En estos días podemos observar en muchas ciudades de nuestro país la construcción de edificios de varios pisos. En particular en Cuernavaca vemos que el paisaje cambia con la construcción de estos edificios de más de cuatro pisos. Aunque no solamente se modifica el paisaje, sino que suceden cambios que pueden poner entre dicho la sustentabilidad de las ciudades.
Claramente muchas personas pueden pensar que es más adecuado aumentar el número de habitaciones o de oficinas por cada metro cuadrado de la superficie construida, en lugar de tener una casa habitación en el terreno, ya que al construir un edificio de varios pisos se tienen varias casas habitación o departamentos.
Esta forma de pensar considera que las afectaciones al suelo natural son menores si la extensión de las edificaciones son menores, como es el caso de los edificios en lugar de las casas individuales.
Sin embargo, es importante considerar que la demanda de agua, de energía, de transporte y de otros servicios es la misma para las construcciones individuales que para cada una de los departamentos en los edificios.
Es decir, la necesidad de agua, energía, transporte, etc. se cuantifica, generalmente, por persona y, por lo tanto, al aumentar la densidad de la población en cada metro cuadrado se aumenta, casi en la misma proporción, la demanda de servicios.
De esta manera, no podemos concluir sin un análisis cuidadoso que es preferible construir edificios a construir casas.
También hemos observado, a lo largo de los años, la transformación de tierraS cultivables en grandes conglomerados de casas habitación alrededor de las ciudades, como lo hemos visto en los municipios al sur de Cuernavaca. Generalmente estos fraccionamientos pueden proveerse de agua de pozos dentro de los terrenos mismos y pueden contemplar plantas de tratamiento de aguas, aspectos que parecen deseables.
Sin embargo, estos fraccionamientos, generalmente no contemplan los servicios de acceso y transporte y a lo largo del tiempo se incrementan los tiempos de traslado de estos fraccionamientos a los centros de trabajo, que generalmente están en las zonas céntricas de las ciudades, como hemos observado al este y al sur de Cuernavaca.
Es importante hacer notar que generalmente estos conglomerados de casas pueden ser realmente ciudades dormitorio que obligan a desarrollar infraestructura de movilidad, ya sea a construir o ampliar las calles o avenidas de acceso o a implantar esquemas de transporte público como trenes o sistemas rápidos mediante autobuses.
Además, generalmente los constructores no contemplan el desarrollo de edificios de servicios, como las escuelas, las clínicas, los cines, las tiendas, los parques etc.
Como bien sabe todo urbanista, la construcción de estos fraccionamientos debe contemplar el desarrollo de la infraestructura que brinde calidad de vida a la población que los ocupará.
Claramente el aumento de la población en las ciudades, ya sea por el incremento propio de la población o por la migración, requiere del desarrollo de nuevas infraestructuras o de la modificación de la existente.
Las dos opciones que hemos planteado en los párrafos anteriores tienen ventajas y desventajas y para resolver el dilema tenemos que contemplar múltiples aspectos.
En nuestro país, los permisos de construcción de edificios o de fraccionamientos están a cargo de las presidencias municipales, que deben tener un plan de ordenamiento territorial que contemple precisamente las características de uso de suelo.
En mi opinión, estos planes deben elaborarse con una amplia consulta y con un sustento en el conocimiento de la región, ya que deben considerar los servicios de energía, agua, manejo de residuos, transporte, servicios ambientales y el aporte de los satisfactores de las personas que los ocuparán.
Tengo la impresión de que la mayoría de los gobiernos municipales no están tomando seriamente su papel y otorgan permisos de construcción de edificios o de fraccionamientos sin considerar todos los aspectos necesarios para cuidar la sustentabilidad de las edificaciones.
Es tarea de nosotros demandar que se elaboren adecuadamente los planes de ordenamiento territorial y que se respeten, al mismo tiempo que el desarrollo de la infraestructura, como las vías de acceso, los tendidos eléctricos, el drenaje, las escuelas, los parques, etc. sea el adecuado para las actividades que se realizarán en las edificaciones.
Estas edificaciones pueden ser oficinas, casas habitación, hospitales, lugares de esparcimiento, zonas industriales, aeropuertos, trenes, etc.
La tarea no es sencilla, pero hoy sabemos que para trazar el camino hacia la sustentabilidad tenemos que incorporar el conocimiento en la toma de decisiones, y como ciudadanos debemos demandar que los permisos de construcción estén basados en el conocimiento.
Con esto último quiero enfatizar que la opinión de las personas que usarán o verán modificado su entorno con las edificaciones debe también ser contemplada en el otorgamiento de estos permisos.
La necesidad de contar con la planeación con miras en el largo plazo es urgente en nuestra realidad.