“Bueno, es que la economía no está muy bien”, podría ser el pensamiento de algunos. Pero no se trata de cosas y bienes materiales, al menos no exclusivamente, sino de nuestra actitud y forma de dar. “Siempre les doy regalos, nos reunimos la familia, hay de todo de comer”. Bueno sí, pero la generosidad es también más profunda que sólo tener una fiesta en la que nos juntamos.
La navidad trae un mensaje muy particular para quienes somos creyentes en Dios, en Cristo Jesús, que la fiesta y “Santa Claus” y/u otros personajes relaciones nos han robado y disfrazado de otra cosa. Simplemente los niños han aprendido que la navidad es un tiempo de recibir regalos que cumplan con sus deseos. Este mensaje se contradice con el verdadero mensaje de la navidad. Un señor bonachón, con una super fábrica de juguetes, gordo, lleno de ciertos lujos ha venido a sustituir el nacimiento del niño Jesús o a superponerse. Para algunos padres se ha vuelto algo difícil de sostener, dado que los deseos de los niños ya no son una pelota, una muñeca o una bicicleta. Las consolas, los videojuegos, la computadora, la Tablet, el iPad, el Smartphone, y todo tipo de juegos electrónicos son económicamente un gran peso. Al fin hay 24 meses para pagar y se junta con la próxima navidad. Este no es el sentido de la navidad.
Es cierto que la navidad es un sincretismo de varias celebraciones paganas anteriores al cristianismo. Pero quien es creyente debe ser congruente con celebrar entonces el nacimiento del niño Jesús. Y lo importante para nuestro desarrollo emocional y espiritual es que no sea un tiempo de estrés, de desamor, de decepción, depresión y de absoluta indiferencia a los valores religiosos en el caso de aquellos que creen.
Es en este tiempo que las consultas psicoterapéuticas abundan precisamente por el sin sentido que para algunos que ya pasaron de la “magia de la infancia” sostenida por padres dedicados, se vuelve un periodo depresivo, en que lo que se esperaba ya no pasa. La unión familiar es privilegio de algunos, pero otros pasan por pleitos familiares, procesos de divorcio o inclusive una recesión económica. Y la falta de valores que no estén en torno de los bienes materiales y de consumo lleva a mucha gente a considerar un tiempo sin un sentido profundo, tiempo de borrachera y derroche.
El nacimiento de Jesús significa el regalo concretado de Dios en un ser humano, que da a su hijo para el futuro sacrificio por los pecados de la humanidad. Quizá de allí salió el regalar, pero cuando lo que se da está en la superficialidad de cosas y más cosas y no en la generosidad todo se vuelve vacuo. De hecho hay personas que pasada la navidad se sienten “vacías y gordas”. Es decir, no llenaron su espíritu y se entregaron a los excesos. El acto de entrega para la muerte de Jesús es el acto de dar, de generosidad más elevado que haya: “dar la vida por otro para cargar con sus culpas”.
Ser generosos da una alegría inefable. A veces todavía se experimenta el gozo de dar a otro al ver su alegría y felicidad ante lo obsequiado. Pero ya se ha comercializado todo que esto se ha perdido y se ha vuelto una competencia de quién dio el regalo más caro o vistoso o quien quedó mal con sus obsequios. Críticas, envidias, chismes y algunas veces ingratitud pueden presentarse y arruinar el acto de dar. Y es que entonces falta la generosidad. Dar la vida, desvivirse porque el otro esté bien, por mantener la alegría y el amor, la unión y la buena comunicación.
Ser generosos en navidad es darse uno mismo, es entregarse a la unión de todos, es servir y es recordar que Alguien dio todo por nosotros para el perdón de nuestros pecados y celebramos que nació. Y con Él nació la Esperanza de que tenemos un futuro en el que todo tendrá sentido y todo estará en su lugar.
¿Un mensaje religioso en un escrito sobre psicoterapia? Así es. Muchas veces las personas no están neuróticas, están vacías. No están enfermas, no están siendo amadas. No están traumadas por lo que les pasó en el pasado, no pueden superar sus vicios de carácter. No han perdido una relación, un trabajo o su matrimonio, se han perdido a sí mismas. Y viven “sin ton ni son”, desdichadas “por no sé qué”, sintiéndose vacías o entregándose a todo tipo de excesos inmorales en la fantasía de que así podrían tal vez ser felices un rato.
Todos tenemos que hacer una elección para llenar el área espiritual de nuestras vidas. Eso permite a las personas ver su vida desde una perspectiva más allá de lo cotidiano, más allá de los problemas inmediatos, a un nivel macro que tiene más que ver con la trayectoria y destino de su vida que con este o aquel acontecimiento difícil que ocurrió en su pasado.
Ver el más allá da sentido al más acá. Es decir, el sentido y significado de mucho de lo que nos sucede lo adquiere desde una perspectiva espiritual, macro, más allá de lo que tenemos inmediatamente enfrente de las narices. Eso permite contentarnos con más facilidad con lo que no podemos cambiar y con algunos dolores inevitables de la vida, nos da fortaleza y razón de ser a las cosas que nos suceden. Eso no quiere decir que debamos dejar de lado examinarnos profundamente en una psicoterapia para poder superar patrones inconscientes que se repiten produciéndonos dolor.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. www.facebook.com/crecimientoemocionalintegral