Cada día crece la información que guardamos en formato digital: fotos, documentos, audios o videos son algunos ejemplos de esta gran cantidad de información que a diario generamos y pretendemos guardar. Aquí nos puede surgir la pregunta: ¿Realmente necesitamos guardar toda esa información? Es común pasar un tiempo en nuestros dispositivos borrando esos archivos que en algún momento guardamos y ahora ya los consideramos prescindibles. Adicionamente, también nos podemos preguntar: ¿Qué es mejor usar la nube o tener almacenamiento privado?
La facilidad con la que los diferentes sistemas operativos nos ofrecen los servicios de almacenamiento nos han inducido a usarlos de manera ingenua y sin reflexionar sobre lo que estamos haciendo.
Ya en la era de las computadoras, hace unos 40 años, usábamos los disquetes de 5 1/4 o 3.5 pulgadas para guardar información, sus capacidades empezaban en los 128 KB. Después, llegaron los CD con capacidades de cientos de MB, más recientemente, el USB con almacenamiento de unos cuantos GB. En estos últimos dispositivos podemos almacenar muchísima información, pero también parte de ellos pueden estar en la nube. Casi todas las compañías que ofrecen servicios en la nube (cloud services), como parte de estos, otorgan un almacenamiento gratuito con posibilidades de pagar para ampliarlo. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de usar estos servicios en la nube?
La decisión entre usar servicios de computación en la nube o comprar sistemas de cómputo locales o personales depende de una serie de factores y consideraciones específicas. No existe una respuesta única para todas las situaciones, ya que ambas opciones tienen ventajas y desventajas.
El uso de los servicios en la nube ofrece acceso global, es decir, podemos acceder a nuestra información desde cualquier punto donde haya servicio de Internet. También, inicialmente, el costo de los servicios es mucho más barato que la compra de dispositivos de almacenamiento o procesamiento computacional. Los servicios en la nube son, generalmente escalables, es decir, se pueden crecer o disminuir de acuerdo con las necesidades del momento, presentan flexibilidad. La gestión de estos servicios corre en su mayoría por el proveedor del servicio, minimizando las tareas de sistemas computacionales. Adicionalmente, la posibilidad de contar con un respaldo automático y un servicio de recuperación de datos ante eventualidades es otra de las ventajas de la nube.
En cambio, la compra de sistemas de cómputo presenta las siguientes ventajas: Se tiene un control total sobre la información y puede obedecer a necesidades muy específicas. También la privacidad es otro de las ventajas, si se cuenta con personal capacitado la seguridad puede ser muy estricta. Los costos a largo plazo pueden amortizarse siempre y cuando el uso sea continuo. Los tiempos de espera de las transacciones en este caso se minimizan.
Estas son algunas de las ventajas de cada opción. Con esto queda claro que la elección entre el computación en la nube o los sistemas locales depende fuertemente de las necesidades específicas de las personas o empresas.
Uno de los factores más mencionados en contra de la automatización o el uso masivo de la nube de la recientemente famosa inteligencia artificial, es la gran demanda de energía que parece poner en entredicho la sustentabilidad de esta nueva forma de vivir.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA) los centros de datos (data center) en el ámbito global usaron 200TWh de energía eléctrica en 2022 y se espera que se duplique para el 2030 [1]. A pesar de este pronóstico de crecimiento, debe quedar claro que estos centros de datos han realizado un interesante esfuerzo para eficientar sus centros y disminuir las pérdidas por calentamiento de sus equipos lo que ha permitido que el consumo de energía sea prácticamente el mismo en los últimos 7 años. Para mejorar la eficiencia energética en estos centros de datos se usa un indicador que mide la efectividad en el uso de la potencia. Este indicador compara la energía total consumida en el centro con la energía consumida por solamente por el equipo de tecnología de información. Es decir, compara la energía propiamente usada para el proceso de la información con la energía para climatización e iluminación.
La necesidad usar energía eléctrica generada con fuentes renovables es una de las demandas que la población en general debe exigir a las empresas de servicios en la nube.
En nuestras decisiones, es importante considerar que la nube puede ser más eficiente en términos de energía en comparación con la ejecución de servidores locales para cargas de trabajo que requieren una infraestructura significativa. Adicionalmente, la consolidación de recursos en centros de datos compartidos y la optimización de la utilización de servidores pueden reducir la huella de carbono en comparación con tener servidores dedicados locales para cada aplicación; a menos que se use generación descentralizada localmente en los servidores o dispositivos locales.
La discusión con termina con estos argumentos, faltan esclarecer aspectos sociales y organizacionales para verdaderamente aquilatar la sustentabilidad del procesamiento y almacenamiento en la nube comparada con los servicios computacionales locales.
Hace algunas décadas cuando se ponía en marcha una nueva tecnología nadie se cuestionaba sobre la sustentabilidad de ella; sin embargo, en nuestros días, esta pregunta debe ser una de las primeras antes de adoptar los nuevos avances tecnológicos.
[1] https://www.iea.org/commentaries/data-centres-and-energy-from-global-headlines-to-local-headaches