“Las aguas, fuentes de vida
que nacen de nuestra tierra
humanos que contaminan
a este precioso planeta.” Anónimo.
El agua es fundamental en todos los procesos biológicos en este planeta y forman uno de los bienes más preciados por nuestra sociedad. Sin ella, nuestro funcionamiento (como sociedad) estaría seriamente comprometida. Sin embargo, durante los últimos 50 años este recurso ha sido sobreexplotado y más aún, contaminado. De acuerdo a los datos de la Comisión Nacional del Agua [1], en el 2021, de los cerca de 4200 sitios de monitoreo de aguas superficiales, el 30.0% se identificaron con semáforo rojo, es decir, hay presencia de contaminantes, tales como materia orgánica biodegradable o no biodegradable. Estos contaminantes se calculan mediante la determinación de la demanda bioquímica de oxígeno a 5 días o demanda química de oxígeno, respectivamente. Adicionalmente el 29% de los sitios presentan una alta tasa de bacterias del tipo de Escherichia coli, coliformes fecales, sólidos suspendidos totales y/o porcentaje de saturación de oxígeno disuelto; mientras que el 40.9% de ellos cumple con todos los indicadores deseables para usos de las personas o riego.
Por otra parte, para el 18.5% de los pozos monitoreados entre el 2012 y el 2020, se detectaron concentraciones de Arsénico Total por arriba de 0.025 mg/L, por lo que no es apta para consumo. Mientras que el 7.7% presenta concentraciones de Plomo Total por arriba de 0.01mg/L, que no la hace apta para consumo humano.
Finalmente, en el caso de toxicidad (calculada como el máximo de las toxicidades determinadas con Daphnia magna y Vibrio fischeri), se detectó en el 30% de los sitios valores mayores a los aceptables, situación que nos indica que la calidad del agua y más aún la vida acuática se ve seriamente afectada.
Con base en estos datos, no es difícil imaginar que existen serios problemas para el uso del agua en el país, desde la calidad de agua para consumo humano como para la vida acuática, por lo que es necesario una política de Estado de manejo del agua mucho más estricta y que priorice la reducción de la contaminación del agua y un compromiso social para su mantenimiento.
En este sentido, nuestro papel como sociedad debe poner atención en la forma como utilizamos los recursos (el agua en este caso), es decir, evitando el desperdicio, disminuyendo el uso de compuestos tóxicos de forma rutinaria (insecticidas, herbicidas, detergentes industriales o triclosán), que usualmente terminan en los cuerpos de agua y que demuestran una débil descomposición en el ambiente y tienen capacidad para contaminar nuestros cuerpos.
El papel de la industria es (también) fundamental, por lo que es necesaria su transición hacia métodos de producción donde se minimice la generación de compuestos tóxicos y que se reutilice la mayor cantidad de sus recursos, en particular el agua.
Recientemente, en diversos estados del país se presentó una crisis hídrica, lo que nos debería hacer reflexionar como sociedad que debemos valorar la importancia del agua, cuidarla y usarla con el menor desperdicio posible. Este momento debe ser coyuntural para reflexionar en su cuidado y mantenimiento; por ejemplo, son necesarias las campañas nacionales del uso adecuado del agua, una mejor educación ambiental y el compromiso científico de informar adecuadamente a la sociedad de los riesgos de seguir con el ritmo del uso indiscriminado de tan preciado recurso.
[1] http://sina.conagua.gob.mx/sina/tema.php?tema=calidadAgua