A veces “por amor” podemos hacer cosas que no son benéficas para quienes supuestamente amamos ni para nosotros mismos. El amor verdaderamente edificante debe ser una forma de vínculo que nutra y favorezca a ambas partes, tanto el que ama como el que es amado.
En algunas relaciones esto no ocurre así, lo que produce sufrimiento. Las personas implicadas se justifican aseverando que lo hacen “por amor”, cuando en realidad es por otros motivos. A veces estos son inconscientes o simplemente son resultado de la inmadurez al amar.
Vamos madurando para amar conforme aprendemos de la experiencia y en la medida en que superamos nuestro egoísmo y reconocemos los valores fundamentales de la existencia.
Algunas de las relaciones que pueden verse marcadas por un amor malentendido son:
1. Relación entre amantes. Los amantes suelen tratar de mantener una relación en la que engañan a un tercero al que no se le dice la razón por la que se le abandona parcialmente. En ambas relaciones el(la) infiel es la parte que más pierde porque no sabe amar ni es amado(a) en armonía y paz para todos. Además de que eventualmente cuando las “víctimas” dejen de tolerar la entrega parcial y las promesas incumplidas, el(la) infiel podrá quedarse solo(a). Las otras dos partes, la engañada y la que se presta para que se dé el engaño reciben un amor a medias. En general quien tolera este tipo de amor es una persona que se siente disminuida y acepta para sí el “peor es nada”. Quien engaña suele estar motivado por el miedo a la entrega total y por huir de resolver los problemas conyugales, así como por su actitud egoísta de sólo complacerse a sí mismo(a) sin pagar el precio de una relación de compromiso total.
2. Relación entre adicto-codependiente. Un adicto puede ser alcohólico, drogadicto, comedor compulsivo, megalómano(a), ciberadicto, ludópata, gastador compulsivo, hipersexual, adicto al trabajo, etc. Las personas pueden ser adictas prácticamente a todo cuando se involucran de manera excesiva y progresiva a aquello a lo que se apegan, sin control ni límite, y abandonando las actividades que antes realizaban. Esta actitud generalmente pretende ser una huida de la realidad, de la relación con uno mismo y es destructiva. Su actividad adictiva es el centro de su vida y su refugio cada vez que viven una inestabilidad emocional. Aquellos individuos que se relacionan con un adicto(a) suelen presentar un problema de baja autoestima y una necesidad muy grande de “amar demasiado” para merecer recibir.
3. Relación padres-hijos. Ser padres es una labor para la que solemos estar deficientemente preparados. Hacer crecer a otro ser humano es muy difícil e implica enfrentar muchos imprevistos y problemas que ponen a prueba todas nuestras capacidades. Amar sobreprotectoramente puede ser el amor más mal entendido. Resolverles a los hijos todo, más si son adultos puede ser incapacitante para los hijos, hacerlos sentir inútiles, generar desconfianza en sus propias capacidades o mantenerlos egoístas, complacientes y acostumbrados a ser servidos, a recibir y no a dar. A veces amar a un hijo es negarle algo, es abandonarlo frente a sus dificultades voluntariamente buscadas y que forman parte de su destino. Quitar todas las piedras para que no se tropiecen puede ser lo que los haga caer con una dificultad menor cuando no estemos allí para resolverlo.
4. Relaciones free o “sin compromiso”. La entrega amorosa en relaciones así es a medias porque la persona siempre reserva una parte de sí mismo que le dé la fortaleza para irse y “no quedar atrapado” y así “ser libre”. Pregonan un amor mal entendido que según esto ha de ser libre, no poseer al otro y no reducir su mundo, sus diversiones e interacciones por el hecho de concentrarse en una sola persona. En realidad las personas no podemos entregarnos totalmente a alguien que potencialmente se da el permiso de irse cuando quiera. Generalmente en este tipo de relación una parte ama más y se adapta al vaivén de “cuando te quiera ver” del otro, pues si no coincidir se volvería casi imposible conforme pase el tiempo. En realidad son una manera de esconder el miedo al amor, a la vulnerabilidad que nos abre amar a alguien con todo tu ser, que es lo que es en realidad el verdadero amor. Las relaciones free son por complacencia y egoísmo. Total si no funciona, buscas otras relaciones más satisfactorias. Son relaciones que mantienen los que son sólo son amadores de sí mismos. Quienes las aceptan son codependientes.
Amar es una experiencia en la que no puede haber temor, desconfianza, entrega parcial, engaño, egoísmo, adicción o excesivo centramiento en alguien, infidelidad o desvalorización, sumisión, humillación, abuso, falta de compromiso y renuncia. El amor que contiene estos elementos negativos es un amor mal entendido y genera mucho sufrimiento tanto para los que “aman” como para los que “son amados”. Por eso mejor consulta a tu psicoterapeuta y sanea tu forma de amar. No hay persona que crezca más y ensanche más su alma que aquella que ama de la manera más plena posible. Es en el amor que se muestra quienes somos, de qué pie cojeamos y si hay zonas en nuestro interior que escondan heridas, carencias, insatisfacciones, miedos, resentimientos u otros desórdenes emocionales.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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