Las cinco grandes compañías encuestadoras, BGC, Buendía, GEA-ISA, Parametría y Mitofsky, erraron imperdonablemente en su estimaciones, comparadas con los resultados publicados y presuntamente ciertos del Instituto Federal Electoral (IFE): dieron hasta 18% de preferencia a EPN (con margen de error de +/-3% para un 95% de confianza) sobre su más cercano competidor, mientras que el resultado reportado por el IFE estuvo entre 6% y 7% –si el recuento no revela otra cosa.
No me es posible creer (sabiendo un poco de estadística) que los datos de GEA-ISA, machaconamente transmitidos día tras día por Milenio TV, no hayan sido trucados; aunque Ciro Gómez Leyva ya haya presentado las disculpas por su fuente, llamando a la diferencia simplemente “un error”, yo no lo creo. El prestigio de estas compañías (y sus ingresos) dependen críticamente en la confiabilidad de sus conclusiones; a partir de ahora no tendremos motivos para creer ni siquiera que “ocho de cada diez gatos prefieren Güíscas” si nos lo afirma Mitofsky. Solamente políticos desesperados acudirán a la treta de contratar encuestas –y lo harán con el riesgo de recibir el contragolpe de la incredulidad ciudadana.
Técnicamente, el IFE hizo un excelente trabajo de planeación, organización y financiamiento del complejo aparato electoral; su sistema de comunicación y cómputo fue examinado por especialistas de la UNAM, quienes constataron que no habría fraude cibernético interno. Pero como en las funciones de magia, los trucos ocurren fuera de la vista del público y antes que aparezca el conejo. Los tribunales electorales se han visto lentos y timoratos ante crónicas de fraude anunciado, aún ante pruebas contundentes sobre un partido que ha excedido imperialmente sus gastos de campaña en acarreos, despensas y tarjetas de varios tipos. En otros países esto sería causal de nulidad. Por supuesto que se hará justicia en México –pero no tanta; sería la ruina económica. Seguramente, integrantes del movimiento #YoSoy132 estarán atentos a los dichos y acciones del nuevo presidente, listos para pitorrearse de cualquier traspié que muestre su deficiente cultura. Mientras que Vicente Fox daba la impresión de un ranchero con botas, bronco pero franco, EPN usa zapatos de charol e impecables trajes de businessman; no le pueden ser permitidos dislates similares aunque sea un excelente orador cuando tiene guión. Supongo que EPN será apoyado en su gestión por las televisoras que lo promovieron (¿a qué costo?); no tendrá que improvisar discursos y no será cuestionado ante cámaras; así mantendrá cierta popularidad aunque sea continuamente confrontado en las redes sociales. Se perfila un sexenio de controversias desiguales que espero sean pacíficas.
La estadística, como otras ramas de la ciencia, puede ser usada para bien o para mal; y es una lástima que haya sido usada como herramienta del presunto fraude electoral. Futuras legislaciones y judicaturas no deben soslayar más su correcta aplicación, u ordenar su silencio.
[1] W. Luis Mochán, Meta-Estudio de Opinión, acceso directo en: http://bit.ly/Ic4fQq.
[2] K.B. Wolf, La publicación de encuestas influye en la votación. La Unión de Morelos 06/06/2012, p. 17.