El premio (www.innovadoresdeamerica.org) tiene cinco categorías: Educación, Ciencia y Tecnología, Desarrollo Social, Empresa e Industria y Sostenibilidad y Ecología. La convocatoria para la tercera edición de este premio (2016), está abierta hasta el 20 de abril.
Hago una cordial invitación a la comunidad científico-tecnológica e industrial de Morelos a enviar candidaturas a este premio. Puedo decirles que la experiencia del premio ha sido extraordinaria. El premio, que otorga 50 mil dólares, es aún más importante por la visibilidad internacional que se le da a los proyectos ganadores. Un jurado internacional selecciona a tres finalistas en cada categoría, a los que se les da muy amplia visibilidad en redes sociales y entre ellos selecciona a los respectivos ganadores. En 2014 el premio se otorgó en Medellín, Colombia, en una muy emotiva ceremonia transmitida por televisión en internet. Pero lo más importante, a mi juicio, es que los galardonados explican por qué se hicieron acreedores a él, en un evento después de la ceremonia y en una subsiguiente gira (www.innovadoresdeamerica.org/giras-2014/) por varios países latinoamericanos, en la que visitamos Asunción (Paraguay), La Paz (Bolivia) y Quito (Ecuador). A diferencia de la mayor parte de los premios que se otorgan en México, el Premio IA difunde ampliamente las contribuciones de los premiados y no sólo el nombre del(a) premiado(a) y la foto con quien se lo entregó. Al fin y al cabo, los premios son útiles en la medida que le den visibilidad al trabajo desarrollado.
A continuación, comparto con los lectores mi intervención al recibir el premio, el 21 de agosto de 2014, en donde también se hizo mención a tres mexicanos como “íconos” del premio: la viróloga (y colega del IBt) Susana López, la astrónoma Julieta Fierro y el Doctor Luis Miramontes+,**?? creador del primer anticonceptivo oral.
“Es un privilegio recibir un premio de un innovador a otro innovador. El Premio ‘Innovadores de América’ es una innovación por sí misma y creo que por eso deberíamos darle, todos, hoy, un premio a ‘Innovadores de América’. Debo decir que yo sólo soy el representante de un gran equipo, al que le tomó cerca de 12 años llevar un producto, de la investigación al mercado y esto obviamente no se puede hacer solo. Debo, en primer lugar, reconocer a los dos socios de Agro&Biotecnia, una empresa de base tecnológica, pequeña, surgida en la universidad; a Leobardo Serrano Carreón y a Carlos Roberto Gutiérrez, quienes espero nos estén viendo por televisión y quiero decirles Leo, Roberto, esto (el trofeo) también es suyo”.
Como podrán imaginarse, para que esto llegara al término comercial, tuvimos que pasar muchas facetas, a las que normalmente los profesores universitarios no estamos acostumbrados. Una de esas facetas (yo tengo 30 años como profesor universitario y seis años como empresario). Creo que es posible, y viable, que la investigación que se hace en las universidades llegue al mercado, con la mayor solidez científica posible. Tuvimos que crear esta empresa para comercializar nuestro desarrollo y en esta empresa hemos sido muy afortunados al recibir muchos apoyos. De otra manera, difícilmente hubiéramos podido llegar hasta hoy y estar en esta espléndida ciudad que es Medellín y en este magnífico país que es Colombia. Debo agradecer, al inicio de la investigación, cuando esta era una investigación académica, a mis colegas del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, de Culiacán, Sinaloa, y al Instituto de Biotecnología de la UNAM, mi casa, que me ha dado enorme libertad y el privilegio de trabajar en una entidad de excelencia académica.
Cuando formamos esta empresa (en 2008), tuvimos muchos apoyos, sobre todo del Gobierno del Estado de Morelos, donde yo radico y en donde está el Instituto de Biotecnología. Morelos es un estado pequeño en México, que tiene dos millones de habitantes, pero que tiene 2 mil investigadores. Entonces, si Morelos fuera un país, estaría entre los primeros lugares de la OCDE. Recibimos apoyos extraordinarios del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología, del Centro Morelense de Innovación y Transferencia de Tecnología, que nos permitieron transformar una idea de laboratorio, en una innovación y en un producto comercial, que hoy está siendo usado por los agricultores mexicanos para la protección de cerca de 15 diferentes cultivos, de una forma eficaz y amigable con el medio ambiente. Quiero decir también que debo agradecer enormemente a nuestro socio estratégico comercial, la compañía FMC Agroquímica de México, que nos ha permitido comercializar este producto de la forma más amplia posible en nuestro país. Y debo decir que tengo otros premios más importantes que éste; sobre todo tres: mi esposa y mis dos hijos. Sólo ellos superan este premio. Finalmente, debo decir que, además del privilegio de estar aquí, el hecho de haber recorrido este camino, sinuoso a veces, pero exitoso al fin. No es el primer emprendimiento que hago, pero es el primero en el que tengo éxito, si éxito se refiere a tener la gran satisfacción de ver que algo que uno creó, que uno investigó y que uno desarrolló por muchos años, le está siendo útil a alguien y está haciendo mejor la vida de alguien. Creo que eso es lo más importante de destacar de esta tecnología, porque al fin y al cabo, la tecnología nos sirve, en el último de los términos, para crear bienestar y más felicidad en la población. Muchísimas gracias”.