La razón principal por la que la gente acude a una psicoterapia es para dejar de sufrir inútilmente por aquello que no haya superado, es decir, para sanar heridas emocionales que por diversas razones se mantienen abiertas a lo largo del tiempo. Las personas suelen acudir hasta que ya han llegado a un punto crítico, que si lo hubieran hecho antes del punto de urgencia quizá se hubieran ahorrado sufrimiento.
Hay muchos tipos de psicoterapia y dependiendo de su orientación será la forma de abordaje clínico y los objetivos terapéuticos que persigan. En nuestro enfoque nosotros procuramos tratar los problemas de las personas desde tres puntos de vista: el psicoanalítico o de exploración profunda del inconsciente; el bioenergético o psicocorporal en el que se trabajan los bloqueos de la energía emocional, mental y espiritual que obran como mecanismos de defensa para no sentir el dolor; y el espiritual en el que se considera la vida de la persona que va más allá de los problemas, es decir, tomando en cuenta cuál es el sentido de la vida para el consultante, si vive el amor, si se siente realizado(a) con lo que hace.
“El conocer lo que hemos mandado al inconsciente y que actúa como un imán para atraer situaciones a nuestra vida que nos tienden a repetir nuestros conflictos infantiles y los conflictos con nuestros padres es parte del gran hallazgo de un tratamiento.”
También se trata de mirar la vida desde una perspectiva trascendente, que implica la relación con Dios, que vemos desde la perspectiva bíblica.
Un primer acercamiento para resolver nuestros problemas emocionales y nuestros sufrimientos es remontándonos al pasado. Al re-contar la historia cada uno de nosotros puede cerrar ciclos y puede resignarse de lo que no pudo ser, perdonar y enfrentar las carencias de una crianza deficiente o exageradamente protectora. El conocer lo que hemos mandado al inconsciente y que actúa como un imán para atraer situaciones a nuestra vida que nos tienden a repetir nuestros conflictos infantiles y los conflictos con nuestros padres es parte del gran hallazgo de un tratamiento. Poder entender por qué vivo lo que vivo y qué es lo que interiormente ando buscando en aquello que atraigo. Comprender que nuestra historia es doble: la consciente y razonada, y la inconsciente e irracional. Lograr entablar comunión con nuestro inconsciente y acercarnos a sus intrincados misterios nos permite reconocer que nada ocurre por casualidad. Hemos participado y atraemos lo que vivimos en una búsqueda de respuestas a los desafíos presentados en nuestros primeros años de vida.
Otra manera de abordaje en consulta es dejar que nuestro cuerpo hable. Las tensiones, el estrés, las enfermedades son las huellas que deja en nuestro cuerpo una vida emocional desequilibrada. Los bloqueos de la energía forman una armadura que funcionalmente es idéntica a nuestro carácter e incluye aquellas emociones que no hemos expresado y somatizado como enfermedades, que por ello se les llama psicosomáticas. La ansiedad, la ira reprimida, la tristeza pueden hacer estragos en nuestra vitalidad. Nuestra sexualidad y un ejercicio inadecuado de ella o su represión también contribuyen a desordenar el mecanismo de estrés de nuestro cuerpo. Y como el cuerpo no miente, la expresión emocional es la vía regia para conocer nuestro inconsciente, nuestra historia más profunda que puede brotar como “recuerdos físicos” y bloquear así nuestra vitalidad, nuestra expresividad y nuestro poder interno.
Por otro lado, no debemos de pasar por alto que no todo son problemas emocionales, enfocar nuestras relaciones y nuestra vida cotidiana. Sino que también hacemos las cosas por algo y para algo. Encontrar sentido a nuestra vida, sabernos en cierto grado creadores de lo que vivimos y de lo que hacemos nos lleva a considerar seriamente las metas, objetivos y principios que rigen nuestro actuar. El llevar a cabo un proyecto de vida en el que elegimos y ya no sólo heredamos o respondemos a expectativas, sino buscamos y queremos participar de un plan trascendente es parte del tratamiento psicoterapéutico.
Y para quien ya ha elegido cultivar una relación con Dios, es posible hacer un abordaje de orientación cristiana en la que la Palabra de Dios nos dice cómo actuar o dar solución a ciertos asuntos concretos, así como dar dirección a nuestros esfuerzos y consuelo en nuestras inquietudes más existenciales. Éstas son las que plantean preguntas como para qué estamos aquí, qué es lo que debo hacer en mi vida, qué es lo correcto hacer o para qué hacerlo, así como edificar nuestro ser en el amor que nos permite el desapego de lo que puede resultar doloroso e incierto.
Todo proceso psicoterapéutico es particular, es decir, está hecho a la medida del consultante, de lo que plantea en sus consultas como problemas y desde su perspectiva psíquica. Se va llevando a la persona de la mano para enfrentar el dolor, recapitular su historia, conocer sus bloqueos emocionales y su visión de vida, desde los planteamientos y la forma de pensar del consultante. Poco a poco se le acompaña en la expresión de sus emociones, se le ayuda a comprender el porqué de su situación desde la perspectiva de su pasado y del ambiente en el que se desarrolla, a la velocidad que la persona puede tolerar e ir madurando cada una de las etapas.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para ciberterapia llame a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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