En estos momentos muchas personas estamos descorazonadas al percibir que la política energética actual no nos conduce al bienestar social. Algunos leímos en el plan propuesto por Andrés Manuel López Obrador (2018) en la materia energética mencionaba a las fuentes renovables como una alternativa para transformar el país y compartimos esa visión. Muchas personas estamos convencidas que la transición a las fuentes renovables de energía es una de las acciones que permitirá a la mayoría de la población mexicana alcanzar el bienestar que merecemos.
En estas líneas he insistido en que los recursos petroleros no fueron aprovechados para construir una sociedad que comparta los beneficios de esos recursos naturales no renovables y solamente fueron aprovechados por una minoría. Hoy no solo enfrentamos el agotamiento de esos recursos y observamos el inexorable declive de su extracción. Con esta situación somos testigos de una disminución de los recursos económicos que nos aportaron a principios de este siglo. Precisamente en la primera década de este siglo los precios del petróleo indicaban que la venta de este recurso natural podría impulsar la economía, pero claramente no fue así y esos recursos no fueron bien invertidos.
Ahora al finalizar la segunda década, tenemos un país donde más del 40 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza. Los precios el año pasado marcaron mínimos en este siglo y nuestro país se negó a disminuir la cuota de explotación con el pretexto de no ver disminuidos sus ingresos, aunque, desde mi punto de vista, lo hizo para cumplir una promesa de campaña de aumentar la extracción de petróleo, cosa que no ha sucedido y continúa disminuyendo.
La problemática no es sencilla, pero me gustaría enfatizar algunos puntos que se han mencionado sobre la situación del ámbito petrolero.
Seguramente, hemos visto que los precios del crudo mexicano son bajos comparados con los precios del petróleo de otras regiones.
En estos días el precio de la mezcla mexicana es del orden de los 40 USD/barril mientras que el Brent está en 45 USD/barril. Esta diferencia de precios se debe a que nuestro petróleo es más denso y contiene mayor cantidad de azufre que otros tipos de petróleo, lo que incrementa el costo de refinación y aumenta la contaminación al quemarlo.
En particular, para poder refinar nuestro petróleo se requiere contar con refinerías que tengan implantada la tecnología para procesarlo. Hoy en día las refinerías mexicanas generan una gran cantidad de residuos que llamamos combustóleo y que contiene los residuos de azufre que son altamente contaminantes. Una salida de esos residuos es quemarlo en termoeléctricas, aunque claramente no es un combustible amigable con el entorno. Otra alternativa que tenía nuestro país era su venta como combustible para la industria naviera; sin embargo, a partir de este año la Organización Marítima Internacional acordó reducir el máximo contenido de azufre del combustóleo que se permite quemar en las embarcaciones con trayectos internacionales a menos del 0.5 % y el combustóleo mexicano contiene más de seis veces esa cantidad de azufre.
Así, vimos canceladas las posibles salidas de ese residuo de la refinación en nuestro país. Claramente, este es un problema para PEMEX, al no poder darle salida a los residuos (al combustóleo) y tratar de cumplir las metas de refinación de petróleo para producir las gasolinas que usamos en el transporte. La propuesta de los tres actores principales del sector energético (SENER, PEMEX y CFE) es quemar el combustóleo en las termoeléctricas y producir la electricidad que el país requiere. Sin embargo, una mala noticia, aunque el combustóleo es un residuo, la generación de electricidad es más cara con combustóleo que con gas natural y ya no se diga en comparación con las generaciones fotovoltaicas o eólicas. Efectivamente, las llamadas energías limpias generan electricidad más barata que la generada con el contaminante combustóleo. Para conseguir que la generación de electricidad con combustóleo sea competitiva en comparación con las renovables, se han incrementado los precios para la transmisión de electricidad.
Recordemos que la CFE es la dueña del sistema de transmisión y distribución del fluido eléctrico en el país y que toda planta de generación le entrega la energía a la CFE para que ella la transporte y distribuya, claro, con un pago por el transporte, así que los actores acordaron incrementar el costo por el transporte a las empresas generadoras y asunto arreglado: las plantas de combustóleo, que son mayoritariamente de CFE, son competitivas.
Desde mi perspectiva, estamos errando la estrategia. Debemos apoyar la generación con energías renovables y transitar aceleradamente hacia energías sustentables. Se deben promover acciones de eficiencia energética en todos los sectores (industriales, empresariales, servicios, educativo, gubernamental, social, etc.) y promover la instalación de sistemas distribuidos de generación con renovables, al mismo tiempo que modernizar el sistema de transmisión y distribución y convertirlo en un sistema verdaderamente inteligente que aporte servicios de valor agregado que pueda ser cobrado y que redunde en una mejora en la calidad de la electricidad entregada a la población.
En estas acciones se debe contemplar la electrificación del transporte y de muchos otros usos de energía.
Siempre debemos perseguir los usos de diferentes formas mirando hacia la sustentabilidad y por ende al bienestar social.