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¿Por qué hablar y dar importancia a la tuberculosis en el siglo XXI?

Hablar de tuberculosis (TB) en pleno siglo XXI, pareciera da demasiada importancia a una enfermedad añeja que para muchos se pensaría en extinción, sin embargo, la micobacteria que la causa, amenaza con quedarse entre la población y ser un reto para los gobiernos, los tomadores de decisión y la población misma, éste es probablemente el agente infeccioso que mayor número de muertes ha ocasionado a la humanidad.

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A más de 132 años de su descubrimiento (1882 por Roberto Koch) es la segunda causa debida a un solo agente infeccioso, únicamente superada por el VIH/SIDA, aunque para TB existe un tratamiento que la cura, por ello los organismos internacionales esperan poder eliminarla -ocurrencia de menos de un caso por 1 millón de habitantes- en el año 2050, aunque se estima que continuará en el séptimo sitio como causa de muerte a nivel global en la próxima década.

En cuanto a la carga de la enfermedad a nivel global, la Organización Mundial de la Salud, estimó para el año 2012, que ocurrieron 8.6 millones de casos y murieron 13 millones; lo frustrante es que muchas de éstas muertes pudieron ser evitadas.

Existen diferentes formas de tuberculosis siendo la pulmonar la de mayor importancia para la salud púbica, ésta se contagia por vía respiratoria, una persona puede expulsar 3 mil gotas contaminadas en una tosidura, y 10 microorganismos pueden ocasionar infección, así un enfermo sin tratamiento puede infectar 10-20 personas en un año, afectando principalmente a población económicamente activa (mayores de 15 años).

A pesar de lo anterior su control es factible, y existen herramientas para ello: a) vacunación con BCG, b) detección de sintomáticos respiratorios (tos con flema con duración de 2 o más semanas) en los servicios de salud, entre contactos o estudio de grupos específicos, y c) tratamiento adecuado, estrictamente supervisado y completo.

La vacunación por normatividad se debe realizar en todo recién nacido en los Servicios de Salud donde nacen o en casos extremos, al primer contacto con estos lo más pronto posible, existe una expresión entre quienes trabajan para controlarla que dice: “detrás de un niño con tuberculosis hay un adulto arrojando bacilos”.

La detección, por norma es obligatoria entre los sintomáticos respiratorios, para ello se dispone de estudios, desde muy económicos y sencillos, como la baciloscopía, hasta otros más costosos como el cultivo, o complejos como la identificación de marcadores genéticos de la micobacteria.

En el tratamiento, la segunda mitad del siglo anterior fue un periodo exitoso, descubrir los mejores fármacos y esquemas de tratamiento, para la tuberculosis sensible y resistente, siendo el mayor logró para su control e incluso se pensó erradicarla. Se logró determinar que combinar 3-4 fármacos en mono dosis y por tiempo prolongado, mínimo 6 meses, es lo más efectivo y exitoso. Sin embargo la TB resistente generada principalmente por el inadecuado manejo de los esquemas de tratamiento, se ha convertido en el principal obstáculo-reto en las metas.

En 1993, algunos programas cosechaban el éxito de sus acciones, sin embargo su asociación al VIH y la resistencia a fármacos, obligó a los países y a los organismos internacionales a redoblar esfuerzos e innovar estrategias proponiendo la siguiente: TAES (DOTS por sus siglas en inglés) basada en la supervisión personalizada y continua del tratamiento, además considera los siguientes: fortalecer los sistemas de salud; red de laboratorios de calidad; disponer de materiales e insumos; adecuado sistema de información; asegurar la supervisión personalizada del tratamiento por personal de salud o voluntarios entrenados; participación de la iniciativa pública y privada; atención de comorbilidades; desarrollo de los recursos humanos; y participación de la sociedad civil.

Así las acciones fundamentales para el control son dos: 1) detectar oportunamente a los enfermos entre los sintomáticos respiratorios, una vez identificados: 2) asegurar el tratamiento estrictamente supervisado para lograr la curación, la cual ocurre no antes de 6 meses si es TB sensible (regularmente es el primer diagnóstico) o TB resistente (pacientes previamente tratados) requiere 24 meses o más. Reflexionemos entonces que el control depende prioritariamente del conocimiento y la actitud de quienes detectan y tratan pacientes.

¿Cómo controlamos la tuberculosis?

En 1991 la Asamblea Mundial de la Salud, determinó las metas para el control de TB: a) detectar el 70% de los casos bacilíferos, y b) tratar exitosamente el 85% de los casos detectados. A nivel global se han salvado 20 millones de vidas, sin embargo falta por hacer.

En México, al igual que otros países, existe un Programa Nacional con más de 640 laboratorios a nivel básico, intermedio y especializado, unidades médicas para atención de pacientes, tratamiento en presentaciones farmacológicas que favorecen su manejo y adherencia (fármacos combinados), expertos entrenados en el manejo de TB complicada como la resistente a fármacos, la asociada a VIH (8- 10%) o diabetes mellitus (uno de cada 5 enfermos) en quienes el diagnóstico y tratamiento generan mayor complejidad y costo (300 veces más).

Como ya dijimos el control no depende sólo de acciones medicalizadas, también la responsabilidad y actitud favorable a desarrollar o mejorar con nosotros mismos y con la población, ello depende de la buena actitud la cual no se ordena y no se obliga en las normas, es labor individual.

México vive una transición demográfica con esperanza de vida mayor a los 75 años, y la población se ve gravemente afectada por enfermedades crónicas que pueden incrementar las infecciones, ocasionando limitantes en el éxito de tratamientos, existen paradigmas en la población para el cambio de estilos de vida, sin mencionar en estos las limitantes en el acceso y uso de redes sociales de apoyo a la salud.

El reto: saber que aún hay tuberculosis, que es obligado estudiar los sintomáticos respiratorios y realizar estudio de baciloscopia en tres muestras seriadas, dar tratamiento supervisado y curar mínimo el 85% de enfermos.

A mi juicio, es necesario incluir y corresponsabilizar a la comunidad de su propia salud mediante estrategias innovadoras, motivantes e incluyentes con su realidad, que participen activamente en la detección de enfermos y apoyar la supervisión del tratamiento.

Por lo anterior, considero que el reto para el personal de salud, se convierte más que tecnológico, en un reto de carácter humanitario y ético.

ºDra. Edith Elizabeth Ferreira Guerrero / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Instituto Nacional de Salud Pública

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