La quema de gas en las instalaciones de Pemex ha sido por décadas una de las peores costumbres de la empresa mexicana. Desde que era niño veía las llamas saliendo de los mecheros en las refinerías. En aquellos momentos me preguntaba ¿y por qué no metían ese gas en los tanques y los vendían a las familias?
Tiempo después, también supe que mientras se extrae el petróleo en los pozos mexicanos es costumbre quemar el gas natural que sale con el aceite en quemadores al aire libre. Nuevamente, pregunté ¿y por qué no se entuba y se distribuye para que al quemarse se utilice esa energía?
Con el paso de los años, me he convencido que no debemos quemar hidrocarburos, ya que por ese hecho estamos cambiando la atmósfera en la que vivimos y provocando cambios en todo el planeta.
Con base en datos satelitales, un incremento sin precedentes en las emisiones de gases de combustión fue reportado en noviembre de 2021 por el Grupo de Observaciones de la Tierra de la Escuela de Minas de Colorado [1]. Este hecho motivó un compromiso de reducción por parte de Pemex. Ya pasó más de un año y no parece que se haya conseguido la reducción de estas emisiones.
A principios de sexenio, la propuesta del gobierno federal era aumentar la producción de petróleo, hecho que no se ha logrado a pesar de los esfuerzos que se hacen en Pemex, al continuar quemando gas para incrementar la producción de petróleo. El aprovechamiento del gas que se quema en los mecheros implicaría tener capacidad instalada para su manejo y quizá bajar la tasa de producción del crudo.
También, a principios de sexenio se prometía una gasolina barata [3], hecho que me parecía ir a contracorriente, además, desde esa época se vislumbraba que la transición a la electromovilidad empezaba a ganar adeptos en el mundo.
Un reporte reciente de BloomberNEF [4] señala que la inversión en transporte electrificado alcanzó los 466,000 millones de dólares en 2022, lo que representa un 54% más que en 2021. Un hecho relevante es que de esa cantidad el 55% tuvo lugar en la región APAC, donde China lidera la transición a los vehículos eléctricos. El competidor natural para nuestra industria manufacturera es precisamente China y, claramente, nos está llevando la delantera. Esta semana, se dio la noticia de que Tesla invertiría en nuestro país para establecer una fábrica de sus autos en Nuevo León. ¿Qué ha pasado con nuestro sector automotriz, que no empezó la transición hacia la electromovilidad antes?
Tenemos ciudades en México que han empezado la apertura de rutas con autobuses eléctricos, como Guadalajara y Ciudad de México, pero los autobuses son importados y de recarga.
Podemos decir que estos ejemplos deberían empezar a transformar el transporte en muchas ciudades. Hace unos meses, presentaba estudios que indican las bondades económicas de la transición a la electromovilidad en el transporte público. Sí, efectivamente, no solo representa ventajas económicas para los concesionarios del transporte, sino que la electromovilidad tiene beneficios ambientales y de salud para la población.
En el mundo, del total de 1.1 billones de dólares invertidos en la transición energética mundial en 2022, el transporte electrificado contribuyó con un notable 42%, justo por detrás de los 495 000 millones de dólares invertidos en el mundo en energías renovables. Claramente, tenemos una oportunidad al estar en una región con múltiples oportunidades para generar energía con fuentes renovables y un desafío al no poseer la voluntad política federal de promover la transición energética y tampoco hacia la electromovilidad.
Es más, recordemos que a principios del sexenio se mentía al decir que las fuentes renovables eran caras o que su variabilidad requería un respaldo al 100% con combustibles fósiles.
La otra compañía energética mexicana, CFE, está perdiendo oportunidades de fomentar verdaderamente la democratización de la energía al no diseñar y construir estrategias que impulsen la generación eléctrica descentralizada.
La generación descentralizada con fuentes renovables posibilita tener la energía en el sitio donde se requiere en lugar de generarla centralmente y luego transmitirla, con la correspondiente ineficiencia en su transporte.
Ya llevamos más de cuatro años de un gobierno que ha dejado pasar la oportunidad para brindar energía de calidad a la población sin comprometer el desarrollo de las futuras generaciones. Estas futuras generaciones serán las que paguen los excesos de nuestra generación al abusar de los combustibles fósiles, pidiendo gasolina “barata” y no iniciar la transición a tiempo.
Los vicios energéticos del pasado se perpetuaron en este sexenio. Aunque tengo que decir que hay algunos indicios de posibles cambios. La inauguración de una línea eléctrica del metrobús, la hoja de ruta hacia la electromovilidad, aunque sea para transporte individual, la generación con fotovoltaicos en la central de abasto son estos indicios. Sin embargo, me parece que son muy tibios estos esfuerzos. Necesitamos mayor voluntad y desmarque político de quien lo propone en contraste con quienes ofrecieron la ilusión de dos compañías energéticas boyantes que ni antes ni ahora han contribuido al bienestar social.
[1] https://www.reuters.com/business/energy/exclusive-mexico-flared-record-levels-gas-2021-study-2022-03-22/
[2] https://www.reuters.com/business/energy/mexicos-pemex-increased-gas-flaring-top-field-despite-pledge-stop-2023-02-28/
[3] https://delrioantonio.blogspot.com/2022/11/queremos-la-gasolina-barata.html
[4]https://about.bnef.com/blog/electrified-transport-spending-soars-transition-rolls-on/