¿Qué desearíamos para el próximo año? Es normal que en esta última semana del año reflexionemos sobre lo que ha pasado en el año y esbocemos lo que deseamos para el próximo. Les comento que durante diez diciembres he escrito en la Unión de Morelos. En estos años he planteado mis deseos y los de muchas otras personas de manera escrita.
En el año 2011, la sociedad cuernavacense salió a las calles a reclamar que se tomaran acciones para contrarrestar la inseguridad. Pedíamos que la solución incluyera la toma de decisiones basadas en el conocimiento.
El mismo tema lo retomé en diciembre del 2012, donde comentaba que la Academia Mexicana de Ciencias y el Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología convocaban al gobierno entrante en aquel momento a fomentar en la población la cultura científica y con ello cambiar la tradicional economía mexicana basada en manufactura y producción de materias primas, en una economía basada en el conocimiento mediante la oferta de productos o servicios con valor de intercambio.
En el año 2013, indicaba la necesidad de fomentar la lectura en general, pero fundamentalmente de textos de divulgación científica. En este tenor en diciembre de ese año, invitaba a la población en general a promover la escritura de textos científicos, literarios, filosóficos, etc.
Por supuesto, que eso fue en una época anterior al Tik Tok. Hoy la idea es utilizar todos los medios posibles para generar contenido que brinde información útil y alimentadora de las culturas para que podamos apreciar la diversidad y tomar decisiones. En estos años hemos visto nacer yutúberes y tiktokers con enfoque de divulgación del conocimiento.
Otro de los deseos que he apuntado en los escritos enfatiza la necesidad de transitar hacia la electromovilidad o a la movilidad no motorizada. En diciembre del 2015, e incluso antes, escribía que deberíamos propugnar por tener una infraestructura adecuada para este tipo de transporte.
Hace ya más de seis años era evidente lo que hoy es una realidad, las poblaciones de otros lugares están exigiendo la transición hacia la electromovilidad, mientras que en nuestro país se piensa en tener gasolina barata en lugar de apuntar hacia la transición no motorizada o eléctrica del transporte.
La producción de energía en cada edificio fue el tema que abordé en diciembre del 2016. La idea de que en el diseño de cada edificación se considerara la posibilidad de generar la energía que requería esa edificación para su funcionamiento, parecía algo no sencillo. Sin embargo, en la actualidad con los precios de los paneles fotovoltaicos es algo totalmente posible para muchos sectores, como los de oficinas, de servicios y educativos.
Por supuesto no debemos dejar de mencionar el habitacional. Para esto es muy importante definir las reglamentaciones en las ciudades o poblados para el número de niveles de las edificaciones que les posibilite abastecer de energía para su funcionamiento.
En diciembre del 2017 preveía tiempos complicados y consideraba muy importante aprender a construir considerando las ideas y opiniones de los adversarios. Ya en ese entonces en la atmósfera social se percibían actitudes de polarización.
En ese texto invitaba a concebir soluciones con un horizonte de al menos 20 años para conseguir acuerdos y entonces definir estrategias, que pudieran atender a enfoques más inmediatos, pero que vislumbraran acuerdos generales a largo plazo.
En el 2018, reiteraba que la generación de conocimiento impacta más allá de donde pueden pensar las personas, científicas o no. En aquel entonces comentaba como los conceptos de la física cuántica pueden ayudar a concebir modelos que permiten construir indicadores para monitorizar el camino a la sustentabilidad.
Hace dos años insistía en la definición de nuestro papel en la transición energética, promoviendo el uso de las fuentes renovables y la electrificación de la energía en el uso final. Enfatizo que la transición energética hacia las fuentes renovables nos da la posibilidad individual y colectiva contribuir en el combate al cambio climático.
Por supuesto, hace un año el tema fue la pandemia del COVID-19. En aquel momento el proceso de vacunación en el mundo empezaba, pero todavía veíamos lejana la posibilidad de contar con vacunas para la población en general.
En estos momentos, en nuestro país tenemos más del 50 por ciento de la población vacunada y se ha iniciado el refuerzo, pero todavía la pandemia no ha pasado. Por supuesto que las enseñanzas de la pandemia han sido muchas, aunque nos han costado muchas vidas. Sin embargo, la crisis de salud, económica y social que estamos enfrentando nos ha indicado que existen formas diferentes de conducir la actividad económica, reduciendo las velocidades en el uso de los recursos y que más nos vale promover la equidad con otras personas y otras especies para poder construir el bienestar social.
Con este brevísimo repaso de algunos de los temas que nos han preocupado en esta década, observo que no ha cambiado mucho la situación, pero que considero hemos aprendido y ahora conocemos más.
Por lo tanto, puedo insistir en la necesidad de construir propuestas colectivamente enfocando los problemas a largo plazo, basando las estrategias en conocimiento y considerando que nuestro actuar está modificando de una manera evidente la dinámica natural del planeta. Sé que es tiempo de reflexión. Sirvan estas líneas para abonar y construir.