Busquemos soluciones pensando a largo plazo. Esta frase la he mencionado en varias ocasiones y hoy quiero comentar que bajo las circunstancias actuales es esencial que lo hagamos y en especial en el transporte. La necesidad actual de definir acciones que permitan una vida confortable a las personas en el futuro es esencial para conseguir bienestar social.
He tenido la oportunidad de viajar y conocer una diversidad de lugares que presentan soluciones diferentes en contextos distintos a problemas similares.
En esta ocasión quiero comentar algunas ideas sobre cómo modificar nuestra forma de transportarnos. Quiero comentar algunas ideas sobre la movilidad de las personas en nuestros días, pero que puedan tener impactos positivos en el futuro.
En primer lugar, hay que reconocer que la política de movilidad en nuestro país ha privilegiado la movilidad de una porción de la población con ingresos económicos suficientes para transportarse de manera individual utilizando vehículos con capacidad mínima de cinco personas. Si vemos esto, usar vehículos para movilizar a una sola persona ocupando el espacio disponible para al menos otras cuatro no parece adecuado. Claramente podemos concluir que esta forma no es eficiente y menos sustentable.
He conocido lugares donde la movilidad también es individual, pero la base es una movilidad no motorizada, donde el uso de la bicicleta es una opción. Esta alternativa es usada tanto en Europa como en Asia Oriental. Sin embargo, mientras en la primera región la infraestructura citadina se ha transformado recientemente para proveer caminos seguros a la comunidad ciclista, en la segunda la toma de las calles por un número de ciclistas que las desborda obliga a los automotores a conducir con precaución y respetar a esta comunidad de ciclistas. Esta forma de movilidad mediante una actividad física tiene beneficios a la salud directamente para la población, al promover precisamente actividades físicas y recreativas que evitan el sedentarismo.
Por supuesto que la distancia que puede recorrerse con una bicicleta depende tanto de la condición física de la persona como de la calidad de la infraestructura disponible en la ciudad o poblado.
Por otro lado, para mayores distancias la movilidad mediante el transporte público, sea metro o autobús o trolebús confinado es otra verdadera alternativa para las ciudades. El transporte de este tipo tiene ya más de un siglo, en sus primeras modalidades, en ciudades europeas o en Estados Unidos. Sin embargo, su modernización y mantenimiento continúa y por esta razón son usados multitudinariamente día a día.
Por ejemplo, este mes iniciará una nueva línea en el metro de Londres (London Tube) y las diferentes estaciones tienen un plan de mantenimiento definido y algunas se cierran para dárselo de manera frecuente. Si bien la solución de un transporte subterráneo es cara y parece ser que solamente es costeable para ciudades grandes, la opción de sistemas públicos de transporte rápido basadas en vehículos eléctricos como los trolebuses o autobuses eléctricos o de celdas de combustible son una verdadera opción, siempre y cuando se conciban con infraestructura incluyente.
En particular, la mayoría de las ciudades en México y en Latino América son de tamaño mediano, donde una transformación de la infraestructura para contar con ciclovías seguras y de calidad, aunada a una red de movilidad rápida eléctrica, podría constituir una opción a largo plazo.
Cada día que pasa la electricidad que proviene de las renovables en generación distribuida es más rentable y, además no emite gases de efecto invernadero, disminuyendo el impacto sobre la atmósfera complementado a la movilidad eléctrica.
Para mi es claro que a inicios del siglo pasado, cuando se optó por la movilidad individual basada en motores de combustión interna, no se conocían los efectos que el uso de los combustibles fósiles tendría sobre la atmósfera y menos se anticipaba la consecuencia de provocar un cambio climático global.
Esta situación es la que enfrentamos, pero con movilidad no motorizada y eléctrica podemos modificar las trayectorias que hoy en día tenemos en cuanto al cambio climático.
Por supuesto, no toda la solución está en el transporte, sino en la forma en la que usamos los ecosistemas, como si fueran propiedad de algunas personas.
Desde mi punto de vista, todavía podemos construir soluciones para el sistema de transporte en ciudades como Cuernavaca transformando el actual sistema, que no fue diseñado con base en información de usuarios ni bajo los estudios de tecnología disponible pensando en el futuro.
Es momento de trabajar con base en conocimiento y construir soluciones en el transporte para los próximos cien años, en lugar de hacerlo basados en corazonadas que provoquen problemas para las generaciones futuras.