“El ser humano es un ser que su ser está por hacerse. Es una obra inconclusa que libremente cada uno puede continuar construyendo. Pero generalmente esta cualidad no se asume con responsabilidad, sino hasta que viene una crisis.”
Gran parte de las personas suelen depender de otras para solucionar sus problemas, satisfacer sus necesidades. E incluso pueden enfocarse totalmente en sus relaciones y la manera en que son o no aceptadas. Se pueden enredar en los conflictos emocionales de los demás y participar del chisme de la vida de otros, en vivir de la envidia, los celos o la rivalidad. Hay quienes pueden estar totalmente absortos en buscar una relación en que sean amados.
Otra parte de la gente orienta su vida siguiendo los modelos que sus padres les mostraron sin una decisión consciente, sino dejándose llevar por “lo que hay que hacer” y porque “así lo hace todo el mundo”.
Hay también quienes viven o más bien son vividos por el mundo a su alrededor. No toman las riendas de su desarrollo, de lo que quieren hacer con sus vidas, sino que son llevados por la ideología social o simplemente aceptan la vida como les fue dada y no la orientan para ningún lado. Van como “veletas que las mueve el viento”.
El ser humano es un ser que su ser está por hacerse. Es una obra inconclusa que libremente cada uno puede continuar construyendo. Pero generalmente esta cualidad no se asume con responsabilidad, sino hasta que viene una crisis.
Ante las llamadas situaciones límite: muerte de un ser querido, abandono, ruptura de una relación, vivencias traumáticas, superación de adicciones, salida de ambientes con violencia y maltrato, enfermedades, pérdida del trabajo, infidelidad, etc., las personas pueden por fin preguntarse: ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué finalidad tiene todo esto? ¿Esto es lo que quiero hacer de mi vida?
La mayor parte de las veces las personas acuden a psicoterapia hasta que viven esas situaciones críticas que conmueven la estructura de sus vidas, que cuestionan sus creencias o que éstas al ser adoptadas inconscientemente se vuelven insuficientes para sostenerlos en momentos difíciles.
Todos necesitamos iniciar nuestro “propio camino” algún día. No podemos pasar de hijos a esposos o trabajadores, sólo cambiando de “figuras protectoras” que nos digan qué hacer y ante quienes podemos revelarnos, quejarnos o simplemente adaptarnos. Pero al fin y al cabo dependiendo de ellos para conducirnos por la vida.
Un buen día necesitamos “hacernos cargo de nosotros mismos”, de las inquietudes que nacen dentro de nosotros y de responder las preguntas que trascienden la vida cotidiana y que nos llevan a la búsqueda de valores, convicciones y formas de ser y de pensar propios.
En la psicoterapia puede empezar la travesía. A partir de una crisis y si no la hay, a partir de un conflicto interno penetrar lo más profundo en nuestro interior para conocernos, liberar lo bloqueado y poder empezar la labor de hacer consciente lo que queremos creer y la manera en la que queremos vivir la vida y no sólo vivir a la manera de alguien o de cómo nos dijeron que viviéramos.
Tomar nuestra vida en nuestras manos significa asumir la responsabilidad de nuestras decisiones y acciones, de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestras convicciones y creencias.
Algunos hablan de “tener un proyecto de vida”. Existe una manera muy buena de ejemplificar el que algunos llaman proyecto de vida y es la metáfora del árbol. Si vamos a lo más básico, un día necesitáremos hacernos conscientes de nuestras raíces. Los problemas con nuestros padres, nuestra crianza, el lugar donde nacimos, nuestras primeras experiencias.
Después viene el tronco, que puede llevarnos a pensar ¿qué me sostiene en la vida? ¿En qué he venido apoyándome ante los desafíos que la vida me presenta? Hay personas que sus apoyos son frágiles y un buen día se derrumban juntos con éstos o simplemente no les permiten ser libres y crecer a plenitud. Limitan su caminar o en realidad, más que apoyos, son cadenas que los atan y los identifican con cierta forma de ser y de pensar.
Siguiendo la metáfora del árbol, las hojas representan nuestros anhelos. Hay personas que han dejado a un lado sus anhelos. Sobreviven a cada día y han dejado de creer en que pueden materializar algunos de sus sueños. Han dejado de tener ilusiones. No tienen hojas, que en un árbol es la parte que transforma la luz en energía aprovechable por el árbol, allí se realiza la fotosíntesis. En una adecuada orientación de tus sueños y visiones a futuro está aquello de lo que te alimentarás. En la psicoterapia estas personas suelen tener depresión, apatía y desgano. Se preguntan para qué viven o ya ni se lo preguntan, sólo se levantan cada día y hacen su rutina, con el corazón ausente y la mente divagando. Han dejado de hacer cosas para traer luz a sus vidas.
¿Qué cosas bellas tengo para dar? Las flores son la manifestación de nuestra imagen, de lo que ofrecemos para adornar nuestra vida, para darle colorido. Quizá se trate de momentos de felicidad que podemos pasar desapercibidos si estamos atorados con nuestros conflictos emocionales. Quizá sean esas cosas de la vida tan cotidianas pero que nos sacan la sonrisa, la alegría y el gozo. En la psicoterapia podemos trabajar en quienes han perdido la alegría de vivir y el apreciar las cosas tal como son, como oportunidades para sacar lo mejor de nosotros mismos y hacerlo lucir como bellas flores. Continuará…
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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