Considerando la situación financiera y además, que se trataba de un año electoral, pronosticamos que sería un periodo prácticamente muerto, que la absoluta mayoría del presupuesto podría ser desviado para objetivos diferentes a los previstos en la ley de ingresos y egresos y todo indica que no nos equivocamos.
Cuando se cuestiona a los integrantes del gabinete sobre el caso, hacen un esfuerzo por mostrar un escenario diferente, buscan argumentos para sostener que hay acciones por todas partes, pero la realidad es otra. Como decíamos, vamos hacia diciembre y no hay agenda en la mayoría de las actividades de los funcionarios y así pueden pasar dos o tres semanas. Acaso aparece por ahí algún evento de protocolo, de esos que no le resuelven el mínimo problema a nadie y que tampoco inciden en la vida política, social y económica de Morelos.
Nosotros, no se usted, seguimos considerando a Lauro Ortega Martínez como el mejor gobernador que haya tenido la entidad hasta hoy, y como nos tocó acompañar periodísticamente aquel sexenio, podemos dar referencias de cómo se mide la acción de un régimen a partir de él como ejemplo.
Todavía el estado que conocemos es parte del que dejó, los gobernadores que le siguieron han tenido que darle continuidad a las obras medianas y grandes que les heredó, como en el caso del aeropuerto Mariano Matamoros, construido en su gestión.
Pero fuera de eso, no olvidamos que cada año, a partir de los primeros días de enero, el mandatario iniciaba la programación de obras con giras diarias a los diversos pueblos, ciudades y comunidades.
Y mire que se hizo famosa aquella expresión de que Morelos estaba integrado con 400 pueblos; hoy podemos ser el doble.
Eran en promedio cuatro meses, es decir, de enero a abril, con asambleas populares en lo que se le conocía como “reuniones de fortalecimiento municipal” y a las que arribaba LOM, con todo el gabinete de primero y segundo nivel. Ahí, de manera directa, los ciudadanos le presentaban el paquete de necesidades para el año en curso y casi todas se aprobaban.
Luego de ese tiempo, venían unos cuatro meses de menor actividad, aunque el promedio de giras en ese tiempo pasivo eran de dos o tres a la semana, pero a partir de septiembre, se reiniciaban nuevamente las visitas, para verificar el grado de avance de las inversiones o para comenzar las inauguraciones, porque todas debían estar al cien al 31 de enero.
Por eso es sorprendente hoy, que pasen semanas y hasta meses sin que veamos la entrega del esfuerzo anual de parte de las autoridades a los ciudadanos y ello no lleva a considerar que es porque no hay, pero entonces, ¿cuál es la responsabilidad del régimen con los morelenses? porque el compromiso de cualquier gobierno es buscar soluciones a los problemas y necesidades, que cada vez son más.
Desde luego que hay alguno que se defienden un poco, pero como lo hemos reiterado siempre, ¿Cuál es el papel del contralor José Enrique Félix Iñesta? Es un cero a la izquierda, jamás vimos a un funcionario tan complaciente con todo lo que pasa en esa posición.
Pero el hecho de que la obra pública brille por su ausencia particularmente este año, indica que la titular del ramo, Patricia Izquierdo Medina tampoco ha podido generar nada importante y es la institución que le tiene que poner los balones al gobernador para que se luzca.
En otros espacios, los titulares parecen haber sido instalados ahí para hacer dinero, permitiendo o hasta fomentando toda clase de actos de corrupción, caso específico, Jorge Messeguer Guillén, en la Secretaría de Movilidad y Transporte (SMyT).
Bueno, en la Fiscalía General de Justicia y la Comisión Estatal de Seguridad a cargo de Javier Pérez Durón y Jesús Alberto Capella Ibarra, las cosas siguen muy mal, el primero no sabe cómo salir del delicado problema de la fosa y sus 150 cadáveres y el otro, continúa buscando cómo lograr “convencer” a los alcaldes electos a fin de que firmen el convenio del Mando Único a partir del primero de enero.
Como se ve, lo anterior parece dar respuesta al porqué de esta histórica improductividad gubernamental hacia los gobernados, los “colaboradores” no muestran mucha capacidad en el cabal cumplimiento de sus deberes y de ellos depende el bueno o malo funcionamiento de una administración de la que se esperaba mucho más.
Y si a mitad del camino sólo apreciamos algunos proyectos con recursos federales, no creemos que el estado despierte o se ponga las pilas en lo que resta, sobre todo considerando la baja en el presupuesto federal para el 2016. Ojalá nos equivoquemos.