Es más dio pauta para aumentar los mecanismos de corrupción. Hoy encontramos ciudadanos que pagan una dádiva a verificentros que las aceptan o promueven para tener una calcomanía cero. En lugar de premiar a quienes mantienen su auto en buenas condiciones, el programa fomentó las actividades irresponsables de todos los sectores de nuestra sociedad, desde el ciudadano que compra un calcomanía, el empresario que permite que su negocio otorgue calcomanías a conductores cuyos autos no la merecen, hasta las autoridades de la CDMX que para no contender con la problemática desatada acusan a la Suprema Corte de Justicia.
A pesar de las frases anteriores, la pregunta ¿funciona el programa hoy no circula? puede tener una respuesta positiva, pero solamente cuando se considera en muy corto plazo como ya lo vivimos. Claramente este programa es un paliativo y nunca ataca a los problemas desde la raíz. El Hoy No Circula se impuso en la CDMX hace unos 30 años y en aquel entonces provocó una disminución de los gases contaminantes; pero como no ataca el problema de raíz, después de este tiempo ahora nuevamente se han alcanzado niveles preocupantes en los indicadores ambientales en la CDMX.
Desde mi perspectiva es totalmente inadmisible, que para disminuir la presión política sobre las malas decisiones en cuanto al tránsito y transporte que se han tomado últimamente en esa ciudad, se proponga extender este programa a estados vecinos.
Estos estados vecinos todavía están en la situación donde pueden tomar medidas que ataquen el problema. Además no tienen las condiciones geográficas que presenta la CDMX, ni tampoco tienen el tiempo invertido por horas persona en el transporte que en ella hay, y por lo tanto, estos estados no deben implantar el paliativo “Hoy no circula”, sino desarrollar soluciones reales.
Por supuesto que en toda la República Mexicana hay problemas de contaminación ambiental, principalmente en la ciudades; pero debemos como sociedad solicitar se ataquen los problemas que la ocasionan, no debemos aceptar paliativos.
Una opción real en nuestros días es el uso de vehículos eléctricos, estos vehículos no emiten gases de efecto invernadero mientras están en operación, es decir, al usar un vehículo eléctrico se evita la emisión de gases en el sitio, el calentamiento del entorno cercano disminuyendo la isla de calor que ocasionan los vehículos de combustión interna y se disminuye el ruido en las ciudades. Solamente estos aspectos ya tendrían un efecto totalmente de alivio sobre los indicadores ambientales en el CDMX o en cualquier ciudad. Ya he mencionado aquí que el costo de recorrer un kilómetro con un vehículo de eléctrico, es casi la mitad del costo de recorrer el mismo kilómetro con un vehículo de gasolina. En varias ciudades europeas se está fomentando su uso, es más en el Estado de California se ha propuesto que en menos de diez años no puedan circular vehículos de combustión interna en su territorio. ¿Podríamos hacer algo así en nuestro país?
Claro que sí, aunque muchos comentarían que es muy cara la implantación de esta medida, por el alto costo inicial de los automóviles. Esta frase no se basa en un cálculo completo, en esta aseveración hace falta incluir muchos costos que estamos pagando al utilizar los automóviles de gasolina. Lo caro es tener que comprar otro auto para circular el día que no se circula, caro es seguir respirando el aire contaminado de la CDMX, caro es para el sistema de salud contender con los malestares respiratorios de una buena parte de la población de las ciudades, caro es el tiempo que se invierte todos los días en el transporte. Si contabilizamos todos estos costos en 30 años, veremos que la promoción del uso de los vehículos eléctricos es una alternativa totalmente costeable en nuestros días. Para ver las ventajas que tiene el uso de vehículos eléctricos consultar (http://www.nature.com/articles/srep09213)
Otro de los caminos, que no tiene porqué ser muy diferente, es el de solicitar un transporte público de calidad. En la CDMX se puede hacer que el metrobús y que todos los vehículos de transporte público sean eléctricos. Por supuesto, que se requerirían armar paquetes de financiamiento para este programa, pero el costo de hacer estos programas debería pagarse con los beneficios que tendríamos en los siguientes 30 años. Claramente, estos programas van más allá de los 6 años de la mayoría de los programas de gobierno; pero nosotros los ciudadanos requerimos soluciones con una visión de mayor plazo y de hecho solicitamos que estas soluciones beneficien también a las generaciones futuras. Así debemos exigir a los encargados en las haciendas de los gobiernos, a prever soluciones de largo plazo.
Desde mi punto de vista, no basta con restringir el número de vehículos circulando, debemos propiciar que las personas elijan por conveniencia usar un transporte más eficiente y menos contaminante. Es así como en todos los estados vecinos de la CDMX podemos optar por medidas que impulsen un transporte público eficiente, de calidad y eléctrico. Esta medida impactará en tener mejor calidad de vida en las ciudades y en la salud de todos nosotros.
Con gusto trabajamos con los gobiernos de todos los niveles, para analizar las posibles medidas que impulsen verdaderas soluciones al problema del transporte en las ciudades que contemplen su solución en el largo plazo.