Estuvo ahí desde un principio, intervino para entregar a los plagiarios a las autoridades estatales, se mantuvo en el círculo de élite –junto al procurador Pedro Luis Benítez Vélez y el secretario de Seguridad Pública, el general Gastón Menchaca Arias-- en tanto los presuntos permanecían en la base Tetelcingo de la Procuraduría, a las 3 de la madrugada regresó a su cuartel para volver a las 5:30 para ser detenido, acusado por los casi linchados de ser uno de sus jefes.
Historia recurrente la del policía protector de delincuentes, caso común que desde los mandos policiacos se dañe a la sociedad en delitos tan graves como el secuestro. Vale decir que la Policía estatal y la Procuraduría encabezadas por sus titulares se manejaron a prudente distancia del acto de linchamiento en la plaza principal del bello poblado cercano al Popocatépetl. Recibieron a los detenidos e hicieron lo que debían: salvaguardarlos, interrogarlos y seguir la investigación. Es en el lapso del viaje de Cuautla a Cuernavaca cuando los delincuentes comenzaron a hablar. Dirían los viejos policías: una bofetada para confesar y diez para que se callen. Ahí señalaron, sin error, al subdirector Paulino Martínez y al ex director de la misma Policía en Tetela, un carnicero actualmente que horas antes del incidente fue visto en su negocio. Hoy nadie sabe de él. Dicen que era de los jefes mayores de la banda que operó plagios y homicidios en tres entidades más, Puebla, Estado de México y el Distrito Federal.
Según los reportes, el subdirector estuvo segundos después que gente del pueblo atrapó a los plagiarios. Éstos no contaban con que su víctima llevara consigo un aparato radiotransmisor de onda corta, con el que se comunicó con un grupo de vecinos que se hacen llamar “Grupo Relámpago”. Tal medida la toman a partir de que la región de Tetela, Ocuituco y Yecapixtla ha sido víctima de la delincuencia. Justo cuando lo persiguen se comunica y les da el punto de su ubicación. También vale decir que el sonido es propiedad del Ayuntamiento, que quien funge como una especie de maestro de ceremonias o juez –según la perspectiva—debe ser empleado de la comuna y que el presidente municipal tiene conocimiento de cuanto pasa pero no sale a escena. En una palabra: la mayoría estaba de acuerdo en ajusticiarlos en plena plaza pública, los iban a incinerar, tal como lo captan los noticiarios locales, nacionales e internacionales, porque la noticia como tantas malas más dio la vuelta al mundo.
Los iban a matar. Las imágenes son fuertes, incluso la aparente decencia de los retenidos, amarrados, golpeados y a punto de ser quemados, es tan explícita que en un momento se llega a pedir por ellos. “¡Pobrecitos!”, escuchamos a decir a una señora amiga cuando comentaba el asunto. “¡Se veían tan inocentes!”. Es cierto, así se observaban, sometidos. Pero sueltos, éstos cortaron el dedo de un menor en Cuautla para aligerar el pago del rescate. Así de “pobrecitos” enterraron a un comerciante de Nepantla, Estado de México, –sí, la tierra de Sor Juana Inés de la Cruz— y apenas se dan indicios para que lo inhumen y entreguen los restos a sus familiares.
Otro punto a destacar fue las formas utilizadas por dos cuautlenses que debían actuar con sensibilidad: el general Gastón Menchaca Arias, nacido en Cuautlixco, y el procurador Pedro Luis Benítez Vélez, que dejaron actitudes protagónicas a las que nos tienen acostumbrados otros funcionarios y fueron a lo que iban.
Aunque las imágenes son impactantes, lo rescatable fue que salvaron la vida los presuntos y serán juzgados, que si bien Morelos y sus habitantes nos habituamos a salir en la nota roja nacional e internacional, jamás lo vamos a aceptar porque los que aquí viven son más que las noticias desagradables, que la violencia que se instala en los medios. Morelos es el esfuerzo que hacen organismos empresariales como la Canirac, Morelos es la belleza de sus ciudades, el verde de sus árboles, el azul de su cielo y esa fría agua cristalina. Parece “blof” pero nos remitimos a cualquier prueba. A la que quieran.