Esta semana me sorprendí de leer el título de un artículo: “Liga entre la evolución y sociedad promoviendo los objetivos del desarrollo sustentable de la ONU” (A link between evolution and society fostering the UN sustainable development goals) [1]. En mis adentros la liga entre la evolución y la sustentabilidad era algo obvio, pero al leerlo me convencí de que hay aspectos que no estaba considerando a cabalidad. Especialmente tenemos esta situación cuando hacemos referencia a un concepto de otra disciplina, como la teoría de la evolución que no fue acuñada en mi área de especialidad. En este caso la teoría de la evolución que es parte sustancial de los fundamentos teóricos de la biología da elementos cruciales para definir estrategias hacia la sustentabilidad. Con la lectura de este artículo entendí que este marco conceptual es la base de la biodiversidad que fomenta la resiliencia de los ecosistemas ante los cambios que pueden sufrir en su desarrollo.
En este artículo discuten a profundidad los procesos evolutivos como una herramienta para adaptarse a los cambios, en particular, al cambio climático antropogénico. En él se señala que las consecuencias de las capacidades evolutivas no se han considerado en la investigación sobre la sustentabilidad.
Uno de los aspectos más relevantes radica en la argumentación sobre que los conceptos, herramientas metodológicas y los datos colectados mediante las investigaciones de la evolución pueden contribuir a diseñar estrategias que conduzcan a lograr los ODS. Enfáticamente, señalan que la diversidad biológica en los ecosistemas es necesaria para que las poblaciones, humanas o de otras especies, puedan responder adecuadamente a los cambios. En particular, al referirse a la especie humana señalan que la información analizada desde la teoría de la evolución conduce a tomar decisiones sobre aspectos económicos, sociales y por supuesto ambientales que construyan un bienestar sustentable.
Para mí, de lo más interesante fue la tabla donde se plantean las contribuciones evolutivas a los ODS, considero que este ejercicio tiene las bondades de la comunicación hacia sectores amplios de la población humana.
Por supuesto, en este pequeño espacio no me será posible comentar todos los ejemplos desarrollados en el artículo, pero indicaré algunos a continuación:
Por ejemplo, para lograr el ODS 2: hambre cero; consideran que la diversidad filogenética y genética aumenta la resiliencia al cambio global de los ecosistemas de producción de alimentos. Con esto resaltan que no estamos preparándonos para este cambio climático con los actuales monocultivos y que es imperioso promover esta diversidad genética en los sistemas de producción de alimentos.
En lo referente al ODS 3: salud y bienestar; proponen el uso de la teoría de la evolución para mejorar las predicciones sobre enfermedades emergentes. Los actuales modelos epidemiológicos no usan los mecanismos evolutivos de los agentes infecciosos al mismo tiempo que los mecanismos evolutivos de la población enferma. Esto fue claro en la epidemia del COVID-19, pero puede ser aplicable a las enfermedades de cualquier otra especie que usemos para nuestra alimentación.
Me llamó mucho la atención una de las contribuciones evolutivas para el ODS 10: disminución de las desigualdades; proponen el uso de algoritmos evolutivos para planificar el transporte urbano. Efectivamente, las estrategias que desaliente el transporte individual motorizado pueden ser concebidas mediante el uso de algoritmos genéticos u otras herramientas de inteligencia artificial que construyan sistemas de transporte público limpio y de calidad.
No voy a mencionar aquí todos los ODS, pero considero que si debo abordar el OSD 7: energía asequible y no contaminante; en esta parte le dedican algunas líneas a la biodiversidad en la producción de biocombustibles, aspecto muy relevante. En mi opinión, la biometización para mejorar la eficiencia de las celdas solar es algo ingenuo, ya que la eficiencia fotosintética es menor al 11 % y las eficiencias de las actuales celdas solares son mayores al 30 %. Sin embargo, a lo largo de todo el artículo enfatizan la diversidad como una característica que fomenta la resiliencia y este aspecto, la diversidad, se puede aplicar directamente al sector energético; el fomento de la diversidad de las fuentes renovables de energía dependiendo de las capacidades de las poblaciones en cada entorno es una estrategia fundamental para cumplir el OSD 7.
También indican las barreras que han estado presentes para evitar que los conceptos evolutivos impactan mayormente en la definición de estrategias para conseguir los ODS. En particular, señalan: que la falsa percepción que la teoría de la evolución tiene un horizonte de tiempo muy grande, de varias generaciones; pero muchos organismos tienen períodos de vida mucho menores que la escala de vida humana, por ejemplo las bacterias y los virus. Otra de las barreras mencionadas son los conflictos entre beneficios individuales y colectivos. Por ejemplo, la prevención del desarrollo de resistencia a los antibióticos requiere una reducción en el uso de antibióticos, aunque segmentos poblacionales pueden beneficiarse con un uso más liberal. Estas barreras pueden ser evidenciadas y con ello sobrepasadas en futuros análisis.
Al final hacen un llamado a una mayor colaboración entre la ciencia de la sustentabilidad y la biología evolutiva y, de mi parte añadiría, con todas las disciplinas de las ciencias básicas para poder lograr los ODS.
Desde mi perspectiva, podemos analizar desde un punto de vista termodinámico las estrategias para asegurar cumplir los ODS y ya entrados en el tema, podemos empezar con una simple pregunta: ¿qué dirá la segunda ley de la termodinámica sobre las posibilidades de la sustentabilidad? Me parece que puedo anticipar que debemos analizar desde la formulación local de esta ley, en contraposición con una visión de la termodinámica clásica que es limitante.
Les invito a leer este artículo [1], que nos abre una serie de perspectivas encaminadas a decidir con base en el conocimiento.