Al visitar la exposición Picasso revelado por David Douglas Duncan, que se presenta en el Palacio de Bellas, se descubre como Duncan retrató a Picasso casi por 17 años, en todos los aspectos: Picasso íntimo, creador, genio, padre y amigo.
La importancia de la muestra recae en que se enseña el proceso creativo de Picasso, pues el pintor se tardó dos días en terminar su obra: del 1 al 3 de julio de 1957. Las fotografías muestran a un Picasso de espaldas con el torso desnudo y viendo de frente su trabajo, que en cada toma, se ve cercano a su conclusión. En cuanto al óleo Mujer en un sillón (1960), representa a Jacqueline, la esposa del artista, quien entró a la pintura de Picasso el 3 de junio de 1954 al pintarla con flores (Jaqueline aux fleurs), momento desde el cual, su pintura se concentra, en gran parte, a retratarla como símbolo de feminidad.
Aparte de admirar el paisaje que Picasso plasmó en Los pichones III, se puede ver la primera fotografía tomada a Picasso por Douglas Duncan, en donde el autor de Los tres músicos posa sobre una bañera. También encontrarán La mirada de Picasso, impresión fotográfica de los ojos del artista o bien, verán al gato de Picasso posando en una especie de antifaz sobre el rostro del artista.
Un registro memorioso y sorprendente de la vida cotidiana del artista más importante del siglo XX y XXI. Hay que recordar que no sólo Duncan lo siguió con una cámara, son también las fotos de Antonio Cores, Lucien Clergue, André Villiers, pero sobre todo las de Dora Maar que registró de forma magistral el proceso del Gernica, fotos claves para descubrirlo en cada proceso de su vida.
Un libro excelente para adentrarse en el análisis del mundo picassiano es Guernica. Historia de un icono del siglo XX de Gijs van Hensberger. Describe la sacudida cruel de la contienda y la temprana implicación de Picasso en la causa republicana con Sueño mentira de Franco, y las consecuencias de la entrada del tornado Dora Maar en la intimidad del artista: el traslado al nuevo taller del legendario 7 reu des Grands Augustins, donde Balzac había escrito La obra maestra desconocida. Picasso recibió allí el encargo de colaboración para el pabellón español de la Exposición Internacional de París de otoño de 1937. El impacto de la destrucción de Gernika, fue el pretexto exacto para que Picasso desbordara su genio total. El primero de mayo ponía manos a la obra y apenas unas semanas el cuadro estaba concluido.
Gracias al testimonio gráfico de Dora Maar, se conoce hoy día el proceso creativo del Gernica. La iconografía simbólica picassiana quedó clara desde el inicio y recupera los motivos figurativos de esos años – el Minotauro, la corrida y el sexo como campo de batalla del deseo-. Pero, los temas plásticos y la nueva metamorfosis formal y simbólica que adquieren en la pintura responden a una lenta evolución que demuestra su preparación. Picasso propone una gran escenografía en la que va incrustando detalles y signos que evocan trabajos anteriores y remiten a la tradición de la pintura. Pero siempre a la espera de nuevos significados sensibles, de enérgicas traslaciones de sentido que alcanzan ahora plena originalidad: el toro, el caballo, la mujer, el guerrero caído.
Buscar precedentes del Guernica en la tradición del arte ha sido pasatiempo de los historiadores del arte. Picasso fue un pintor culto, nutrido por una biblioteca gráfica importante, fascinado siempre por los códices miniados del primer romántico catalán y las escenografías bélicas al clasicismo –Poussin, Rubens, Guido Reni-, sin descuidar el estigma de Goya y el fervor hispano del claroscuro que “constituye” los motivos artísticos en el espacio pictórico.
La recepción de Guernica fue polémica y despertó fuertes opiniones a favor y en contra. La reacción vasca fue belicosa. Una pintura elitista, incomprensible, decadente, totalmente aislada de la realidad, y eso que estaba situada en el más público de los espacios. Los reportajes de Luis Bueñel – Las Hurdes- y de Hemingway – Tierra española – fueron la contraparte a las críticas. Con todo, la reticencia mayor en torno al cuadro fue el juicio duro del historiador de arte Anthony Blunt, orquestada con toda intención durante la exposición del cuadro en la New Burlington Gallery de Londres, terminados los fastos de París. Blunt, cerrado ideólogo del marxismo dogmático, criticaba en Picasso exclaustrado el significado elusivo y el estilo cubista de una pintura irritantemente elitista. Sólo el grupo surrealista, cercano a Roland Penrose, defendió la carga subversiva y comunicativa del mural.
En el total de la obra de Picasso el gran problema se llama "pintura", como argumento clave de su arte, y la investigación de Cowling lo aclara: "El estilo no es para Picasso la caracterización formalizada de su manera particular de construir la pintura, sino un repertorio abierto de acreditadas soluciones plásticas, cuajadas en el tiempo y siempre al alcance del artista capaz de someterlas a su proyecto figurativo." Ya lo decía Picasso: "El único paisaje y el único estilo que me interesa es la pintura."
Sabartés es el primer gran desconcertado por la infidelidad de Picasso. Matisse lo denunció como "oportunista depredador". En 1901 Celicien Fogus atribuía el desprejuiciado eclecticismo de Picasso a su inmadurez y "detectaba" claras influencias: Delacroix, Degas, Monet. El mismo John Berger entiende la carencia de estilo como el soporte de su fracaso: "Incapaz de establecer un lenguaje propio, el artista se desintegra en discutibles apropiaciones figurativas licuadas por una facilidad artística casi patológica. No hay duda de que es difícil disecar ‘el genio de Picasso.’"
Rosalind Krauss propone el año de 1914, cubista, como el más importante en el desarrollo de una lógica formal de su obra. En 1907 ya había pintado Les Demoiselles d’Avignon (The Philadelphia Museum of Art) y le faltaban algunos años para pintar Guernica (Museo Reina Sofía, Madrid). Quizás por ello muchos coinciden en que el período cubista sea el juicio contrafáctico de la actividad entera de Picasso. El cubismo, nos dice el crítico e historiador J. F. Ivars adopta una sintaxis "visual coherente impulsada por la saturación naturalista de los ‘ismos’ es verdad, pero también por la progresiva demagogia que el expresionismo impuso al arte nuevo: mera estrategia de la publicística artística". Sin duda, múltiples visiones y registros para descubrir el genio de Pablo Picass