Estas opiniones están basadas en experiencias de países que han alcanzado un bienestar material para sus sociedades. Hasta ahora, los políticos han prestado oídos sordos a estos reclamos, y, como consecuencia, el desarrollo de la creatividad científica mexicana y sus beneficios para la sociedad se mantienen en estado latente. En lugar de insistir sobre el tema, en esta nota quiero poner de relevancia lo que ocurrió o quizás más precisamente lo que no ocurrió durante la comparecencia del director del Conacyt ante el Senado. Esto es un síntoma de las razones por las que el apoyo a la ciencia y tecnología en México está en la situación en la que está.
De acuerdo con reportes aparecidos en el periódico (El Universal, 30 de septiembre), una hora después de haber llegado puntualmente a la cita, Romero Hicks compareció ante sólo dos de los senadores, Javier Orozco (PVEM) y Ramón Muñoz (PAN) quien ocupa el cargo de secretario de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado. En total, la sesión duró menos de 45 minutos, y a juzgar por el reporte del evento aparecido en el portal del Conacyt, los puntos presentados en este breve tiempo fueron apenas una sombra de lo que una comparecencia de ese calibre debería ser dada la importancia estratégica que la ciencia y la tecnología tiene para el desarrollo de un país. Seguramente los senadores argumentarán que tenían cosas más importantes que hacer que ir a pedir cuentas al encargado del apoyo federal al desarrollo de la ciencia y tecnología. Se escuchan comentarios en el sentido de que el desaire tiene un trasfondo político para desprestigiar a Romero Hicks. Sea o no cierto esto, el prestigio de un político no se compara en importancia respecto del desarrollo científico del país. Como comentamos arriba, este incidente es sólo un síntoma de la realidad: para nuestros políticos, la ciencia y la tecnología no es una prioridad.
En Morelos, la comunidad de científicos y tecnólogos es relativamente numerosa y existe la posibilidad de que tenga una verdadera influencia sobre el desarrollo económico y social del estado. Por diversas circunstancias, contamos con este potencial, y científicos y políticos debemos hacer un esfuerzo para que el desarrollo local sea eficiente, armónico y equilibrado. En nuestro estado, hemos sido testigos de decisiones políticas que ignorando el consejo de especialistas han hecho daño a la comunidad. Probablemente Morelos es el único lugar en donde un basurero se construyó deliberadamente en una zona de alta porosidad, aguas arriba de zonas habitadas. Frecuentemente, las decisiones se toman por intereses personales de políticos locales y no con criterios de beneficio para la sociedad en general a largo plazo.
Como ciudadanos del estado de Morelos y como miembros de las Academias de Ciencias de Morelos, quisiéramos demandar a nuestros representantes en el senado, Sergio Álvarez Mata, Graco Ramírez y Adrián Rivera Pérez, que nos rindan cuentas respecto a su actuación a favor del desarrollo local y nacional de la ciencia y la tecnología.