Es presumible que detrás de esos hechos debió haber algo muy delicado, como para que las mismas autoridades no hayan, hasta ahora, querido hacer públicas algunas informaciones, porque de que saben cuál fue el móvil y quienes los autores materiales e intelectuales, ni que decir.
Decimos esto porque los más recientes informes oficiales, derivados de las investigaciones y que además concuerdan con referencias de una fundación, llevan a la hipótesis de que fueron los miembros de la Coordinadora Estatal de Educación del Estado de Guerrero (CETEG) los que los habrían llevado al matadero.
Pero además, es de considerar que esta línea de investigación apenas comienza a dar señales, debe haber muchos más datos que muestren el razonamiento del porqué de esa decisión de los maestros radicales de desviarlos del camino original al que se dirigían en aquella fecha fatal.
Lo que se menciona es que salieron de la Normal, se dirigían a la capital del estado, Chilpancingo, no a Iguala. La intención era secuestrar camiones para acarrear gente a una marcha que se llevaría a cabo en la ciudad de México con motivo del dos de octubre, aniversario de la matanza en Tlatelolco.
Se agrega algo más, que esa corriente del magisterio solía utilizar a los estudiantes para todo tipo de movilizaciones y protestas, sobre todo, para conseguir transporte, como habría sido en esta ocasión, ya que necesitaban trasladar gratuitamente a unos mil asistentes a la capital del país, casi todos de la CETEG.
El caso es que ya fuera del plantel les indicaron que primero pasarían a Iguala, donde los sicarios los atraparon. Se quería sabotear un evento en el que la esposa del ex edil y presunto responsable intelectual, José Luis Abarca, pensaba hacer su destape como aspirante a la comuna.
Claro, de ninguna manera se insinúa que los profesores tenían la perversa intención de entregarlos, pero finalmente habrían sido corresponsables de lo ocurrido y eso es bastante doloroso. Curiosamente es esa ala del magisterio la más incisiva, son los que vienen incitando a todo tipo de actos violentos y desobediencia, propiciando bloqueos carreteros, toma de edificios públicos, de casetas en la autopista del sol y de tantos desmanes que han afectado a miles de ciudadanos que nada tienen que ver en lo ocurrido.
Pero aún considerándole seriedad a estas recientes indagaciones, seguimos pensando que hay algo más detrás de todo. Es demasiado el desgaste que viene enfrentando la autoridad en su imagen como para tener que seguir aguantando la crítica sobre la insuficiente capacidad para resolver acciones como esta.
Y como no dan respuesta a las inquietudes, lo menos que se puede pensar es que pudiera haber más que sicarios en todo este rollo y, porqué no considerar que en este delicado tema existe una composición diversa de factores, elementos, personajes, intereses que en su conjunto encarnan un fenómeno multifacético que de ninguna manera sería extraño tratándose del históricamente convulsivo estado de Guerrero.
Es un secreto a voces que algunas normales rurales en el país han sido penetradas por la guerrilla. Es más, cuando se necesita, pareciera que los alumnos reciben adiestramiento y teoría de corte subversivo y muy en particular, esa institución guerrerense parece estar ubicada en una zona con alto riesgo de contaminación en ese sentido.
Bueno, también el CETEG exhibe alto grado de radicalismo en su comportamiento, son células proclives a la confrontación y a la agresión, sus actitudes los hacen ver como unos aliados de los grupos guerrilleros y aventurándonos, quizás pudieran ser la parte intelectual de esos movimientos.
La cosa es que la autoridad ha optado por ofrecer información a cuenta gotas sobre la desaparición de los estudiantes, incluso se sigue considerando que pudieran estar vivos, porque no se ha podido probar que fueron eliminados, y eso que se cuenta con el apoyo de gobiernos extranjeros, entre ellos, Estados Unidos.
Como quiera que sea, esto de que el CETEG, por error o lo que sea los desvió de la ruta inicial es algo que llama la atención, es decir, que moralmente tuvieron que ver el ello, habrá que ver cuál es su reacción, pero les resta calidad moral para andar abanderando protestas y reclamando justicia.
Y casi le podemos asegurar que la ascendencia que tienen sobre los actuales normalistas es porque la mayoría de ellos debieron egresar de esas aulas, tienen la misma formación y si es así, pues la relación es entendible, los muchachos los deben ver como líderes morales.
Y esa reacción tan violenta pudiera ser derivado de que se sienten obligados a hacer algo por los desaparecidos, sin embargo, tiene que haber algo más de fondo, que ni la Procuraduría General de la República (PGR) o la Secretaría de Gobernación (SG) con intervención directa en las investigaciones, quieren dar a conocer.
Es desde luego razonable que los familiares de los muchachos sigan luchando y reclamando su regreso con vida, mientras no les entreguen los restos que prueben su fallecimiento, la esperanza tendrá que seguir, sin embargo, son otros actores los que han llevado el conflicto a terrenos distintos.
Hace también algunos días se señaló en medios nacionales que la CETEG y quienes mantenían la toma de casetas de cobro en la autopista del sol ingresaban por concepto de cuotas recabadas algo así como más de 900 mil pesos diarios, ¿será que estos recursos se les entregarán a los deudos de los desaparecidos? nosotros no lo creemos, pero de no ser así, ¿Qué destino tiene ese dinero?
Como se ve, hay muchos cabos sueltos que merecen una explicación.
Radiografia del Poder
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Caso Ayotzinapa
Indicios del origen
La intervención de múltiples instituciones, tanto gubernamentales como de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) no han logrado despejar una serie de interrogantes en torno a lo que realmente ocurrió en el caso de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa -ahora 42, porque se afirma que uno fue identificado-, sin embargo, como que comenzamos a percibir indicios del origen.
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