Dialoga con “Bajo el volcán” acerca de la muestra presentada en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca.
“Es un poco como que quede captado el momento, como si sacaras una fotografía en escultura, que es el momento justo en que el animal se está moviendo, el momento justo en que el animal va a hacer una acción y parezca que después de ese fragmento de segundo pudiera pasar otra cosa”.
La propuesta creativa de Miguel Ángel Madrigal, desplegada en la exposición escultórica “Jauría”, lleva al espectador a las dimensiones de lo onírico, donde lo absurdo o lo sorprendente reviste a cada una de las representaciones zoomórficas que conforman la muestra.
El título de la exhibición hace referencia al significado literal de la palabra, ya que, efectivamente, se trata de un “conjunto de perros que participan de una cacería”, porque está integrada por blancas representaciones de galgos de la raza “Whippet”.
Asimismo, concuerda con la acepción de “conjunto de perros que realizan una actividad juntos”, tanto porque hay trabajos presentados en pares, como por el total de figuras de animales distribuidas en tres salas del Museo de la Ciudad de Cuernavaca (MuCiC).
El recorrido por la muestra, en ese recinto de la capital morelense, es transitar el vuelo de la mirada por el estupor que se produce de un punto a otro, en un imaginario desarrollado por un artista con una propuesta estética más allá de las formas.
Colgados de un palo que los sostiene en el aire, dos perros se mantienen en perfecto equilibrio, apoyados por sus patas delanteras, como insólitos trapecistas; mientras otro de su misma especie husmea en el interior de una bota negra, por lo cual su cabeza ahora tiene la apariencia del calzado.
Otro par se ve atado por las colas en un nudo mientras parece que los animales olfatean algo en el suelo; o se muestran pegados sin esa extremidad, arriba de una pequeña escalera. Dos más parecen tener rodeada a su presa de caza.
Lo más fantástico de la propuesta se deja ver en aquellas obras que hacen cuestionar al espectador si se trata de dos perros mezclados o de un solo animal, disímil del conjunto de los de su especie y más que habitante de un sueño, lo parece pero de una pesadilla.
Por ejemplo, una de las piezas representa el lomo de un galgo sin cabeza ni patas delanteras, son sólo cuatro patas traseras unidas. Otro trabajo, es el diseño de uno de los canes, de pie, sostenido en cuatro patas traseras pero con una sola cabeza.
Otra figura es la de un perro con un cuerpo y dos cabezas. Uno más aparece metido dentro de un cubo, con la mayor parte del cuerpo fuera. Se trata de una de las primeras piezas creadas en esta serie.
Una última escultura es la de una estrecha casita, que sabemos que es para perros, por la cabeza del animal que se asoma por una alta ventana, sin que el visitante pueda desentrañar cómo pudo meterse ahí.
*EL PERRO COMO METÁFORA
El creador de los trabajos continúa con las sorpresas cuando revela, en entrevista, que las figuras son tallas en madera y que, para quitarle todo rastro “preciosista” a ese material natural, optó por pintar las piezas de color blanco.
A pregunta expresa, dice que su intención, fue utilizar la figura de los perros
“como un argumento para plantear algo más”, ya que varias de las piezas
pueden parecer gemelos, “o como mellizos, como de relaciones que se entablan entre una y otra persona , a través de un perro. Es hablar de relaciones interpersonales pero ocupando al perro como metáfora”, define Madrigal.
Admite que las posiciones y figuras extrañas de sus creaciones, hacen referencia a lo absurdo, “a lo onírico, en donde cualquier cosa puede pasar, que tú puedes imaginar que pudieran suceder. Es como reactivar, de cierta manera, tus recuerdos o tus sueños. Es como posibilitar estas cosas que tú sueñas, pero materializándolas”, considera.
*LA PRIMERA VEZ QUE LOS EXPONGO JUNTOS
-Algunas de las piezas de “Jauría” ya las había expuesto antes en otras galerías.
-Sí, afortunadamente ya han estado en otros lados: han estado en Bogotá, en Nueva York, en Miami.
También había expuesto tres que no están ahorita en la exposición, en el Centro Morelense de las Artes, hace como dos años más o menos; también estaba trabajando con perros, pero desde otra dinámica, no son ni siquiera de la misma serie.
Es la primera vez que he podido exponerlos todos juntos. Los había podido exponer pero por separado, también por eso la idea del título: era como poder recapitular todas esas piezas y poderlas exponer en un solo espacio.
-¿De qué material están elaboradas las piezas y porqué el color blanco?
-Todas son tallas en madera y no quería que la técnica ganara. La madera lo que tiene es esta cosa preciosista, y sí le quería quitar esta carga como de oficio y que lo más importante fuera la idea que te comentaba de los mellizos, no que quedara nada más como una cosa de oficio.
-¿Cuánto tiempo ha trabajado en esta serie?
-Es la primera vez que la puedo exhibir completa y llevo trabajando con ella desde hace dos años, más o menos.
Hay algunas esculturas de perros que son más viejas, como las que están sobre los cubos, son como las primeras que empecé a hacer y hasta las últimos, que son como de varias cabezas.
Hay dos perros que están en la primera sala, colgados de un palo y que representan como la simbiosis de relaciones. En realidad si tú quitas uno de ellos el otro se cae, entonces se necesita de uno para que el otro pueda coexistir, en este momento en forma de pieza, pero sí haciendo la metáfora de una relación personal.
-¿Va a seguir trabajando más sobre esta serie?
-Sí, como son las cosas con las que convivo pues igual voy a seguir trabajando con los perros y con los gatos; creo que con estas cosas de las relaciones voy a variar un poco, por ejemplo, como en el de la bota, y ya va más hacia lo absurdo y de la búsqueda. Hacia ahí va a ir más o menos el trabajo.