Por más que seamos optimistas, el descubrimiento de fosas clandestinas, de asesinatos en diferentes lugares del país y otras noticias que muestran los estragos causados por una guerra sin estrategia, no permiten que vislumbremos el bienestar social que deseamos. Estamos inmersos en una sociedad que está clausurando el futuro de nuestra juventud y aunque hacemos esfuerzos por implantar soluciones de largo aliento, los hechos parecen indicarnos que los daños causados tienen efectos mucho más perjudiciales de los que habíamos previsto.
En esta líneas he planteado varias veces que nuestros jóvenes trabajan y que ellos están armando un posible futuro con entusiasmo. Este lunes asistí a la inauguración de la Octava Jornada de Ciencia Tecnología e Innovación en el parque de Acapatzingo y en la ceremonia se reconoció a jóvenes y niños ganadores de medallas en las Olimpiadas del Conocimiento (biología, física, matemáticas, química y robótica). Por primera vez oí a un gobernador mencionar por su nombre a algunos de los niños y jóvenes ganadores de las olimpiadas del conocimiento. Fueron tantos los ganadores que muchos no pudieron ser mencionados por cuestiones de tiempo; pero que también recibieron un reconocimiento por su dedicación y esfuerzo, todos ellos son una muestra que si podemos actuar positivamente. Debemos tener en cuenta que el logro de estos estudiantes es producto de su esfuerzo individual en coordinación con las acciones de maestros y entrenadores que participan activamente todos los días en el proceso de preparación para estas competencias. Es importante mencionar que la Academia de Ciencias de Morelos, gracias al financiamiento de la Secretaría de Innovación Ciencia y Tecnología y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, organiza actividades en la dirección de preparar a estos niños y jóvenes. Claramente las instituciones también juegan un papel relevante en las acciones colectivas.
Este día lunes vi caras felices de los ganadores de las olimpiadas del conocimiento, pero también observé estas mismas caras en expositores jóvenes que nos mostraban sus experiencias científicas y otros que escuchaban y observaban con interés demostraciones sobre temas científicos. Toda esta algarabía contrasta con el pesar que me agobia últimamente al conocer lo que en otros lugares del país se les está haciendo a los jóvenes. En nuestro estado a los estudiantes se les otorga una beca salario para estudiar, en otros lugares se les desaparece o se les asesina. La primera acción tendrá resultados en el largo plazo y debemos entender que es una de las formas de construir un bienestar social, las segundas tienen impactos negativos inmediatos y producen inconmensurables daños en todos los niveles sociales. ¿Cómo podemos tener estas dos vertientes del comportamiento humano tan diametrales? Somos la misma sociedad, unos luchando por conseguir un futuro de largo plazo para nuestros jóvenes, otros que sin razón alguna cancela con sus inexplicables acciones las opciones que esbozamos.
Los atroces actos que en estos momentos hemos sido testigos requieren de acciones inmediatas de aquellos a los que, mediante el contrato social, les conferimos el derecho a ejercer la violencia para impartir justicia.
Por supuesto, que otros debemos continuar con los esfuerzos por construir opciones a los jóvenes, no podemos rendirnos, aunque parezca que nuestros esfuerzos se desvanecen o pulverizan. Al mismo tiempo que debemos reclamar fin a la impunidad para aquellos que cancelan las opciones de nuestro jóvenes, las demás personas convencidas que debemos construir opciones basadas en el conocimiento, en la tolerancia, en la búsqueda de la diversidad tendremos que redoblar esfuerzos para que, a pesar de las devastadoras noticias, podamos apoyar a las caras jóvenes y esperanzadas que merecen un bienestar social.
En estos días que tañen las campanas por jóvenes inquietos, redoblemos nuestros esfuerzos para que no lo vuelvan a hacer por la misma razón.