Qué hacer con los desechos nucleares es un problema ético, ya que, estos desechos requieren ser confinados bajo sistemas de alta seguridad por miles de años. Se imaginan construir una instalación para la disposición final de los desechos nucleares que funcione más de diez mil años; es decir, se requiere pensar y construir una edificación que trabaje por más tiempo que el tiempo que lleva la civilización humana. Las edificaciones antiguas con más de mil años que han llegado a nuestros días ya no funcionan, ¿cómo podríamos asegurar que las instalaciones que albergan los deshechos nucleares sobrevivirán a terremotos, maremotos o huracanes? Y por supuesto, también deben seguir funcionando aun en época de guerra, revoluciones o ataques terroristas. Además, de estos problemas, en México tenemos el problema adicional de que casi todo el territorio nacional es susceptible de sufrir terremotos, situación que nos remite inmediatamente al caso de la planta nucleoeléctrica de Fukushima Daiichi que sufrió un terremoto y posteriormente los estragos de un maremoto para desencadenar un accidente de catastróficas consecuencias aún no cuantificadas. Es importante mencionar: hace menos de un mes hubo un temblor de más de 6 grados que pasó por Laguna Verde.
Por estas razones, insisto, deberíamos apostar por las fuentes renovables de energía, en particular en México, por la solar. En la actualidad tenemos la posibilidad de usar sistemas fotovoltaicos para producir directamente energía eléctrica. Hace algunos meses en esta columna propuse el uso de 80,000 azoteas para poner sistemas fotovoltaicos, es decir, se requieren solamente 18 metros cuadrados para poder producir más de 180 kW-h por mes, esto es, convertir del Sol más energía eléctrica de la que consume una casa promedio.
De acuerdo con el censo, en Morelos hay más de 450 mil viviendas habitadas que disponen de electricidad (datos del Censo 2010, ver www.inegi.org.mx). Así, podríamos generar con energía solar toda la energía que el estado requiere usando solamente 18 metros cuadrados por vivienda, en promedio. Este proyecto es viable y se paga en diez años.
Aquí sólo estoy contando las viviendas habitadas; pero qué podemos decir de los edificios públicos, de los edificios donde residen los órganos de gobierno o las oficinas gubernamentales. Creo que el uso de estas azoteas para la producción de electricidad sería una acción benéfica para todos nosotros. El problema actual es que esto es redituable en un período del orden de 10 años; que lamentablemente es mayor a los 3 y 6 años que les interesa a la mayoría de los políticos
Otra pregunta, ¿qué podemos decir de las azoteas de las empresas? Poner sistemas fotovoltaicos en los techos de los supermercados o de las industrias, etc., también podría ser una forma de obtener nuestra seguridad energética, pero no existen los mecanismos de financiamiento a largo plazo para estas acciones. Aunque este plazo podría disminuirse si se pudiera vender el excedente de producción eléctrica. Actualmente la ley no permite la producción de electricidad para su venta neta, solamente se puede producir la misma cantidad de energía que se consume e introducirla a la red general de distribución. La CFE no pagará la energía que en un corte anual no consumamos.
Considero muy importante que: a) Los legisladores analicen la forma en que se pudiera producir electricidad por pequeños productores y venderla para que la CFE la distribuyera; b) Los secretarios de obras públicas de todos los niveles evalúen las posibilidades del uso de las azoteas, y c) La CFE analice la viabilidad y requerimientos de la generación distribuida. La energía solar fotovoltaica no es la más barata en este momento, pero bien vale la pena hacer estos análisis y estoy seguro que el sector científico tecnológico está listo para trabajar en conjunto para generar soluciones hacia la sustentabilidad.