Ser madre es la labor de mayor responsabilidad que pueda haber. Ni la liberación femenina, ni la equidad de género, ni la crianza en guarderías pueden eliminar el gran impacto que la madre tiene en el hijo. Aún en el caso de niños dados en adopción, la madre biológica y el hecho de que haya dejado a su hijo sin que éste lo sepa, de todos modos esa separación tiene impacto en su desarrollo.
La mayor parte de los psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas hablan del papel de la madre en el desarrollo del ser humano. No podemos como mujeres hacer a un lado la gran influencia que tiene el rol que desempeñemos bien o no, parcial o totalmente. Y este rol no es únicamente social. Viene determinado por el lugar donde el hijo crece y su procedencia de la madre misma, de un óvulo que estuvo en ella desde que estaba en gestación hasta el día que madura y se encuentra con uno de los millones de espermas producidos por su padre diariamente.
La salud emocional, los valores asentados en el amor que atesoramos dependen de la forma en que nuestra madre nos tuvo, si nos quiso o no y la manera en que asumió o no su rol de madre. La manera en que manejamos nuestras emociones, las que expresamos, las que nos tragamos y cómo nos vemos a nosotros mismos es parte de lo que, el psicoanalista Bion, considera como el papel de la madre como “continente” de las emociones de su hijo(a) y su capacidad para pensar y digerir lo que le pasa. Dicho en términos técnicos para Bion a la capacidad de la madre de devolverle al bebe su experiencia emocional sin metabolizar (elementos beta) en forma de pensamientos adecuados para ser contenidos y pensados por él (elementos alfa), él le llama capacidad de reveriè (del francés, ensueño). Hace alusión al estado mental requerido en la madre para estar en sintonía con las necesidades del bebé. Si la madre falla en esta sintonía, es decir, si es incapaz de metabolizar la experiencia emocional y la devuelve en forma de beta (incapacidad de reveriè) la madre puede producir un bebe psicótico.
Una madre incapaz de contener la experiencia emocional de su bebé, dejando perdido en el aire el contenido proyectado por éste, puede dar lugar a un bebé autista, o a la inicial formación esquizoide de carácter.
No se trata de asustarnos, pues las madres no son perfectas. Pero como dice otro profesional de la salud mental, Winnicott, para quien la superación del apego entre la madre y el hijo es parte del desarrollo del self o lo que soy y cómo me percibo, así como la capacidad de volverme más auténtico, individualizarme. Para ello basta con ser una madre suficientemente buena, que atiende a su hijo y poco a poco lo va exponiendo a ser más independiente, a retrasar el acudir a él y a romper esa sensación de omnipotencia que tienen los bebés cuando con sólo llorar consigo todo.
Y si bien, como dice John Bowlby, gran exponente y fundador de la teoría del apego, existe una necesidad humana universal de formar vínculos afectivos estrechos. Y que esto se evidencia en el comportamiento del apego se da en las crías de casi todas las especies de mamíferos. La regla general es el mantenimiento de la proximidad por parte de un animal inmaduro a un adulto preferido, casi siempre la madre. Es fundamental que la madre esté tan disponible para este apego, para luego irlo reduciendo hasta convertirlo en el amor libre e incondicional que todos debíamos poder ofrecer a los demás. En resumen, una madre tiene impacto en nuestra capacidad para apegarnos a quienes nos importan y darles cobijo hasta el ser capaces de soltarlos sin angustiarnos, pudiéndolos interiorizar a través del amor verdadero.
Lo importante a resaltar en este artículo no es lo que cada psicólogo, psiquiatra, psicoanalista o psicoterapeuta ha teorizado acerca del importantísimo papel de la madre, sino que reconozcamos que como madres tenemos un gran impacto en la formación del género humano y que no podemos refugiarnos en falsos feminismos e ignorar este hecho.
Formamos la mente, capacitamos para digerir emociones, somos el objeto de deseo primordial de todo ser humano simplemente por el hecho biológico de ser portadoras de la vida y gestantes, por el vínculo especial de amor, cariño y liga emocional con nuestros hijos. Y esta situación no cambia porque el hijo sea cuidado por otra persona o adoptado en otra familia.
En psicoterapia se puede verificar en la historia personal de algunos individuos el cómo los hijos siguen los pasos de sus padres biológicos y son marcados por la razón por la que fueron separados de ellos. Eso no quiere decir que no tengan influencia otros vínculos importantes con el padre, los hermanos, los abuelos o padres adoptivos, pero siempre será secundaria al papel de la madre dadora de vida.
Ser mamá tiene una gran impacto en la vida por ello es importante trabajar psicoterapéuticamente en nosotros como madres y en lo que nuestras madres nos han marcado. No hay trabajo psicoterapéutico que no recaiga en hablar de la relación con nuestra madre. También el padre marca, pero esta vez tocó hablar de la madre que es todavía más radical su influencia en cada uno de los que nace en este mundo. Incluso las terapias de renacimiento nos permiten obviar la influencia incluso de la forma en que fuimos paridos y si fuimos deseados y cuidados en el vientre por esa madre. Feliz día de las madres.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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