La llamada reforma energética del sexenio pasado fue un cambio en las leyes para extraer los hidrocarburos de una forma más rápida. Sin embargo, tuvo bondades al permitir que la misma población y las empresas impulsaran las fuentes renovables. Debe quedar claro que no fue un impulso decidido por parte del gobierno, sino que, al bajar los precios las inversiones fluyeron. Por ejemplo, el costo de los sistemas fotovoltaicos en diez años cayó al 20 por ciento y sí hubo una reducción cercana al 80 por ciento en los precios de la electricidad generada con paneles fotovoltaicos.
Otro punto más importante que debemos tomar en consideración es que la accesibilidad a la energía debe ser definida por la población. Dado que la energía no es un fin, sino que es un medio para satisfacer nuestras necesidades, los requerimientos de energía son diversos y usados en forma diferente por cada población. Es más, cada persona puede tener objetivos diferentes para usar la energía.
Esta diversidad que ahora estamos entendiendo, no solamente es para el lado de la generación sino que, dada la tecnología, hoy podemos pensar y construir una flexibilidad en el lado de la demanda, lo que promoverá un uso eficiente, racional y en concordancia con el entorno local y de acuerdo con las prioridades de las diferentes poblaciones.
Esta forma de satisfacer las necesidades de las diferentes poblaciones en la diversidad de entornos es un reto mayúsculo, que será muy difícil de construir desde una mirada centralista y con toma de decisiones verticales de arriba hacia abajo.
Precisamente, la posibilidad de construir estos portafolios de soluciones que respondan a la población es lo que se perderá con la actual reforma, que solo considera un actor con decisiones verticales en contraposición a un esquema que deseamos donde convivan las soluciones distribuidas con las centralizadas y en concordancia con toma de decisiones globales, pero basadas en el conocimiento local del entorno y de sus necesidades.
La buena noticia es que hoy la tecnología puede ser usada para construir soluciones diversas y basadas en la toma de decisiones desde las raíces de la sociedad. Sí, desde abajo. Las nuevas herramientas tecnológicas permiten la convivencia entre la generación centralizada y la generación en cada lugar donde se está requiriendo la energía, es decir, distribuidamente.
La posibilidad de contar con herramientas tecnológicas que ahora soportan una diversidad de posibles soluciones no existía en el siglo pasado. Tampoco la disponibilidad de información, ni la capacidad de análisis de ella, que hoy tenemos, era conocida a principios del tercer cuarto del siglo pasado.
El enfoque dirigido hacia el diseño y construcción de redes de transmisión y distribución que respondan la variabilidad de todas las fuentes de energía es una de las opciones tecnológicas que debe ser promovida desde la centralidad, pero posibilitando la respuesta local. Digamos, como la Internet, donde conviven enormes consorcios informáticos con las demandas individuales, pasando por muchos diferentes niveles de aglomeración.
La Internet es un ejemplo claro donde conviven lo centralizado en la información con lo individual, simultáneamente con administraciones centrales y locales que posibilitan la toma de decisiones centrales, grupales e individuales.
Por supuesto que la definición de las reglas de convivencia es uno de los pilares para la construcción de este sistema energético, además de mitigar los efectos que hemos causado al usar indiscriminadamente los combustibles fósiles, entre otras cargas al sistema de nuestro planeta. Estas reglas deben ser construidas basadas en el conocimiento, no solo en la información, para responder a las necesidades de la diversidad de la población y de los entornos.
Fomentemos la construcción de soluciones diversas mediante la consolidación de organismos autónomos que fomenten la convivencia de las opciones centrales con las distribuidas. Estos organismos autónomos pueden conformar un diálogo entre la información local y la global para atender necesidades locales con enfoque global y conducir al bienestar social.