Hay infinidad de pretextos para no ir a votar, desde la simplista afirmación de que ya sabemos quién va a ganar, hasta la convicción de que al votar avalamos las acciones de los actuales políticos y no queremos validarlos. En mi opinión, desde el 2000 la primera afirmación es falsa y la verdad es que no sabemos quién ganará, a pesar del esfuerzo que han desplegado las televisoras de convencernos que hay un ganador; también sabemos que nuestro voto sí cuenta y más ahora que los ciudadanos nos organizamos para verificar que los votos se cuenten y se cuenten bien (http://bit.ly/LdV0O5 y http://bit.ly/KWX8xw). Por el momento, la única manera efectiva para seleccionar a los gobernantes es nuestra participación en las elecciones y con esta participación sí avalamos el ejercicio del poder político de los que ganan; aunque no estemos de acuerdo, pero también al no participar estamos dejando que ellos hagan lo que les plazca sin tratar de evitarlo. Otro pretexto para no votar es la afirmación de que ninguno de los candidatos nos convence. Por supuesto que todos los candidatos tienen defectos y proponen acciones que no gustan a todos. Esto es un hecho, somos diversos y es parte del ejercicio de la democracia. Cada uno de nosotros piensa y puede proponer acciones diferentes; pero hoy tenemos la opción de elegir entre las propuestas actuales. En mi opinión, es mucho más fácil decir no me gusta ningún candidato y no voy a votar, o voy a anular mi voto, ya que nadie me convence, que seleccionar. La actitud de anular es más sencilla de tomar que sentarse a reflexionar, analizar las propuestas, el pasado de los candidatos, las acciones que han emprendido en los puestos a los que han llegado, etc. y escoger a uno de ellos. También esta actitud refleja un profundo desprecio por nuestro entorno ambiental o social, un desprecio por nuestros familiares, amigos y conocidos, ya que los abandonamos en el momento de decidir. Por supuesto, la acción de analizar nos tomará más tiempo, al coleccionar las propuestas y valorar cada una de ellas y requiere de un mayor compromiso social de nuestra parte. Es más, debemos analizar las propuestas con diferentes ópticas, si pensamos en el corto plazo quizá el resultado sea diferente a considerar el largo plazo. Por ejemplo, la oferta de tarjetas para recibir despensas puede ser una alternativa a corto plazo, pero no lo será en el largo plazo, ya que lo que necesitamos son salarios dignos y empleo o la reactivación del mercado interno que son la mirada en el largo plazo. La propuesta de acabar con la inseguridad con policías es de corto plazo, en el supuesto que puedan meter a la cárcel a los delincuentes; pero nuevamente en el largo plazo no es solución. La restauración del tejido social, la educación para reactivar la economía con empleos especializados que reciban mejor salario por su alta productividad podrá ser parte de las acciones para una solución de largo plazo a la inseguridad. Así debemos seguir analizando las propuestas de cada uno de los candidatos.
El estudiar la composición del equipo de trabajo de un candidato también es importante y requiere que le dediquemos un cuidado especial. Hasta el momento sólo hay una propuesta explícita de equipo para encaminar al país hacia la solución de la problemática que nos aqueja; pero no tenemos información verás de los demás equipos. A este respecto, tengo que comentar que es irresponsable mencionar participantes en el equipo sin antes consultar con los involucrados. Por otro lado, conocemos que en casi todos los partidos hay personas con conocimiento; también sabemos donde hay más corruptos que gozan de impunidad. Los partidos políticos pueden verse involucrados por sus miembros en actos de corrupción, pero su actitud debe ser de rechazo a ellos y propiciar se haga justicia. Nosotros tenemos que exigir esto último con más ahínco.
En mi opinión debemos impulsar a todos los ciudadanos a que emitan su voto por algún candidato en todos los niveles presidente, gobernador, legislador federal o estatal y presidente municipal y asuman su responsabilidad de elegir. Sí deseamos que se nos haga caso, sí deseamos que se nos tome en cuenta, sí deseamos que nuestra situación cambie para algo mejor, debemos pasar de la democracia representativa a la democracia participativa, pero no puede darse esta transición sin que votemos con responsabilidad y seleccionemos de entre lo que tenemos.
De lo anterior, se desprende que es necesario ir a votar y no anular nuestro voto.
Como un primer paso para tomar las decisiones en nuestras manos y construir una sociedad que contemple para su desarrollo las restricciones del ambiente y de la equidad entre las personas actuales y futuras, es decir que se desarrolle en forma sustentable: Empecemos por votar y seleccionar.