En los últimos años me he preguntado, seguramente al igual que ustedes, por qué las opciones populistas y antidemocráticas están siendo seleccionadas por la población de diversas latitudes. Para mi es claro que las democracias han mostrado construcciones del bienestar social en algunas regiones del planeta, pero en muchos lugares no han podido disminuir las desigualdades y en muchas regiones, como en nuestro país, están aumentando estas inequidades. La selección de gobiernos populistas indica el hartazgo de la población, que busca egoístamente el beneficio inmediato en lugar de buscar el beneficio social.
Desde mi punto de vista, la tragedia de los comunes es un hecho que, aunque simplificadamente, describe una gran parte de las inequidades que padecemos hoy en día. El hecho de que los bienes comunes sean utilizados por pocas personas, sin la correspondiente responsabilidad, para con el resto de la comunidad, en su preservación para el uso de las comunidades actuales y futuras, es uno de los aspectos que evita llegar al bienestar social. Este tipo de uso no equitativo de los bienes comunes contrasta con la actitud cooperativista que promovió el desarrollo de las poblaciones humanas desde el principio de nuestra aparición en el planeta.
Estas conductas cooperativistas de la población humana nacieron con la definición de reglas o normas de convivencia entre las personas y por supuesto que en ella estaban incluidas las normas para el aprovechamiento de los recursos naturales y sociales o los que llamamos bienes comunes.
No es la primera vez que me refiero a la llamada tragedia de los comunes[1], definida por Hardin [2], pero en esta ocasión quiero comentar dos artículos aparecidos en los días pasados en los https://axirv.org que abordan los problemas relacionados con las normas de la vida o de las interacciones en colectividad mediante modelos matemáticos.
El primer artículo versa sobre el impacto que las diferentes maneras temporales de interactuar de las personas tienen en la evolución de los comportamientos cooperativos en diferentes entornos sociales [3]. Podemos pensar que estas interacciones consisten en actividades entre las personas, es decir se refuerzan los lazos mediante actividades comunes.
Notemos este detalle, el trabajo se enfoca en definir un tipo de interacción entre las personas del grupo como aleatorio o en forma periódica. Para simplificar el problema se analizan dos mecanismos de interacción temporal entre las personas: uno azaroso y otro periódico, analizando el impacto de la frecuencia de la interacción y la sincronicidad en la cooperación en la colectividad.
En este modelo matemático el juego consiste en manifestar dos comportamientos: uno cooperativo y otro de abandono, pero en este segundo, aunque hay abandono, se participa de los bienes. No voy a entrar en detalle del modelo, lo interesante son sus resultados. El modelo indica que la interacción temporal puede promover en gran medida la cooperación, y la mejora del nivel de cooperación está muy influenciada por los patrones temporales de interacción. Las situaciones donde las interacciones son azarosas no conducen a comportamientos cooperativistas, pero las interacciones periódicas conducen a zonas con cooperación.
Así, este trabajo parece evidenciar que la interacción temporal es un mecanismo alternativo para mejorar la cooperación. Como bien sabemos, hay diferentes formas de interacción de las culturas que existen en el planeta, pero estos indicios alertan sobre la necesidad de analizar la periodicidad que deben tener estas interacciones para promover comportamientos cooperativistas en las diferentes regiones del planeta.
El otro trabajo analiza la forma en que las normas conforman la evolución hacia un comportamiento cooperativista[4], también mediante un modelo matemático formal de la toma de decisiones de los individuos bajo normas sociales generales.
Utilizando el juego del dilema del prisionero se comparan cuatro normas diferentes: compasión, universalización, reciprocidad y equidad, para determinar cuál de ellas facilita la evolución de la cooperación.
En este caso se encontró que las dos primeras normas conducen al surgimiento de la cooperación en una amplia gama de juegos, pero las dos últimas no lo hacen por sí solas. La explicación que se presenta en el trabajo es que las conductas recíprocas sirven como amortiguadores para la población. Es decir, simultáneamente desertan con los desertores y cooperan con los cooperadores, reprimiendo a los primeros e impulsando a los segundos. Sin embargo, las normas de reciprocidad y equidad no pueden promover un comportamiento prosocial porque no proporcionan ningún incentivo para que las personas sean más cooperativas.
Por un lado, este último trabajo nos indica que los castigos (reciprocidad) pueden parecer una opción a corto plazo, pero que no conducen a comportamiento cooperativista, mientras que el primer trabajo nos señala la importancia de encontrar situaciones donde la población en su conjunto pueda interaccionar de manera periódica para conocerse y ser proclive a manifestar el comportamiento cooperativista.
Es cierto, estos dos trabajos no abonan directamente al entendimiento del proceso que en muchas partes del mundo conduce a los populismos, pero considero que al valorar las enseñanzas de los modelos matemáticos de los comportamientos sociales nos da ciertos indicios para definir acciones concretas y evitar que el egoísmo inunde nuestras actividades.
[1] https://delrioantonio.blogspot.com/search?q=tragedia+comunes
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia_de_los_comunes
[3] https://arxiv.org/abs/2401.11782
[4] https://arxiv.org/abs/2401.13015