagónicos al gobierno hagan de las suyas.