Carrillo añade como parte del complot a otros personajes adscritos al principal círculo de colaboradores del otrora titular del Poder Ejecutivo Federal, entre quienes destacaba el procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, hoy enclaustrado en un ignominioso consulado de segunda dentro de territorio norteamericano. Obvio, el general en retiro cita también a Graco Ramírez Garrido Abreu, actual senador dentro del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
La obra consta de nueve capítulos, titulados de la siguiente manera: “Quién soy, de dónde vengo”; “El Estado Mayor Presidencial”; “El sexenio de José López Portillo”; “El sexenio de Miguel de la Madrid”; “El sexenio de Carlos Salinas de Gortari”; “Narcotráfico”; “Las Fuerzas Armadas y la seguridad nacional”; “Seguridad pública: actualidad y alternativas”; y “El caso Morelos: el uso envilecido del poder”. Trae además un epílogo denominado “Un sistema en agonía”, y el consabido índice onomástico. Por razones de tiempo leí solo el capítulo dedicado al caso Morelos, que a lo largo de muchos años nos ha mantenido entretenidos a los comunicadores sociales y a varios políticos, politicastros, politiquillos y politiqueros morelenses, amén de que en “el centro” habrán hecho lo propio los detractores y amigos del mismísimo Carrillo Olea.
La parte concerniente a la defenestración del general contiene información de sobra conocida en Morelos. En un “mea culpa”, JCO admite que el conflicto con Zedillo surgió cuando la entidad experimentaba una situación negativa tocante a la seguridad pública, “sobre todo por los constantes secuestros, un mal endémico del Estado, pero de ninguna manera era peor que el problema de los feminicidios en Ciudad Juárez, que ya para entonces se había convertido en un escándalo internacional. Tampoco era peor que la inseguridad en Sinaloa, con sus secuestros y ejecuciones, o en Baja California, donde el narcotráfico se había apoderado de las ciudades de Tijuana y Ensenada y donde también las ejecuciones eran algo cotidiano. A pesar de lo muy lamentable del caso, tampoco era más grave que la que se vive actualmente en Morelos”.
Indica Carrillo Olea que la problemática pudo ser combatida e inclusive resuelta con la colaboración del presidente Zedillo, pero no ocurrió así pues el “jefe de la nación”, por angas o mangas, le guardaba resentimiento. Para el respectivo distanciamiento prosperaron algunas intrigas. Lo anterior no es ningún secreto para determinados comunicadores sociales de Morelos, como tampoco lo es el hecho de que Liébano Sáenz utilizó a su antojo a Graco Ramírez Garrido Abreu. Tampoco ignoramos que el actual senador ha sido un traidor de la izquierda mexicana y que se trata de un mercenario vendido al mejor postor. No desconocíamos el hecho de que el multicitado legislador federal (reunido ayer con el grupo Identidad Morelos) proporcionó sus servicios a varios presidentes de la República y a ciertos personeros de ellos mismos, como sucedió con Luis Echeverría Alvarez (1970-1976). Nadie del sector público federal ignoraba en ese tiempo que Graco y Rafael Aguilar Talamantes, fundador del Partido Cardenista de Reconstrucción Nacional, cobraban en el extinto Instituto Mexicano del Café (IMCAFE). Etcétera.
Pero el libro de Carrillo Olea, en el capítulo concerniente a Morelos, plasma información nueva respecto al pernicioso pasado de Graco Ramírez Garrido, extraída sin duda de las carpetas que el militar retirado conservó tras haber sido subsecretario de Gobernación y director fundador del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). Y hoy que el senador perredista se esfuerza por proyectar un cambio profundo en su camaleónica personalidad y convenenciera actitud, así como una imagen de gran estadista, todo ello con el objetivo de convertirse en el próximo gobernador de Morelos, vale la pena transcribir lo siguiente. Según Jorge Carrillo Olea, Graco Ramírez, entre 1978 y 1982, cobró en la Dirección de Transportes de Sidermex y en el Fideicomiso Acapulco; entre 1983 y 1988 lo hizo en el Departamento del Distrito Federal y en la Secretaría de Gobernación; entre 1988 y 1994 estaba en las nóminas del Partido del Trabajo, entonces sin recursos oficiales, subsidiado por la Secretaría de Gobernación; entre 1995 y 2000 cobró en la Lotería Nacional, la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Gobierno del DF; y desde 1998 hasta 2000 lo hizo en Caminos y Puentes Federales (Capufe). A principios de 2001 –agrega Carrillo- regresó a la nómina de Morelos invitado por el gobernador Estrada Cajigal. Hizo además “estudios hacendarios” y “proyectos conceptuales” para la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Y finaliza el ex gobernador: “Hoy es senador de la República sin que haya obtenido un voto, y siguiendo su práctica recibe dinero otra vez del gobierno de Morelos, además de los de Puebla (hasta el 2010), México y DF”. Hasta aquí el libro de Carrillo Olea. Efectivamente: hoy en día medio mundo sabe que la Sedesol financia al legislador federal y que en la gestación del movimiento de Javier Sicilia pactó con José Francisco Blake Mora, secretario de Gobernación, para “mantener apaciguada a la raza” de Morelos a cambio de prebendas. Por eso se ha mantenido tranquilito hasta hoy. La víspera, insisto, se reunió con gente honesta aglutinada en Identidad Morelos, a quienes quizás obnubiló como lo ha hecho con otros sectores sociales de nuestra entidad que desconocen sus tortuosos antecedentes.
2 comentarios
Hey
Cuánto me gustaría ver a Graco como candidato a gobernador. Será su… Compartelo!
Hey
EL IMPOSTOR Y CORRUPTO DE GRACO HOY QUIERE SER GOBERNADOR DE MORELOS...EL… Compartelo!