En el año de 1998, José Saramago (1922-2010) obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Ese hecho significó reconocer con el máximo galardón de la literatura en el mundo a un escritor en lengua portuguesa por primera vez (y única hasta la fecha).
Ese año, junto con Saramago «competía» otro autor portugués que desde entonces ha sido eterno candidato a recibir el referido galardón, un médico con formación psiquiátrica llamado António Lobo Antunes (Lisboa, 1942), autor de un puñado de novelas valoradas con buena crítica.
Por alguna extraña razón, la literatura en lengua portuguesa no es la más popular entre los hispanoparlantes. Pese a la cercanía entre ambas lenguas, existe cierto distanciamiento en lo referente a la literatura. En México –por ejemplo– es más fácil conseguir obras de autores franceses, italianos, alemanes, etc., que de brasileños o portugueses.
Referencias las hay de sobra para reconocer que en lengua portuguesa hay autores de alta calidad, pero acaso relegados, quizás, por un recelo inexplicable. Están los casos de Clarice Lispector, Jorge Amado, Rubem Fonseca (del que sí hay, por fortuna, cualquier cantidad de obras en el sello mexicano Cal y Arena), Dalton Trevisan, Fernando Pessoa, Joaquim Machado de Assis, José Maria Eça de Queiros, por citar a algunos escritores representantes de esa lengua.
Una muestra de la calidad de esta literatura es el autor antes aludido, António Lobo Antunes, que cada año suena para obtener el Nobel, pero que –según expertos– jamás recibirá no porque su obra no esté a la altura, sino porque es un escritor que no encaja en la personalidad que hoy en día se busca en el galardonado: aparentemente crítico del sistema, «buena gente», de una obra quizás desconocida.
Porque resulta que Lobo Antunes es un autor conocido, aunque quizás poco leído. Es un escritor obsesionado con hacer buena literatura, que sólo piensa en escribir y corregir, según ha manifestado a la periodista cultural española María Luisa Blanco en Conversaciones con António Lobo Antunes (DeBols!llo 2005). Un libro que no nada más aclara la personalidad del portugués, sino que sirve como una especie de guía para aquellos que buscan escribir.
La recomendación de esta semana es la novela El orden natural de las cosas (1992; DeBols!llo, 2004), la segunda obra que forma parte de su trilogía sobre la muerte.
La novela reúne diez voces de personas que habitan la soledad; desde el dolor, cuentan su historia, la desesperación y el miedo que experimentan al saberse acechados por la muerte, desde la enfermedad y la locura.
Hay que aclarar que Lobo Antunes no es un escritor que se lee de corrido, de una sentada. Se trata de un autor que no permite concesiones y, a la menor distracción, es probable que algún detalle se escape y se pierda el hilo de la historia.
Sin embargo, a cambio de dicha complejidad, el lector es recompensado con una prosa altamente poética, sobrecogedora y dotada de un lirismo que convierte a las páginas en habitaciones confortables, aun cuando está presente la muerte.
En El orden natural de las cosas hay, además, una profunda reflexión acerca de la muerte y de la vida. En el trasfondo hay una Lisboa decadente, encarnada en un expolicía de la dictadura que ahora se dedica a vender cursos de hipnotismo por correspondencia, un escritor que lo escucha, una muchacha diabética que huele a crisantemos, una tía del narrador que está sumergida en la locura…
Es una obra coral, poética, sin historias lineales; da brincos temporales y está compuesta de cinco libros: «Dulces olores, dulces muertos», «Los argonautas», «El viaje a China», «La vida contigo» y «La representación alucinatoria del deseo».
La traducción de Mario Merlino deja entrever la poesía que Lobo Antunes coloca en cada frase. La obsesión del autor por escribir bien está en cada página; no busca engañar al lector: es un escritor honesto, dotado con el don de la palabra. Es, en resumidas cuentas, una novela que concentra la belleza de la muerte.
TOMADA DE LA WEB
António Lobo Antunes es considerado como uno de los mejores escritores vivos.
TOMADA DE LA WEB
Tratado de las pasiones del alma y La muerte de Carlos Gardel completan la trilogía acerca de la muerte.