Sin embargo, la fortaleza interna tiene que ver con la capacidad para afrontar las adversidades sin derrotarnos y sin desperdiciar recursos internos entregándonos a la autoconmiseración.
Es difícil, porque implica no sólo educar nuestro carácter, como ya mencionamos, sino tener la determinación de hacer lo que es necesario y evitar dejarnos llevar por el berrinche de hacer lo que sentimos que nos haya impedido hacer la intempestiva venida de una situación de crisis, evitar sentirnos heridos por lo que podamos imaginar acerca de la supuesta participación de nuestros allegados a nuestra desdicha, así como evitar paralizarnos de miedo o enfadarnos porque las cosas ocurren de manera injusta, incierta y/o haciendo tambalear nuestra seguridad.
Hay un dicho que ejemplifica lo que tratamos de decir: “se trata de enfocarse en la solución, no en el problema”.
Cuando así lo hacemos surge una parte creativa de nosotros mismos que le busca la manera a la situación de volverla favorable, o al menos de sobrepasarla con el menor daño posible. Y sobre todo, si lo que vivimos implica el percatarnos de que veníamos cometiendo errores o descubrimos ciertas debilidades, enfocarnos en eso.
La fortaleza interna se manifiesta por lograr tener estabilidad emocional. Muchas personas sólo pueden estar estables si algo en su vida lo está. Pueden depender de un empleo, de una persona que les ame, de una droga, etc. para lograr mantenerse estables. El problema es que cuando esa persona falta o pierden el empleo, su vida se va como a un hoyo negro.
No podemos poner nuestra estabilidad en cosas que no son estables, que pueden cambiar. La estabilidad emocional tiene que basarse en algo trascendente, espiritual. Confiar en Dios puede mantenernos en paz y en la fe que las cosas tendrán buen fin. A veces las personas recurren a otras creencias.
También sirve el que nos mantengamos en una actitud de crecimiento y tomemos todo lo que pasa como parte de la aventura de vivir y que algo nos está enseñando. Esa forma de ver las cosas la pone a cierta distancia para no involucrarnos, es verle un fin último. Como que no venimos a nacer, crecer, reproducirnos y morir. Que quizá hay un plan, una finalidad por encima de lo que cotidianamente hacemos.
Al acumular vivencias y aprender de ellas se va dando un peso en nuestro espíritu que nos da estabilidad y fortaleza interna. Es como si nos dijéramos: “esto ya pasará y seguro que tiene una razón de ser, en su tiempo se develará”.
Por eso tener fortaleza interna también implica un dominio de nuestra mente, de mantenerla enfocada en lo que mantiene la calma, en lo que permite darle sentido a lo que vivimos y alejar los pensamientos que aterrorizan, que meten miedo, que se concentran en la tragedia y ver todo como una oportunidad para fortalecernos, para crecer, para aprender, para reconocer nuestros puntos vulnerables y reforzarlos. Y porque en la vida debe haber equilibrio y contraste. Estabilidad emocional no es no sentir, sino mantener el centro en medio de la marea de emociones y darle sentido. Consulta a la psicoterapeuta.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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