Bueno, lo mismo, pero en un nivel mayor, se registra hoy día en la candidatura de Jaime Rodríguez Calderón alias “El Bronco” en Nuevo León, el señor va como candidato ciudadano y si las encuestas no fallan, está a punto de hacer historia, ganarle la gubernatura a los partidos tradicionales.
Pero en esta ocasión, queremos abordar otro tema, en lo referente al costo de los procesos electorales en este país, cada tres años la economía nacional -municipios, estados, el país entero- prácticamente se paraliza y no por las restricciones que en la materia establece la Ley electoral, sino porque los pocos recursos públicos que hay, son orientados indiscriminadamente para financiar campañas de toda clase de personajes que aspiran a alcaldías, diputaciones, locales o federales, senadurías y presidencia de la república, estas dos últimas, cada seis años.
¿Cuánto dinero es desviado de manera ilegal a estos aspectos?, sencillamente no hay manera de saberlo, porque a usted y a mí nos queda muy claro que las cifras que oficialmente se dan a conocer, como costos de una campaña del candidato que usted quiera, son irrisorias, comparadas con lo que en realidad se invierte.
¿Y por qué en México el precio del voto ciudadano es uno de los más caros del mundo? Aquí sí es bastante sencillo saberlo, porque quienes suelen ser promovidos para contender por alguna posición, son personajes -en su gran mayoría, no todos- de pésima calidad moral, “cartuchos quemados” que ya pasaron por responsabilidades públicas y defraudaron a sus representados o gobernados.
Lo vemos actualmente en las calles: los cuadros en competencia no encuentran la manera de despertar el interés de los electores, van tocando puertas, pero en la mayoría de los hogares les dan la vuelta, no les permiten pegar sus promocionales y acaso hacen un esfuerzo para ser decentes y no mandarlos por donde vinieron, aun que, claro, a más de uno sí los han estado regresando de mala manera.
Y desde luego que a fin de lograr medio “convencer”, recurren al recurso de la dádiva a través de la entrega de despensas, artículos del hogar, incluso dinero en efectivo, sólo así logran, y mediante el acarreo, congregar a algunas decenas de incautos a sus mítines, sin que eso sea una garantía de que van a votar por ellos.
Pero eso es lo de menos, como se puede ver, la mayor inversión se va en espectaculares –uno de ellos en la autopista o libramiento les cuesta 50 mil pesos al mes- lonas por todas partes, spots en medios electrónicos y muchas otras estrategias que suman millonadas, para que al final logren sólo unos cuantos miles de sufragios.
¿Y por qué decimos que ello se debe a la falta de liderazgo?, lo venimos confirmando en el caso de Cuauhtémoc Blanco. El señor, con pocos recursos, es uno de los que puntea en las encuestas, bueno, hay quienes consideran que puede ganar, es decir su campaña es una de las más baratas y más redituables.
En contraparte, apreciamos a otros con un nivel de derroche sin precedentes y con una escasísima utilidad, porque simplemente no se mueven, no obstante cientos de millones de pesos distribuidos por todos lados. Pero otro ejemplo todavía más claro de que la popularidad del candidato es inversamente proporcional al costo del voto, es el de Jaime Rodríguez Calderón alias “El Bronco”, candidato independiente a la gubernatura de Nuevo León.
A él la ley electoral sólo le concede un techo financiero para su campaña de poco más de 700 mil pesos, mientras que sus adversarios del PRI y PAN –ahí el PRD no cuenta- dispone de cerca de 80 millones de pesos, vea cuánta distancia. Sin embargo, hasta donde nos quedamos, encabezaba las tendencias con un 31%, segundo de la candidata priista con 26 y los panistas todavía más abajo.
Entonces pues mientras más desacreditados estén los partidos políticos y promuevan a desgastadas figuras como aspirantes a cargos de elección popular, más se incrementará el costo del sufragio. Usted podría decir ¡y qué!, son ellos los que derrochan, pero no es así, somos nosotros los ciudadanos los que cargamos con todas esas lacras.
O sea, con nuestro dinero nos convencen, ofreciéndonos una ínfima parte de lo que se roban a través de dádivas, con una serie de artimañas logran concretar sus ambiciones y una vez que se instalan ni lo voltean a ver y más que eso, vendrá lo bueno para ellos: vivirán como reyes en lujosas oficinas, con todo tipo de comodidades, servidumbre al gusto, prestaciones injustas para un pueblo con hambre y a rascarle al presupuesto público, el que finalmente no les alcanza para sus gastos personajes y de cómplices, por eso no hay obra para los incautos gobernados.
No hay otra salida, si la clase política no se pone las pilas, hay un grave riesgo, los candidatos ciudadanos comenzarán a ganar las elecciones en todos los niveles y partidos y cuadros serán progresivamente desplazados. Lo mejor sería que entendieran que la paciencia popular se acaba y si no hay voluntad de corrección, podemos incluso arribar a escenarios de violencia e inestabilidad, no nos están dejando otro camino.
Eso sí y lo verá usted, en lo que queda del año, luego de las elecciones del 7 de junio, la administración estatal y los ayuntamientos "quedarán pelas", como dicen los chamacos, porque los recursos de los que se disponía, quizás para algunas obras, así fueran pequeñas, se dilapidaron en las campañas y vamos a seguir peor y a esperar cómo nos va en el presupuesto el 2016, que ya se puede advertir, por los recortes que está aplicando la Federación en la materia ¡qué barbaridad!, pero no aprendemos.