En estos días las conversaciones sobre COVID-19 o la crisis económica provocada por esta enfermedad abundan. Los artículos de opinión o los videos en las redes sociales abordan principalmente estos temas. Sin embargo, hoy quiero llamar la atención a un artículo que apareció recientemente en la revista “Technology in Society” que reporta los hallazgos de dos científicas mexicanas [1] sobre un tema de vital importancia para la transferencia tecnológica en nuestro entorno y por lo tanto para el desarrollo de la innovación a largo plazo.
Considero que la innovación tanto tecnológica como social son dos aspectos que permitirán que la generación de conocimiento conduzca construir el beneficio social.
Primero debo hacer notar que la innovación basada en la ciencia es el producto de esfuerzos colaborativos entre personal científico, de ingeniería, de administración y de inversionistas que llevan un conocimiento nuevo al usuario mediante la transferencia de tecnología.
Es esencial mencionar que este camino está plagado de desafíos e incertezas; por lo tanto, definir estrategias que aumenten el éxito para que los proyectos de alta tecnología lleguen al público usuario es una actividad necesaria y desafiante.
En este artículo, las doctoras Karla Cedano y Araceli Hernández Granados nos ilustran sobre cómo evaluar el riesgo y disminuirlo en los esfuerzos de transferencia tecnológica. Quiero hacer notar que ellas observaron que, en nuestro país, uno de los mayores desafíos que enfrentan las instituciones de investigación es el desarrollo de transferencias exitosas de alta tecnología para hacer evidente que la innovación basada en la ciencia rinde beneficios a la sociedad.
Esto ha conducido a que las universidades (públicas o privadas) y las instituciones de investigación construyan Oficinas de Transferencia de Tecnología en busca de tender puentes con la industria y los inversionistas.
Ellas señalan que estos esfuerzos son compartidos con muchos otros países y que no han sido efectivos del todo, ya que la percepción de la incerteza es diferente en el sector científico y en el empresarial.
En otros escritos he dicho que el manejo del riesgo por parte de la comunidad académica es mucho más amplio que en la comunidad empresarial y ellas modulan esta afirmación estableciendo que la comunidad científica está acostumbrada a trabajar con altos niveles de incertidumbre; pero las empresas e inversionistas no pueden medir el riesgo bajo incertidumbre, necesitan identificar riesgos, planificar su gestión y posible eliminación.
Adicionalmente, quiero destacar que en nuestro país no contamos con suficiente talento capacitado tanto en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas y con aptitudes amplias e innovadoras en Negocios, Gestión y Comunicación.
Esta situación, afirman las científicas, incrementa la barrera para la colaboración Academia Industria.
Así en este tenor, en el artículo que menciono, las doctoras Cedano y Hernández Granados descubrieron que ciertos análisis basados en inteligencia tecnológica brindan información estratégica que, una vez que se ha traducido en conocimientos prácticos, son valiosos para la identificación, medición y mitigación de riesgos de proyectos de alta tecnología.
Desde mi punto de vista, el principal logro de su trabajo es haber construido una herramienta integrada que puede ayudar en la traducción de los hallazgos científicos en un ambiente de incertidumbre a otro donde se pueda identificar, medir y mitigar estas incertidumbres.
Esta herramienta simple es útil para calcular una puntuación de riesgo para proyectos de tecnología en las primeras etapas de desarrollo.
Para identificar y gestionar los riesgos asociados al proyecto consideran se debe capacitar a la persona líder del proyecto, que debe estar bien informada y conocer de los aspectos de innovación y con ello alimentar la herramienta para reducir la incertidumbre definiendo posibles nuevas estrategias cuando se observan incertidumbres.
Dicha persona, con la información adecuada y con un liderazgo efectivo, puede capturar la visión del equipo y representarla con la herramienta, estableciendo diferentes valores para las escalas de niveles de riesgo, según el contexto. de cada proyecto o conjunto de proyectos y así proveer información útil para inversionistas. Los invito a leer el artículo [1].
En estas épocas de crisis de salud, económicas y sociales que vivimos debemos también construir conocimiento para contender con aspectos a largo plazo.
En mi opinión, el desarrollo para evaluación del riesgo en las innovaciones basadas en ciencia que desarrollaron las científicas mexicanas apunta en la dirección correcta, al proporcionarnos una herramienta útil y original en el contexto internacional y pensada para la realidad actual de nuestro país.
[1] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160791X20313208