La relación con nuestros semejantes siempre ha sido un gran reto y desafío. Esto se debe, en primera instancia, a que somos seres libres y que podemos elegir con quién relacionarnos, cómo y de qué manera. Pero al mismo tiempo que “no somos esclavos de nadie” existe la necesidad de ser protegidos, de ser apoyados para crecer y de amar y ser amados.
Al mismo tiempo que somos libres somos seres sociales. Nos necesitamos para desarrollarnos, para ser cabalmente personas y poder explayar todas nuestras potencialidades. Además somos seres que tenemos el poder del amor.
Amar es una facultad que nace en el ser humano para poder ser cabalmente lo que puede ser. Su alma, su cuerpo, su mente dependen de ejercer el amor, tanto en el ser amado como en el amar.
Y así entramos en una de las dificultades básicas de toda relación: la de necesitar al otro y al mismo tiempo ser libre, la de amar y querer estar unido y la de crecer y querer ser libre para explorar el mundo y conquistar nuestro ser.
Se abren dos caminos: el de buscar lo que queremos ser y el de ser para otro a quien amar y que nos ame. Para quienes la buena fortuna les favorece, ambos aparecen unidos, es decir, lo que quieren ser y desarrollar en sí mismos no entra en conflicto con amar y ser amado por alguien en especial. Pero esa fortuna sólo es aparente.
El asunto importante es percatarnos de que para generar una relación de amor es necesario ceder y acoplar nuestros intereses, nuestras metas y nuestras preferencias para formar una relación con el otro. En muchos casos esto ha llevado a grandes conflictos de pareja, de familiares, entre hermanos o hijos o aun entre amigos.
De por sí siempre estamos enfrentados al dilema de ser de una manera o de otra. Además nos enfrentamos a la petición del otro para disponerse al amor: cumplir sus deseos. Entre lo que desea el otro o nuestros propios deseos suele haber conflicto. No siempre lo que tú quieres es lo que yo quiero y la negociación puede dificultar nuestra relación. Al mismo tiempo siempre necesito de un tú que me ame, me reconozca, me viva y me escuche.
La soledad absoluta no existe. Aún cuando estamos solos conversamos en nuestro interior con un alguien, que a veces es una persona concreta, a veces es un desdoblamiento de nosotros mismos, la conciencia que también es posible porque hemos interiorizado formas de relacionarnos con nuestros semejantes.
Las dificultades fundamentales en la relación con otras personas se centran en el hecho básico de decidir entre darle prioridad a mis cosas (egoísmo) o darle prioridad a las tuyas (entrega). Eso es por el lado de lo que significa actuar en el mundo, ser libre para crear nuestra propia vida. Por el otro lado esta el área emocional. Necesitamos ser para otro, ser importantes para alguien, que nos reconozcan nuestro poder y que amen nuestro ser y lo protejan. Las dificultades en esta área estriban en lograr que los demás nos amen y seamos importantes para ellos y así su amor cobije nuestro ser.
Necesitamos del otro para que reciba nuestros sentimientos y devuelva esa identificación, esa sensación de comprensión y de contención que define hasta un cierto punto cómo somos emocionalmente hablando. Es el área del orgullo, del amor propio y de la valía derivada del trato que otro nos brinda.
A todos nos da miedo no poder hacer lo que queremos o no ser queridos, protegidos y amados como lo deseamos también. Nos hace sentir vulnerables. El ser humano es fundamentalmente un ser de acción y de relación con el otro y si esas dos vías fluyen favorablemente se es feliz.
El sufrimiento tiene origen, por lo tanto, en el bloqueo de nuestras acciones, de lo queremos hacer con nuestra vida, de lo que queremos ser, de cómo queremos actuar y el que lo que hagamos nos realice, nos haga crecer, nos haga sentir satisfechos. Y por el otro lado en la imposibilidad de ser amados y protegidos, valorados por los demás, de que los demás nos acojan en su corazón, nos comprendan y nos sientan y nos permitan ejercer la misma capacidad también: amar.
En un tratamiento psicoterapéutico las dificultades presentadas por las personas son sobre todo respecto a esos dos grandes dolores: no poder ser lo que queremos ser, ser coaccionados o bloqueados por la vida, el destino, nuestra pareja, nuestra familia para ser lo que nace como un impulso de nuestro ser más profundo y verdadero. Y no poder ser amados libremente, sin exigir renunciar a lo que queremos ser. Ser amados por nosotros mismos y protegidos. Así como poder ser recibidos cuando amamos, cuando somos generosos y compartimos lo que sentimos.
En resumen, las dos grandes fuerzas que rigen nuestro interior son el amor y la libertad, y el problema es que a veces pueden entrar en pugna, pues se trata de negociar con el deseo del otro. La mayor parte de las dificultades para relacionarnos son originadas por nuestro deseo de ser libres y al mismo tiempo de desear atarnos al deseo del otro para amar y ser amados.
Amar es plegarse a los deseos del otro, hasta cierto punto. Ser libre es decidir por cuenta propia lo que queremos hacer en orden a nuestro propio deseo. Nuestro mayor dilema es lograr ser libres y al mismo tiempo poder amar y ser amados, no aislarnos, sino convivir, ceder, renunciar, negociar, confrontar y no borrarnos, no anular lo que somos, no someternos hasta perder nuestro poder y extraviar nuestro camino de realización propio.
En una psicoterapia podemos hacer consciente este dilema fundamental de la existencia humana. Y a partir de su aceptación encontrar la manera más acorde a nuestro ser para integrarnos en nuestra comunidad y permitir que el amor fluya, pero en libertad, sin coacciones ni manipulaciones que hieren y lastiman hasta desviarnos de lo que es nuestro destino: la responsabilidad de ser todo lo que podemos ser obedeciendo el llamado de nuestro ser interno. Pero no olvidemos que lo que hacemos de nosotros mismos afecta al mundo, lo que somos repercute en los demás, lo que lanzamos a alguien toca o golpea, inspira u ofende, es un ejemplo y un testimonio de lo que es ser humano. Y más aún a aquellos a quienes amamos y nos aman.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 330 72 54
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