“En la naturaleza las plantas dan flores o fruta, yo hago esculturas”, afirma de manera franca la escultora alemana Uli Solner, en una conversación frente a un conjunto de singulares piezas creadas por ella.
Declaración espontánea que tiene un profundo sentido vital y poético, cuyo eco se materializa y cobra vida para los otros, en cada uno de los espléndidos trabajos de elaboración reciente que exhibe en estos días en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca.
Sus primeros recuerdos y su encuentro con el arte –gracias a su padre- se remontan al sur de Alemania, cuando tenía apenas tres años, destaca.
“El mejor amigo de mi papá es escultor y como los señores siempre se reunían y tomaban su copa, a los niños nos dejaban jugar ahí, con barro. A partir de los tres años empecé a hacer figuritas, perritos, gatitos, hombrecitos. Se quemaron y se conservaron. Me divirtió, me relajó mucho hacer esto”, refiere la artista.
Reflexiona que aunque en los primeros años dedicados a su labor, un artista hace catarsis, “llega un momento, afortunadamente en la vida de uno, donde ya realmente empiezas a crear y a jugar en un abanico un poco más amplio”, asegura.
Esa situación la ha experimentado en su propia vida y la ha podido constatar en su labor como maestra en instituciones como el Centro Morelense de las Artes, el Instituto Botticelli y en la universidad privada donde se ha desempeñado como docente, dice.
“He dado clases como a 900 alumnos, en los últimos 14 años, aquí en el estado. Y yo veo a la gente que cuando inicia, hace catarsis, tienen que sacar y sacar, desahogar, hasta que ya surgen otras cosas, pero tardan años”, declara.
Uli Solner cuenta que empezó su labor dentro de las artes plásticas a los 16 años, en la Escuela Superior Landshut (1976-1979), al estudiar una carrera de ceramista. Después se entregó de lleno a la escultura al asistir a la academia de Arte en Munich (1979-1981).
Posteriormente, recuerda, puso un taller en Alemania y después vino a México, en donde reside desde hace 28 años: diez de ellos los vivió en Michoacán y los 18 restantes los ha radicado en Cuernavaca.
El Museo de la Ciudad de Cuernavaca abrió sus puertas, la tarde del pasado viernes 25 de julio, para ofrecer un muestrario representativo de la obra escultórica más reciente de la artista alemana Uli Solner, con el título de “Ecos”, dividido en cuatro temas: “En cajas”, “Inversión”, “Síntesis entre piedra y hueso” y “Mujeres de colores”.
-A pesar de que es un trabajo muy laborioso, que requiere mucha inversión de tiempo, de atención y puede llegar a ser pesado, ¿por qué su interés en la escultura?
-A mí desde muy chiquita me encantó la escultura, es mi pasión, me encanta. Me encanta vivir en los talleres, tengo un gran equipo de gente que colabora conmigo, incluido uno de mis hijos, en Cuautla, que es mi fundidor, y mi otro hijo ayuda muchas veces con textos y títulos, es más la parte intelectual.
Hay mucha gente que ayuda para que este trabajo se presente aquí, hay mucho trabajo atrás que uno viendo cinco piezas en una salita no se puede imaginar.
Me nutre el arte. En la naturaleza las plantas dan flores o fruta, yo hago esculturas.
Acerca del título de la exposición, Solner escribió: “Ecos en el tiempo y el espacio, en el círculo social, en la vida. Refracción de acciones que imprimen su efecto de acuerdo a lo que hemos dado o enviado. Es el “eco” el que nos devuelve la pasión por la vida en ondas más vivas e intensas.
“En el proceso de creación del artista, se experimentan múltiples sensaciones e imágenes, que a la hora del eco, se invierten, y nos sorprenden con nuevos conceptos ágiles y juguetones”, dice.
*CAJAS QUE REPRESENTAN EL CONTENIDO DE UNA VIDA
Comenta que como primer tema de la exposición, “En cajas”, se exhiben esculturas en pequeño formato, en bronce y metal, “las piezas vienen con una caja, que es el contenido de una vida: lo bailado, lo disfrutado, lo perdido, todo eso simbolizan las cajas, unos quieren soltar las cajas, otros quieren meterse, hacer una introspección”, afirma la artista.
Para esa sección, Patricia Murillo escribió: “Todos vamos cargando un paquete personal que es relativamente invisible a los otros y por lo menos parcialmente visible a nosotros mismos.
“Conforme pasa la vida y con arquitecturas diversas, vamos acumulando experiencias, sensaciones, imágenes, pérdidas, dolores, ausencias. Algunos sueños que se han dormido con docilidad en espera de cobrar vida, algunas esperanzas y desde luego, lo bailado, lo gozado.
“En este recipiente imaginario, los recuerdos, que tienen la enorme y perversa capacidad de sacarnos del presente para llevarnos al pasado, nos quitan la posibilidad de encuentro con el instante, con el eterno y mítico ahora.
“Nuestra cajita, ese recipiente imaginario, también puede estar llena de burbujas de futuro que también nos sacan del territorio del presente”, expresa Murillo.
*DE LAS PIRÁMIDES Y SISTEMA ÓSEO
En un apartado de la misma sala de exhibición, se presenta el segundo tema: “Inversión”, con piezas de mayor formato, sobre el que hace un apunte la escultora.
“En algún momento de nuestra vida surge la reflexión sobre nuestro propósito en ella, y nos preguntamos qué vinimos a aprender aquí y de qué manera podemos seguir avanzando. Quizás debamos detenernos y alterar el orden, la dirección, invertir el curso, soltar, dejar ir”, reflexiona.
El tercer tema se llama “Síntesis entre piedra y hueso”, con dos piezas de gran formato, con apariencia de barro negro o piedra, pero elaboradas con el mismo material con que hoy en día se hacen embarcaciones –barcos, veleros, canoas-, “son varios químicos avanzados”, comenta Uli Solner.
“La inspiración nace de la estructura de las pirámides y del sistema óseo. La esencia de la materia en los planetas y los seres humanos, se reduce a piedra, metal y hueso. Nada se muere sólo se transforma. El homenaje a la vida y los valores humanos como empatía, perdón, gratitud, confianza. El ayer es historia, el hoy es un regalo, el mañana es un misterio”, anota en la sala.
Puntualiza que a diferencia de sus otros trabajos, elaborados en fundición de bronce a la cera perdida, los que se exhiben en esta sección los hizo con estructuras, en gran formato.
*MUJERES DE COLORES CREADOS ESPECIALMENTE
Por último, acerca del cuarto tema dice que la serie inicial “África de noche”, en bronce, se convirtió en una expresión más alegre: “Mujeres de colores” y en donde se presenta un texto escrito por Edgar Assad Gutiérrez, encargado de despacho de la Dirección de Cultura de Cuernavaca y que reproducimos en estas páginas.
Acerca de los colores brillantes de las piezas pequeñas -rojo, rosa, amarillo y dorado-, aclara que se trata de pinturas que mezcló un ingeniero de la ciudad de México, “y son especialmente hechas para estas piezas”, acota.
Al finalizar el recorrido, Uli Solner destaca que la exposición presenta trabajos de hace dos años, así como los que ha hecho en este 2014, aunque el tiempo es mayor si se toma en cuenta toda la preparación anterior.
“Se modela en plastilina, luego se hace un molde en silicón, después se funden las piezas a la cera perdida, luego se montan sobre las bases, tienes que buscar los ángulos. Fue un proceso un poco complicado, en este caso, por los colores, para que realmente brille lo metálico, no fue fácil encontrar ese resultado. Me llevó a un ingeniero a México que preparó especialmente los colores para esta exposición”, comenta.
-¿Con que color se representaría en una escultura de sí misma?
-Puede ser de rosita. Me gusta combinar lo rosa con naranja, una combinación sumamente interesante o también violeta con naranja.
-¿Sus obras son como un mapa interno de Uli Solner?
-Sí, porque son procesos de mi vida.
-¿Y todo de esa vida lo cuentan las esculturas?
-Sí, nada más hay que verlo bien. Dicen mucho, obviamente.
Por último, cabe señalar que la exposición “Ecos” se exhibe todos los días en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca y que para el próximo 19 de agosto se ofrecerá un coctel, a las 19:00 horas, al que se invita a todo el público, a fin de celebrar la muestra más reciente de Uli Solner.