“El escarabajo para los egipcios era muy importante, ellos lo tomaban como un ser casi pegado a un dios, porque renacía, era una especie de Ave Fénix. Ellos veían que estos escarabajos se enterraban, morían y renacían en otros escarabajos. Ellos sentían que eran como la vuelta infinita.
Entonces para mí es como el simbolismo de los humanos, que por más que nos quieran erradicar pues volvemos a nacer y renacer... y tenemos que hacerlo para poder superar lo que tenemos que superar.
-¿También eran un símbolo de protección?
-Así es. El hecho de ponerlos en mi pieza en libros -el que yo haya quemado los libros a lo mejor las personas pueden decir que no lo hubiera hecho-, es porque en este trabajo hablo otra vez de la civilización.
Es decir, se han quemado en muchas partes de la historia de los tiempos, y con todo, el conocimiento lo seguimos generando. Siguen renaciendo los escarabajos, siguen renaciendo a través de ese conocimiento que nos vamos pasando de voz a voz, o escrito o donde lo podamos absorber.
-¿Con qué tipo de mirada te gustaría que se acercara el público espectador de tu obra? Una obra a la que se puede considerar ya madura.
-Sí, eso es lo que muchas veces me dicen. Yo creo que tienen que entrar con una mente abierta porque aparte es muy simbólica. Hay que ponerle atención a la obra como para ver de lo que estamos hablando.
Yo tengo claro que mi trabajo casi siempre es doloroso, pero al final uno decide quién es y quién quiere ser, pero mi trabajo es construir voces. Y espero que yo pueda llegar a esa gente, pueda humanizarlos, entonces mi intención es poder humanizar a cada espectador.
El arte es el lugar con toda libertad para enunciar los derechos, impugnar la injusticia, que es lo que me interesa.